Capítulo 12

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G U L A

Advertencia: Contiene descripciones gráficas de violencia y asesinato, que pueden resultar perturbadoras para algunos lectores. Si eres sensible a este tipo de temas, te recomiendo omitirlo o leerlo con precaución.

Advertencia adicional ⚠️: Desde mi perspectiva, a diferencia del resto de sacrificios, el de este capítulo puede resultar especialmente angustioso, si eres sensible recomiendo leer únicamente los últimos párrafos.

(Narrador omnisciente)

La noche envolvió la sala subterránea con una oscuridad casi palpable, mientras la luz de las velas centelleaba sobre las paredes de piedra. Un murmullo de anticipación recorrió el círculo de figuras encapuchadas, sus rostros ocultos bajo la sombra de las capuchas. En el centro de la sala, la víctima yacía en la oscuridad, su cuerpo semidesnudo brillando con sudor en la luz tenue.

El silencio se apoderó de la habitación cuando Yunho hizo su entrada, su rostro grave y enfocado. Se dirigió al centro del círculo, su capa negra flotando detrás de él como alas de murciélago. Los miembros de la secta se inclinaron en reverencia mientras él se acercaba a la víctima atada.

Yunho se arrodilló junto al hombre y lo miró a los ojos, sus propios ojos brillaban con intensidad en la oscuridad. La víctima gimió en protesta, luchando contra las ataduras que lo mantenían inmóvil. La mordaza que le cubría la boca lo hizo sonar débil e ininteligible.

Con una mirada determinada, Yunho empezó a recitar en voz baja los antiguos versos de la secta. Sus palabras se fusionaron con la oscuridad, elevándose y cayendo en el aire, mientras los miembros del círculo repetían en coro las palabras en un susurro constante.

Mientras la energía en la habitación crecía, Yunho levantó su mano derecha, sosteniendo una daga brillante y afilada. La hoja se reflejó en la luz de las velas, resplandeciendo con una luz casi sobrenatural. La víctima luchó desesperadamente contra sus ataduras, sus gritos ahogados por la mordaza.

Yunho empezó a recitar las palabras del ritual en latín, al igual que hacían el resto de miembros en los anteriores rituales, su voz llena de excitación.
'Luxuria, gula, avaritia, acedia, ira, invidia, superbia' dijo, enumerando los siete pecados. "Gula.", dijo su pecado. "Gula, gula, gula...", repitió varias veces, centrándose esencialmente en su pecado.

El cuerpo del hombre estaba cubierto de marcas y heridas, testigos silenciosos de su tortura. Sus espaldas estaban marcadas con las huellas del látigo, donde cada uno de los miembros de la secta había tenido su turno para castigarlo. Las magulladuras, cortes y moretones se extendían por sus brazos y piernas, cada uno con su propia historia de dolor y tortura.

Algunas heridas eran superficiales, pero otras eran más profundas, habían sido infligidas con cuidado y precisión para causar el máximo dolor posible. El hombre había sufrido un flagelamiento brutal y prolongado, cada golpe dejando su marca en su cuerpo.

Yunho observó con placer el cuerpo torturado del hombre. Una sonrisa se extendió por su rostro, iluminándolo con una luz malévola. Sintió una satisfacción perversa al contemplar los resultados de su obra, la evidencia de su crueldad y poder.

Caminó lentamente alrededor de la víctima, examinando cada una de las heridas con curiosidad. Su dedo se posó sobre un corte profundo en el muslo del hombre, y él se arrodilló para oler la sangre.

Yunho le hizo una seña a Jongho, quien se acercó con una caja. La abrió con cuidado, revelando su contenido: un trozo de carne cruda, ensangrentada. Yunho miró la carne con un hambre insaciable.

Él tomó la carne y se la llevó a la nariz, inhalando profundamente. Su sonrisa se amplió mientras el olor de la carne cruda y la sangre llenaba sus fosas nasales.

Yunho dio un paso hacia adelante y le sostuvo la carne a la víctima, arrastrando el trozo de carne por su rostro. La víctima se retorció y gritó contra la mordaza, tratando desesperadamente de apartarse de la carne. Yunho se rió, disfrutando del terror de su víctima.

"Manducare totum" ('Cómelo todo'), dijo en latín. El hombre no sabía latín, pero captó el mensaje a la perfección. A pesar de ello, negó con la cabeza, ignorando sus órdenes.

