Space - Ranma 1/2

X - P-chan, P-chan

Finalmente, cama, calientita cama, perfecta para los fríos y las fuertes lluvias nocturnas como ahora. Ahora sí podía descansar como se debía, no problemas, no ruidos, no...

Y los ruidos vuelven a presentarse que me vi obligada a levantarme de mi cama para salir de mi habitación con algo de mal humor, completamente cansada y con mareos por el sueño. Los sonidos venían del baño, parecían que estaba peleando alguien, el único que se había ido a bañar a estas horas fue Saotome y le había dicho que bañara al cerdito.

No vaya ser que Saotome esté peleando con un simple cerdito, qué ridículo sería, ¿verdad?

Camino por el pasillo una vez bajadas las escaleras, el cerdito negro corría apresurado hacia mí con Saotome persiguiéndolo y sosteniendo una bandeja de plástico verde.

—¡Ya veo que abusas de mi bondad!— Saotome lanza esa bandeja que impacta en la cabecita del cerdito.

El cerdito se detiene a mi lado, un poco detrás de mis pies.

—¡¿Cómo te atreves a lastimarme cuando yo sólo quiero hablar?!— con su torso descubierto y con una toalla que apenas cubrían sus senos Saotome habló con molestia hacia el cerdito.

—Saotome, haces drama por algo menor— por un cerdo estaba así de ruidoso. Cruzo mis brazos estando de mal humor.

—¡Y además eres un abusivo! ¡¿Por qué te ocultas atrás de una niña?!— sigue con su enojo hacia el cerdito, con una mirada enfadada hacia el animal.

El cerdito con un gruñido se lanzó hacia Saotome, él esquivo el diminuto cuerpo del animal e intentó golpearlo, pero la agilidad y altura del cerdito eran suficientes para golpear a Saotome. En un momento, detuvo al cerdito poniendo su mano en el rostro del animalito.

—¡Maldición!— estrella al cerdito en el suelo.

Me agacho al lado de Saotome y colocando una mano en su hombro izquierdo lo empujo hacia atrás haciendo que cayera de espaldas.

—¡Deja de maltratarlo!— con firme voz lo regaño y levanto al pequeño cerdito en mis manos. —¿Tanto odio a un animal?— veía al cerdito llorar, sus lágrimas se le notaban en sus ojitos.

Lo acurruco en mi pecho, dándole unas caricias en su cabecita.

—Ya, hijo, ya— murmuro como si con eso pudiera calmar al cerdito. —Si pudiera, le cortaría la yugular. Lastimosamente es mi prometido— digo refiriéndome a Saotome y le comento al cerdito como si pudiera entenderlo.

Me levanto del suelo y camino hacia las escaleras.

—¡Un momento! ¡¿A dónde te lo llevas?!— Saotome se levanta del suelo y me grita con el enojo en su voz.

—No te importa— me acerco más a las escaleras.

—Pero él es... es... eh— balbucea.

—¿Es qué?— me doy la vuelta y lo observo con indiferencia provocando que le costara más hablar.