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El tiempo pasó mientras jugaban, reían y hablaban de cualquier cosa que se les ocurriera. Finalmente, terminaron acostados en la cama de Stan, ambos mirando el techo, dejando que la conversación fluyera sin esfuerzo. Kyle hablaba de algo que había leído recientemente en un libro, gesticulando suavemente mientras describía la historia. Stan, sin embargo, apenas escuchaba las palabras. Su mirada estaba fija en él, en la forma en que su cabello se movía ligeramente cada vez que giraba la cabeza, en cómo su rostro se iluminaba al hablar con entusiasmo.

Kyle lo notó después de unos segundos. Su voz se apagó, y se giró un poco hacia Stan, arqueando una ceja.

—¿Stan? —preguntó en un murmullo, su tono cargado de curiosidad e inseguridad.

Stan bajó la mirada lentamente, deteniéndose en los labios de Kyle. Parecían invitarlo sin querer. Su corazón se aceleró mientras tomaba una decisión que no podía contener por más tiempo. Se inclinó hacia él, cerrando la distancia entre ellos. Kyle no se movió, solo lo observó con los ojos muy abiertos, su respiración contenida hasta que sintió el contacto suave y firme de los labios de Stan contra los suyos.

Kyle no apartó a Stan, sino que le permitió besarlo, dejándose llevar por el momento. Sin embargo, Stan, perdido en la intensidad del beso, llevó una mano hacia abajo, deslizándola por debajo de la camiseta de Kyle. Fue un gesto espontáneo, como si su cuerpo se moviera por instinto, queriendo sentir más cercanía.

Kyle, sobresaltado, se separó abruptamente, respirando rápido mientras sus mejillas se teñían de un rojo profundo. Se cubrió la boca con una mano, como si intentara procesar lo que acababa de suceder.

—Yo... es tarde. Muy tarde, debería irme —dijo de repente, su voz algo temblorosa mientras evitaba mirar directamente a Stan.

—Kyle, espera, no quise... —Stan comenzó, levantándose un poco, con una mezcla de sorpresa y culpa en el rostro.

—No, no está mal, solo que... yo no... —Kyle balbuceaba, claramente nervioso, mientras buscaba sus cosas apresuradamente—. Es que mañana tenemos clases, y mi mamá seguro me va a preguntar dónde estoy, así que... me tengo que ir.

Stan lo miraba en silencio, sin saber exactamente qué decir para detenerlo, pero también sintiendo que cualquier palabra podría empeorar las cosas.

—Está bien —dijo finalmente, su voz apagada.

Kyle asintió, agarró su mochila, y salió casi corriendo de la habitación, sin darle a Stan oportunidad de decir más. El aire quedó pesado en el cuarto, y Stan se dejó caer de nuevo sobre la cama, mirando al techo mientras soltaba un largo suspiro, sintiéndose más confundido que nunca.

Kyle, por su parte, caminaba rápidamente hacia su casa, su corazón aún latiendo con fuerza mientras intentaba entender lo que había pasado. No podía dejar de pensar en el beso, en la mano de Stan, y en cómo todo lo había hecho sentir. Su mente estaba en caos, pero había una sensación que no podía negar: no quería que todo terminara de esa manera.

Mientras Kyle caminaba rápidamente hacia su casa, con el rostro aún encendido por la vergüenza y la confusión, no podía evitar que su mente se llenara de pensamientos desordenados. ¿Por qué reaccioné así? se preguntaba, con las manos aferradas a las correas de su mochila. Su corazón seguía latiendo con fuerza, como si estuviera intentando escapar de su pecho.

No es como si fuera la primera vez... Pensar eso solo lo hacía sentirse más incómodo. Recordó aquella noche hace tiempo, cuando todo entre él y Stan había comenzado a cambiar, cuando ambos cruzaron una línea que no habían anticipado. Aquello había sucedido en un impulso, algo torpe y sin planear, pero no lo había detenido entonces.

"AMIGO" styleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora