Despertó con el cuerpo adolorido y la memoria perforada. Al principio el gris que le rodeaba era un vacío sin límites; lentamente, fue adquiriendo forma. La piedra era alta y severa: en la cima, se asomaba cierta luz que apenas alcanzaba un punto del suelo, pero el lugar era nauseabundamente oscuro. Frente suyo había una puerta que apenas se distinguía. La cabeza le daba vueltas y por un momento sintió que se le iba a desprender. Además, sabía que le faltaba algo, un objeto cuya ausencia le hacía sentir desnudo.
De repente, la puerta fue violentamente abierta de un golpe y pudo verse entonces a un hombre con espuma en la boca, de ojos bizcos, con una pierna más larga que la otra, con los hombros exageradamente anchos y la cabeza chica. Napoleone Buonaparte no se dejó intimidar por tan abrupta aparición, y vociferó:
- ¡¿Dónde está mi bicornio?!
El espantoso hombre de dudosa humanidad se acercó velozmente al joven general, y simplemente lo molió a golpes. No se limitó únicamente a sus puños, sino que también le atacó con las piernas e incluso con la boca, mordiéndolo ferozmente. En todo momento, Napoleone elevó rugidos de sufrimiento.
- ¡¿Sabes quién soy?!- le interpelo el monstruo humano, tan pronto se detuvo.
Napoleone, herido en todos lados, volvió a decir, no menos demandante:
- ¡¿Dónde está mi bicornio?!
El violento hombre respondió repitiendo su ataque. Una vez terminó, repitió también sus palabras.
- ¡¿Sabes quién soy?!
Hubo un momento de silencio, en el que Napoleone y su agresor se miraron fijamente, hasta que el primero vociferó:
- ¡¿Bicornio mi está dónde?!
En ese momento, el extraño hombre huérfano de humanidad se agachó, agarró a Napoleone y empezó a sacudirlo mientras gritaba horriblemente; para poder emitir estos traumatizantes gritos, su boca se abrió hasta el punto en que parecía más grande que su propia cabeza, y por un momento Napoleone creyó que sería engullido por ese monstruoso vacío que le rugía y le arrojaba también hilos de baba y sangre.
- SOY PAUL BARRAS- rugió la bestia. Luego, soltó a Napoleone lanzándolo contra la pared con una fuerza impresionante-. PAUL BARRAS- repitió.
Tras esta revelación, Barras se puso en cuatro patas en posición de acecho. Napoleone, que acababa de perder unas cuantas vértebras, sabía que lo que le estaba tratando de decir con esto es que ya no intentase más tonterías.
- ¿Dónde estoy?- le preguntó.
El hombre, que todavía estaba en cuatro patas, permaneció en silencio por unos segundos, hasta que replicó abruptamente y con cara de enojado:
- PAUL BARRAS.
Napoleone (que por cada movimiento que hacía por mínimo que fuera le hacía crujir sus huesos rotos) intentó persuadir a este tal Barras, a pesar de que su conducta no parecía muy persuasible.
- De acuerdo, señor Barras. ¿Podría decirme por qué estoy aquí?
Barras volvió a erguirse en dos patas, aunque eso no lo hizo parecer más normal o más humano. Busco entre su ropa y sacó un deteriorado papel de considerable tamaño. Se lo mostró a Napoleone y este pudo ver que era un mapa de Francia.
- MÍO- exclamó Barras.
- ¿El mapa?
NO, NO, NO, NO, NO, NO- repitió sin parar, mientras negaba efusivamente con la cabeza.
- ¿Francia?- preguntó Napoleone, y Barras se detuvo y sonrió, lo que dejo al descubierto sus horribles dientes podridos y amarillos.
- SÍ. MIO.
ESTÁS LEYENDO
El Ascenso y Caída del Usurpador Universal
Historical FictionTodos conocemos el nombre de Napoleón Bonaparte, pero pocos conocen su verdadera historia. Ridley Scott definitivamente no es uno de ellos, pero yo sí. Por eso, el día de hoy vengo a ofrecerles este libro recién desclasificado de la Biblioteca Munic...