Parte III: REALISTAS DEVUELTOS A LA REALIDAD

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Previamente, Napoleone había pactado un punto de encuentro con Lannes. Se trataba de una suerte de almacén abandonado, aislado, más o menos libre de la violencia de las calles. Se supone que Lannes por su parte también había estado ocupándose de ciertos preparativos mientras tanto. Cuando Napoleone llegó al almacén junto a Murat y los caballos pudo comprobarlo personalmente. El lugar estaba lleno de soldados de variadas edades y precarios aspectos. Lannes no tardó en preguntar a Napoleone por el hombre que lo acompañaba.

- ¿Quién es este señor?- preguntó amablemente.

- Soy Joaquín Murat, el caballo humano- respondió el jefe de caballería, adelantándose a la réplica de Napoleone.

- Veo que has conseguido infantería, Lannes- dijo Napoleone, desde el caballo que montaba.

- Sí, es la "carne de cañón" de la que habló Barras. Todos estos son antiguos jacobinos.

Napoleone los estudió con la mirada. Estaban quietos, expectantes. Parecían obedientes, pero al mismo tiempo parecían también algo impacientes por ir a la batalla. De repente, reconoció de entre ellos a uno en particular.

- ¡¿Muirón?!- exclamó Napoleone.

- ¡¿Napoleone?!- exclamó Muirón.

- Mi viejo amigo, ¿cuánto tiempo llevamos sin vernos?

- ¡Desde el sitio de Tolón!

- Cierto, cierto... Ahora nuestros caminos se cruzan de nuevo para matar realistas.

- Para eso estamos.

- En fin...- Napoleone permanecio unos momentos en silencio. Luego, se dirigio de vuelta a Lannes-. Supongo que con "antiguos jacobinos" te refieres a personas que hace no muchos meses estaban de acuerdo en guillotinar masivamente franceses.

- Sí, pero en parte por eso van a ser útiles, supongo- respondió Lannes-. También tengo unos cuantos cañones.

- Bueno, yo por mi parte no pude traer muchos caballos, apenas los que tenía este tal Murat.

Cuando Napoleone se giró para ver esos pocos caballos y enseñárselos a Lannes, vio que estos estaban todos tirados en el piso siendo devorados por varios de los jacobinos presentes que se concentraban a su alrededor. Algunos todavía estaban vivos. Como un depredador que capturó a su presa, estos hombres estaban despedazando a los animales con sus bocas, y no tenían problemas al momento de masticar y tragar su carne. Los caballos que no estaban muertos aún gritaban horriblemente mientras eran brutalmente consumidos, sin poder hacer nada al respecto.

- ¡¿PERO EN QUÉ MOMENTO PASÓ ESTO?!- exclamó Napoleone, y su sorpresa fue tal que se resbaló de su caballo y cayó.

Murat, tan pronto vio está pesadillesca escena, gritó "NOOOOOOOOOOOOOOOO" y se lanzó súbitamente a la carga contra los jacobinos hambrientos. Desenfundó su sable y de un sólo movimiento preciso y letal decapitó al primero que tuvo cerca. Su cabeza, que tenía impresa una expresión de horror, voló por los aires hasta alcanzar una altura considerable, y luego aterrizó al lado de Lannes, el cual no hizo sino vomitar. Murat continuó destrozando con sus sable a los ex jacobinos: a uno le cortó el cuello, a otro le cortó el brazo y luego lo remató, a otro directamente lo aplastó con su caballo, a otro le abrió el estómago e hizo que todos sus órganos se cayeran, a otro literalmente lo partió en dos. Todos los demás jacobinos que no formaban parte de la pelea observaban la situación impactados pero con cierto morbo y fascinación. Algunos incluso se reían. Lannes por su parte estaba llenando el suelo de vómito, sin pausa alguna.

Napoleone pronto se acercó a la implacable masacre, y empezó a gritarle a Murat:

- ¡YA BASTA MURAT, YA ES SUFICIENTE!

El Ascenso y Caída del Usurpador UniversalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora