Capítulo 24: Cuerpo

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Apretó sus ojos fuertemente para que esa imagen saliera de su mente.

Estrujó sobre su pecho la sábana color celeste hasta escuchar el ruido de sus uñas chocar entre sí.

Mordió su labio inferior para que la sangre que veía en ese sueño se sintiera real.

Se quejó pero volvió a hacerlo.

—¿Sabes que las niñas lindas como tú deben complacer a los hombres como yo? —la pregunta era siempre la misma a pesar de los años pasados y a pesar de las altas horas de sesiones con psicólogos para tratar de olvidarla.

Aquellas palabras le daban vergüenza, asco y en aquel entonces no sabía a lo que se referían.

Hasta que sintió que la tomaron del brazo, la tiraron sobre el colchón que compartía con su madre y alguién aplastó el peso de su cuerpo sobre su espalda.

Tembló, porque no veía más allá de la mano de Erick sobre su boca y sólo sentía la respiración de él sobre su cuello.

El sonido de un cinturón desabrocharse, un cierre abrirse y su pelo ser tirado con brusquedad hacia atrás la humillaron a temprana edad y la marcaron para el resto de su vida.

Lloró pidiendo en silencio por su padre.

—¡Papá! —gritó a todo pulmón con la voz seca, adormilada y temblorosa. En un segundo la puerta ze su cuarto se abrió y Brycen apareció tras ella.

—Tranquila, cariño... —se sentó el hombre a su lado y la tomó entre sus brazos arropándola contra su pecho— Respira, Yoko... Tranquila, tu padre y yo estamos aquí.

—Él está aquí —sollozó Yoko inmóvil mientras sentía las caricias de su padre en su espalda. Caricias que a veces le incomodaban, como en ese momento— Aún está aquí, papá.

—No, cariño. Él ya no te hará daño, ya no, mi amor —murmuró Brycen contra su cabello dejándole cientos de besos en su cabeza.

—¿Estás bien, hija? —ingresó Jeremy e inmediatamente se recostó al lado de la castaña— Toma —le tendió un vaso con agua y una aspirina cuando ella negó con la cabeza— Debes tomarla, cariño. Ven —la tomó él cuidadosamente por debajo de los brazos y la recostó contra su pecho ayudando a que Yoko tomara, en realidad, un calmante y así poder dormir mejor.

—No quiero volver a soñar con él —susurró Yoko entre lágrimas y ambos hombres se miraron fugazmente— Ya no, papá.

—Lo sé, cariño. Lo sé —le dijo Jeremy acariciando cuidadosamente su rostro y cantándole algo por lo bajo hasta escuchar la respiración de su hija calmarse y sintiéndola dormida entre sus brazos— Me quedaré aquí esta noche —le susurró a su esposo.

—Igual yo. Me acomodaré en el sillón —dijo Brycen antes de besar una vez más la cabeza de su hija y recostarse en el mueble.

Ninguno de los dos volvió a dormir en toda la noche.

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El desayuno al día siguiente fue en completo silencio, sucedía de esa manera cono tiempo atrás en el que ella despertaba a medianoche y sus padres terminaban la noche en su cuarto de manera protectora.

Apenas se sentó algo alejada de los hombros el olor a comida, el sabor del jugo de naranja en su paladar y el brazo estirado de Brycen para regalarle una caricia le dieron ganas de vómitar.

Desistió porque de lo contrario nunca lo superaría. Necesitaba comenzar a olvidar ciertas cosas y aunque sea de a poco.

—¿Quieres quedarte en casa hoy? Llamaré desde el consultorio a Jasper y luego presentaré mi firma en una nota —le propuso Jeremy ante su mirada en el suelo y sus manos entrelazadas en su falda. Ella negó con la cabeza.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Lenguaje del amor - FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora