El bar estaba lleno de gente, pero la única persona que le interesaba a Kellin estaba al otro lado de la pista. Vic, como siempre, rodeado de chicas que no paraban de reír y mirarlo con admiración. Pero Kellin ya no sentía nada por él. Las cosas habían cambiado demasiado.
Se apoyó en la barra, mirando la escena con desinterés. No iba a gustar de él de nuevo.
No lo necesitaba. No lo quería.
Los años pasaron y Vic había empeorado. Ya no era el chico encantador que enamoraba a todos con su sonrisa, ya no tenía el mismo poder. Aún vivía con su mamá, seguía aferrado a su antigua vida, mientras Kellin se había ido de gira, crecido, y ahora estaba más allá de todo eso. La tele en su casa mostraba una vida diferente, llena de éxito, mientras Vic seguía con su rutina aburrida y predecible.
-Mirá a ese -dijo Kellin, señalando a Vic a su amigo que estaba a su lado, con una sonrisa burlona-. Toda la gente lo sigue, pero ya no es el mismo de antes. Y a mí ya no me importa.
Su amigo rió, asintiendo.
-Te estoy diciendo, hermano. Hace unos años, estabas obsesionado con él, pero ahora... Míralo. Está arruinado, las chicas lo ven solo como un amigo. Nadie quiere estar con alguien como él.
Kellin asintió, pero no estaba tan seguro de sí mismo. Lo había mirado tanto tiempo, le había dado tanto espacio en su vida que ahora lo veía con una mezcla de cansancio y desprecio. Había pasado el tiempo, y la necesidad de Vic había desaparecido.
Recordó cuando Vic ni siquiera le prestaba atención. Los días en la escuela, donde él lo observaba en silencio, deseando que le hablara, deseando ser el centro de su mundo. Ahora Vic lo miraba, pero no con los mismos ojos. A Kellin ya no le gustaba. Ya no lo quería cerca.
-Ni siquiera me mira, y ahora que lo hago, no me deja en paz -murmuró Kellin para sí, bebiendo un trago de su cerveza.
Vic finalmente lo vio desde el otro lado de la pista, y sus ojos brillaron de inmediato. Se acercó, pero Kellin no iba a caer en sus juegos nuevamente.
-¿Qué tal, Kellin? -dijo Vic, sonriendo, con esa misma confianza de siempre. Pero Kellin ya no quería que le hablara. Ya no era el chico que había esperado que lo buscara.
-No, Vic. Ya no. Ya no me importa -respondió Kellin, sin rodeos. No quería estar en su órbita nuevamente.
Vic lo miró, sorprendido, un poco herido, como si no pudiera entender lo que acababa de escuchar.
-¿Qué? ¿De verdad? -Vic preguntó, frunciendo el ceño.
Kellin lo miró por última vez, sin una pizca de duda.
-Sí. Ya no. Ya no quiero caerles otra vez, Vic. Capaz que mañana te hable, pero hoy... ya no. Todo depende de cómo me levante.
Vic se quedó parado allí, con una mirada de desconcierto mientras Kellin se alejaba. Ya no importaba. Ya no quedaba espacio en su vida para él. En la escuela, sí, Vic había sido el rey, pero el tiempo había pasado. Ya no tenía el control sobre Kellin.
Y por fin, Kellin se dio cuenta de algo que había estado ignorando por tanto tiempo: lo que más le dolía, lo que más le había costado, ya no lo lastimaba. Ya no lo quería.
Ya no.
ESTÁS LEYENDO
One Shots (Emo Trinity)
RomanceRecopilación de one shots miados cn diferentes canciones