Lord Tristan se dirige con paso firme hacia su hijo Azor, quien se encuentra rodeado de un grupo de jóvenes damas de la corte, todas atentas a sus comentarios y sonrisas. La risa de Azor es vibrante, llena de la confianza despreocupada que siempre lo ha caracterizado. Al ver a su padre acercarse, su expresión cambia de relajada a ligeramente inquieta; el semblante serio de Tristan rara vez es una señal de algo trivial.
Tristan, sin perder su compostura, se dirige a las damas con una cortesía impecable.
Tristan: "Mis disculpas, señoritas, pero debo robarles a Azor por un momento. Es un asunto familiar."
Las jóvenes, aunque con evidente desilusión, hacen una leve reverencia, despidiéndose de Azor, quien las observa con una mezcla de frustración y curiosidad. Con una última mirada a su padre, quien le hace un gesto para que lo siga, Azor se aparta del grupo y acompaña a su padre en silencio, caminando por el salón hacia un rincón donde Lord Ricker Argent se encuentra conversando con otros nobles. El brillo en los ojos de Azor se desvanece a medida que comprende la seriedad del momento.
A medida que se acercan, Azor siente una mezcla de incomodidad y curiosidad. Algo en la expresión de su padre le hace intuir que lo que está por ocurrir no es algo trivial. Tristan detiene su andar a pocos pasos de Lord Ricker y espera pacientemente a que termine su conversación. Finalmente, cuando Lord Ricker se vuelve hacia ellos, Tristan se inclina respetuosamente, dirigiéndose a él con toda la formalidad que la ocasión amerita.
Tristan: "Lord Ricker, si me permites, quisiera discutir con usted un asunto de gran importancia para nuestras familias."
Lord Ricker, un hombre de porte serio y mirada calculadora asiente con interés, y hace un gesto para que ambos lo sigan hacia un área más reservada del salón, lejos del bullicio y las miradas curiosas de los invitados. Azor siente cómo su corazón late con rapidez; nunca ha visto a su padre tan formal en una situación social, y aunque no sabe exactamente qué están por tratar, una sensación de preocupación comienza a inundar su mente.
Una vez en el rincón apartado, Tristan se dirige a Ricker con una seriedad que no deja lugar a dudas.
Tristan: "Lord Ricker, durante mucho tiempo nuestras casas han compartido una relación de mutua confianza y respeto. Dada la situación política actual y con el deseo de fortalecer los lazos entre nuestras familias, he considerado que sería apropiado pactar una unión entre su hija Mary y mi hijo Azor."
Las palabras caen como un golpe en la mente de Azor, quien escucha en silencio, luchando por mantener una expresión serena, aunque su mente es un torbellino de emociones. La idea de casarse nunca había pasado por su mente de manera seria, y mucho menos con Mary, su amiga de la infancia. La idea de matrimonio, hasta este momento, había sido una responsabilidad distante, algo que los demás nobles debían hacer, pero que él pensaba evitar por el mayor tiempo posible.
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La luz del ocaso
FantasiaEn Valdoria, la mítica Noche Negra dejó profundas cicatrices: una noche de traición y sangre que aniquiló a los antiguos herederos y sumió al reino en una era de incertidumbre. Desde entonces, dos profecías han marcado el destino de sus habitantes...