Yunho le agarró del pelo con brusquedad, acercando sus rostros. "Come, hijo de puta", dijo en un susurro, su tono lleno de placer.

El hombre intentó luchar contra Yunho, pero la fuerza de las ataduras lo mantuvo inmóvil. Yunho le quitó la mordaza y empujó la carne en la boca, obligando al hombre a comer.

Al hombre le vino una arcada, e intentó vomitar, pero Yunho lo agarró de la garganta. "No te atrevas", dijo, su voz llena de amenaza. "Si vomitas, te mato".

El hombre tragó la carne, luchando contra la náusea. Yunho soltó la garganta del hombre y se echó a reír, disfrutando del sufrimiento que había infligido.

"Eso es, cabronazo", dijo, su voz burlona. "Ahora entiendes quién está a cargo".

El líder llamó la atención de Yunho momentáneamente, advirtiéndole. "Yunho, latine loqui" ('Yunho, habla en latín').

"Hm...", Yunho asintió y dirigió su mirada a la víctima. "Vis scire quod genus carnium sit?" ('¿Quieres saber qué tipo de carne es?'), dijo Yunho con un tono ligeramente burlón, pero serio. El hombre siguió luchando contra las náuseas, aún sin entender las palabras de Yunho.

"Sakura", dijo Yunho sin desdén. La víctima abrió los ojos, y miró angustiado a Yunho, todo tenía sentido ahora...

Yunho se echó a reír, disfrutando del pánico en los ojos del hombre. "Si... te has comido a tu mujer", dijo Yunho con anticipación mientras le colocaba la mordaza de nuevo a la víctima.

La víctima luchó contra la náusea, pero finalmente no pudo contenerla. El vómito se levantó en su garganta, la bilis y la carne cruda ardiendo en su estómago. La mordaza lo impidió gritar, pero no evitó que el vómito saliera a borbotones.

El vómito se desbordó por los lados de la boca de la víctima, mezclándose con la sangre y la saliva. El hombre intentó respirar, pero el vómito le atascó la nariz y la boca, ahogándolo. Sus ojos se llenaron de pánico mientras luchaba por respirar, su cuerpo convulsionado por la falta de oxígeno.

La víctima se debatía en el suelo, sus ataduras lo mantenían inmóvil mientras el vómito se deslizaba por su cara, mezclándose con la sangre y las lágrimas. Su cuerpo se retorcía en agonía mientras intentaba luchar contra la falta de aire.

Sus ojos se volvieron rojos, y la presión en su pecho creció a medida que luchaba por respirar. La sangre y el vómito se derramaron por su boca y nariz, formando un charco en el suelo debajo de él. Sus ojos se cerraron lentamente, su cuerpo se relajó, y dejó de luchar.

Yunho se acercó al cuerpo inerte del hombre, mirando con satisfacción el resultado de su crueldad. "Mortuus. Unum minus" ('Muerto. Uno menos'), dijo, su voz resonando en la habitación.

A pesar de que el hombre ya estaba muerto, su cuerpo seguía convulsionando. Sus extremidades se movían incontroladamente, dando fuertes sacudidas a la mesa a la que estaba atado. La sangre y el vómito seguían fluyendo por su cuerpo, formando una gruesa capa de fluidos en el suelo.

Los miembros de la secta se alejaron del cuerpo, su trabajo ya estaba hecho. Yunho se quedó allí, observando con satisfacción la escena de muerte y destrucción. El cuerpo del hombre finalmente dejó de moverse, los miembros se alejaron de la sala, dejando atrás una escena de terror y desolación, a excepción de Yunho y Jongho.

"Gracias por encargarte de Nami... entiendo que esté asustada pero no podía dejar que nos denunciara... Y gracias por no decírselo a nadie más, lo último que necesito es que Hongjoong se entere.", dijo Jongho una vez que la sala terminó de vaciarse.

Yunho sonrió, "Para eso estoy pequeñín, me lo pasé bien con ella, hasta compartimos un dulce, ¿sabías?", dijo divertido, "Además... es guapa."


Sacrificium 3: Gula
Nombre: Kang Ji-hoon
Edad: 29
Grupo sanguíneo: 0-

Peccavia Obscura - ATEEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora