⸺⸺❛Primero de su nombre.❜

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❝No creo que nadie sienta lo que yo siento por

ti ahora.— Wonderwall. ❞


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━━ ˓ ֹ 𖥻 LOS GRITOS DEL BULLICEÓ ESTREMECIÓ CADA RINCÓN DE LA FORTALEZA. La princesa heredera se le helo la sangre al estar reposando en el aposento que compartía con su consorte. Aferró con impetuosidad las finas sábanas, convirtiéndolas en un apretado manojo entre sus temblorosos dedos. El terror se apoderó de ella al escuchar los clamores provenientes del exterior. Gritos que celebraban la inminente llegada de un heredero, pero no el sacrificio de la mujer que daría la vida ni de aquella que podría perderla.

— Tranquila, mi señora. —La calmada voz de Elinda atrajo a la realidad mientras suministro un trapo enjuagado en helada agua hacia la frente. — Debe empezar a empujar.

— ¡No! — Exclamó en un alarido. — ¡Aemond....necesito a mi esposo!

Con gran esfuerzo, y a pesar de la pesadez de su cuerpo, la joven logró incorporarse. Las damas de compañía, alarmadas, suplicaron que volviera a la cama, pero su terquedad dominó la situación. Al levantarse, las frías baldosas del suelo estremecieron la piel desnuda de sus pies. Ignorando el dolor, comenzó a caminar, intentando calmar las contracciones que la sacudían. Sin embargo, la criatura que rugía por salir de lo más profundo de sus entrañas no cedía en su afán por nacer.

Un estruendo ensordecedor resonó a lo lejos, el rugido de un cielo tronando en respuesta al alboroto de la celebración. La princesa se encogió ante el sonido y, como un cruel recordatorio, su mente la transportó a un recuerdo que había marcado trágicamente su juventud: la muerte de su madre, la reina Aemma, quien había perecido en el lecho de parto mientras intentaba dar a luz al ansiado hijo del rey.

—No quiero morir, no aquí —murmuró con voz quebrada. Su cuerpo se contrajo por el inevitable dolor que la sometía, y las lágrimas rodaron por su rostro como pequeñas perlas, brillando en medio de la penumbra—. Maldición... maldición.

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