+21 La Legión de las Damas

Capítulo 20

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Verdades a medias.
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Sophia.

Necesito hacer una última visita después de dejar a Chris, ya que el silencio de cierta persona me resulta incómoda desde hace semanas. Es crucial que lo vea, porque sé que tiene información valiosa sobre el creador del componente que utilizo.

Por cierto, ese imbécil de Volkov se pasó de la raya al besarme de esa manera tan intensa; estuve a punto de dispararle con mi Beretta. No debí dejarme llevar y permitir que me manoseara, especialmente teniendo a Chris, que es mi novio.

Es mejor que deje esos pensamientos atrás y me concentre en lo que haré con mi próximo objetivo, que irá directo a mis calabozos. Hoy, tanto él como yo dejaremos de lado nuestras máscaras y enfrentaremos la realidad. Estoy cansada de fingir, y eso es lo que le he hecho creer a este idiota durante demasiado tiempo.

En los últimos años, mi estrategia ha sido hacer que los demás piensen que soy vulnerable, mostrándoles solo mi lado bueno e inocente.

Estoy frente a un edificio que constantemente vengo a visitar con parte de mi gente de la Legión, y es que voy ha darle punto final a uno de los informante que Massimo tiene de infiltrado en mi entorno desde hace años.

— Necesito bloquear todas las cámaras dentro del edificio — ordeno a Rose, que está en una camionetas de mi seguridad estacionada frente al edificio — también corta la red de llamadas y la de Internet, así como hicimos con Chris, que nada más funcione nuestro intercomunicador.

Asiente y empieza su trabajo en su portátil, y espero unos minutos para que ella me de luz verde de entrar y buscar mi siguiente víctima.

— Esperen mi señal si el idiota no coopera, — les ordeno a varios de mis peones que están alrededor con algunas camionetas.

— Estamos atentos a tu señal, mi dama, — avisa Rose y eso significa que el sistema de seguridad del edificio está bloqueado por ella.

— Tú y tú, vengan conmigo — señalo a dos de mis peones, que son hombres alto y de cuerpos voluptuosos en músculos.

Entro al edificio como lo he hecho durante mucho tiempo, la diferencia es que hoy estoy con dos hombres que por su tamaño intimida a cualquiera, por eso camino con cautela y sin llamar la atención de las personas que caminan por el edificio, uso el ascensor para poder llegar hasta el cuarto piso.

Una vez que se abren las puertas de hierro, me encamino por el largo pasillo, llegando a la puerta sin miedo a nada ni pensándolo mucho, toco. Sin antes hacerles un gesto a mis peones para que se pongan a cada lado de la puerta, enseguida la persona adentro me da respuesta de que puedo seguir. Abro y ahí está el informante que necesito.

— Hola John — pongo mi cara de víctima para que no sospeche el motivo de mi venida aquí, poco a poco me acerco — no te había visto más.

— Sophia — no duda en acercarse para darme un beso en la mejilla, que me produce asco y náuseas su contacto, bueno, mi problema de que me toque va en todos los hombres como él — estás bien, vienes por algún problema emocional.

— No, solo vine a saludar a un viejo amigo — aún sigo en mi papel de damisela con el estómago revuelto de ver su cara de imbécil.

Me señala una de las sillas que están frente a su escritorio para que me siente, y le sigo el juego aún sin mostrar mi verdadera cara, no se imagina que desde hace más de dos años descubrí que es el informante de Massimo.

Siempre ha intentado sacarme la información de si uso el componente que le robé a su jefe, pero estos años lo único que he hecho es jugar con su psicología barata, siempre en sus sesiones insinuaba sobre mis bestias internas, no soy tan estúpida para caer en su juego.