MUBI (Frerard)

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El cuarto de hotel era pequeño, mal iluminado, y apestaba a cigarrillos mal apagados. A pesar de eso, Gerard no podía dejar de mirar a Frank, quien estaba recostado en la cama con una sonrisa descarada en los labios. Su cabello desordenado caía sobre su frente, y su camiseta vieja y ajustada dejaba poco a la imaginación.

-¿Por qué me miras así? -preguntó Frank, alzando una ceja mientras jugaba con el encendedor que tenía en la mano.

Gerard desvió la mirada hacia la ventana, tratando de ignorar el calor en sus mejillas.

-No te estoy mirando de ninguna manera.

-Claro que sí. Tienes esa cara de "quiero decir algo, pero no tengo los huevos".

Gerard soltó una risa nerviosa, pasándose la mano por el cabello. Frank siempre tenía esa habilidad de leerlo como un libro abierto, y a veces era irritante. Pero esa noche, no podía evitar sentirse vulnerable bajo su mirada intensa.

-¿Qué quieres que diga? -respondió finalmente, volviendo a mirarlo.

Frank se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas, con esa sonrisa traviesa que siempre lograba desarmarlo.

-Podrías empezar diciéndome por qué no hemos hecho nada al respecto todavía.

-¿Al respecto de qué? -preguntó Gerard, aunque sabía perfectamente a qué se refería.

Frank dejó caer el encendedor y se acercó un poco más, tan cerca que Gerard pudo sentir el calor de su aliento.

-De esto, Gerard. De nosotros.

La habitación se llenó de un silencio tenso mientras Gerard trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Había soñado con ese momento durante tanto tiempo, pero ahora que estaba ocurriendo, no sabía cómo reaccionar.

-¿Y qué quieres que hagamos? -preguntó, su voz apenas un susurro.

Frank sonrió, esa sonrisa descarada que lo hacía parecer el tipo más confiado del mundo, aunque Gerard sabía que era una fachada.

-Quiero que hagamos una película, Gerard. Una que nadie más pueda ver.

Gerard sintió un escalofrío recorrer su espalda. No sabía si era por las palabras de Frank o por la manera en que lo miraba, como si fuera la única persona en el mundo.

-¿Una película?

-Sí. Tú y yo, sin guiones, sin filtros. Solo nosotros.

Gerard tragó saliva, tratando de ignorar el temblor en sus manos. Frank siempre tenía esa habilidad de empujarlo fuera de su zona de confort, pero esta vez sentía que estaba cruzando una línea que no podría deshacer.

-¿Y qué tipo de película tienes en mente? -preguntó finalmente, con un intento de sarcasmo que sonó más como una súplica.

Frank se acercó aún más, hasta que sus labios estuvieron a centímetros de los de Gerard.

-La clase de película que nadie olvidaría, si es que alguien llegara a verla.

Antes de que Gerard pudiera responder, Frank lo besó. Fue un beso suave al principio, como si le estuviera dando tiempo para acostumbrarse, pero rápidamente se volvió más intenso, más desesperado. Gerard sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor mientras las manos de Frank se enredaban en su cabello, jalándolo más cerca.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban respirando con dificultad. Frank sonrió, esa sonrisa que siempre lograba desarmarlo, y dijo:

-¿Listo para empezar a grabar?

Gerard no respondió, pero la forma en que lo miró fue suficiente para que Frank supiera que estaba dispuesto a todo. Y esa noche, en esa habitación de hotel que olía a cigarrillos y secretos, hicieron su propia película, una que nunca sería olvidada, pero que nadie más tendría permiso de ver.

One Shots (Emo Trinity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora