Los dos guardias imperiales sujetaron al niño desde sus respectivos costados, y de esta forma se lo llevaban, agarrándolo cada uno de cada brazo. El muchacho no comprendía la situación, y les suplicaba en su idioma y con lágrimas que lo dejaran en paz.
- Tremendo niño milanés nos secuestramos, ¿verdad Liptay?- dijo Sebottendorf.
- Así es, Sebottendorf... Creo recordar que asesinamos a su madre- replicó Liptay, y ambos rieron.
- Per favore, lasciami andare, ti prego, per favore, ho soldi, posso ottenere soldi in città, per favore ti prego, posso aiutarti- suplicó el niño.
- Cállate, maldito, que no se te entiende nada ni nos interesa entender. De todas formas, morirás en 10...
Los hermanos comenzaron a acelerar su paso, algo que aumentó el miedo del niño.
- 9...- continuó Sebottendorf.
- ¡Per favore, per favore...!
- 8...- reanudó Liptay.
- ¡Posso combattere, posso combattere, so come gestire un moschetto!
- 7....
- Per favore...
- 6...
- ¡Voglio vedere mia madre!
- 5...
- Dov'è mia madre?
- 4...
- Per favore no, ora basta, basta
- ¡3...!
- Aiuto!
- ¡2...!
- Aiuto, per favore!
- ¡1!
Apareció entonces Beauilieu de frente, y con una amplia sonrisa en su rostro, accionó el mosquete que tenía en la mano, destrozándole la cabeza al niño y manchando buena parte del cuerpo de los "soldados 1 y 2", quienes rieron junto a su comandante en jefe.
- ¡Buen trabajo, chico!- les felicitó Beaulieu-. No sé ustedes, pero yo me sentí como si liquidará un gueto.
- Cierto, este niño tenía olor a judío- replicó Liptay.
- Fíjense la nariz, es nariz de judío- dijo Sebottendorf.
- Bueno, no creo que podamos fijarnos en su nariz ni en cualquier otro rasgo de su cabeza, pues está ha quedado completamente inexistente- dijo Beauilieu, y los tres rieron.
Beethoven había observado toda la escena desde su carpa, con el odio rebosando de sus ojos, sin poder hacer nada. Lo acompañaban Argenteau y Wukassovitch.
- ¿Entonces dicen que la batalla fue una derrota absoluta?- preguntó el militar de Bonn.
- Así es, Beethoven. 3.200 bajas entre muertos y heridos, 2000 prisioneros y 16 cañones capturados- respondió Argenteau.
- No te voy a mentir, Beethoven: pienso que el resultado podría haber sido muy diferente y posiblemente más favorable si usted hubiera estado allí- dijo Wukassovitch.
- Sí, usted es un militar joven pero competente y destacado.
- Sin dudas lo es más que Beauilieu, que con sus 70 años se comporta como un extraño niño asesino.
Beethoven suspiró.
- Agradezco sus palabras... Pero con Beaulieu a cargo mi opinión no cuenta. No tiene ningún sentido que yo esté acá cuando nuestro arrugado comandante en jefe le da más importancia a unos soldados rasos cualquiera con los cuales comete crímenes de guerra que al segundo al mando. No se entiende siquiera si son guardias, si son generales... ¡está todo tan desorganizado que no se entiende nada! Lo único que está claro es que son unos asesinos- Beethoven hizo una pausa y miró por un instante un sobre que tenía guardado en su chaleco. Luego, exclamó-. LOS MATARÉ A TODOS.
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El Ascenso y Caída del Usurpador Universal
Historical FictionTodos conocemos el nombre de Napoleón Bonaparte, pero pocos conocen su verdadera historia. Ridley Scott definitivamente no es uno de ellos, pero yo sí. Por eso, el día de hoy vengo a ofrecerles este libro recién desclasificado de la Biblioteca Munic...