La luz del sol se colaba a través de las persianas mal cerradas de la oficina, iluminando con un tono cálido el desorden de papeles y carpetas esparcidos por la mesa. Harry fue el primero en abrir los ojos. La dureza del suelo en el que había dormido le había dejado el cuerpo entumecido, y un leve dolor en el cuello le recordaba la incomodidad de la noche.
La respiración suave de Victoria acariciaba el aire, y sus ojos se detuvieron en ella. Su figura estaba encogida, su rostro relajado, enmarcado por mechones desordenados de cabello. A pesar del evidente cansancio en sus facciones, irradiaba una serenidad que Harry no había visto antes en ella.
Se permitió observarla por un momento más; de todos modos, no podía moverse demasiado debido a la extraña posición en la que habían quedado. Pero, incluso si hubiera podido, no habría querido. Cualquier movimiento la despertaría, y sabía cuánto necesitaba descansar. La cercanía le permitió admirar sus facciones como nunca antes lo había hecho. Era lo más cerca que había estado de ella, y podía notar incluso las pequeñas pecas escondidas sobre su nariz, así como la forma dulce en la que su boca suspiraba mientras seguía sumergida en sueños.
Con la delicadeza de una rosa, Harry deslizó las yemas de sus dedos sobre un mechón de cabello castaño que caía sobre su rostro, apartándolo con suavidad para tener una vista completa de su jefa. Sin embargo, cuando sus facciones empezaron a cambiar, dando señales de que estaba despertando, se obligó a despegar la mejilla del sofá que compartían.
Disimulando, giró el cuello con cuidado para liberar la tensión acumulada y se acomodó mejor en el suelo. Un ligero masaje en su adolorida nuca le recordó que había renunciado al sofá para dejarle a ella un lugar más cómodo, una decisión que, a pesar de las molestias, no lamentaba en absoluto.
Ella abrió los ojos lentamente, desorientada. Su mirada vagó por la habitación antes de enfocarse en él.
—¿Harry? —murmuró, su voz aún ronca por el sueño.
—Ya es de día —respondió, moviéndose un poco hacia atrás para darle espacio.
—Dios, lo siento, no recuerdo en qué momento me quedé dormida ayer —susurró, sentándose con dificultad y restregándose los ojos, intentando recuperar un poco la visión debido a la luz que se filtraba plenamente en el edificio.
—¿Qué hora es? —preguntó, y entonces él llevó la muñeca a su campo de visión, notando que ya eran casi las nueve. Pronto comenzarían a llegar todos, lo que sería un gran problema considerando los rumores que ya se habían empezado a extender.
—Demonios, son las 8:48 —murmuró, levantándose de la alfombra. Sus ojos se detuvieron un segundo más de lo necesario en el lugar donde Harry había dormido.
—¿Has dormido allí? —preguntó.
Harry se estiró, acomodándose la camisa e intentando lucir, al menos, un poco más presentable. Sin embargo, no fue un buen momento. Justo mientras ajustaba los botones cercanos a su garganta, la puerta se abrió de golpe y Andrea apareció con una bandeja de desayuno en las manos y una expresión que delataba, inequívocamente, la sorpresa de lo que estaba viendo.
Andrea se quedó congelada en el umbral de la puerta, con los ojos muy abiertos y las mejillas enrojecidas. La bandeja tembló levemente en sus manos, como si estuviera luchando por procesar la imagen frente a ella: Harry, a medio vestir, y Victoria, sentada en el sofá con el cabello desordenado y el rostro visiblemente cansado. La situación hablaba más de lo que cualquiera de los dos podría intentar explicar.
—Buenos días... —murmuró Andrea finalmente, aunque su tono parecía estar más lleno de preguntas que de cortesía.
Harry caminó rápidamente hacia la puerta, cerrándola con movimientos nerviosos y tratando de ocultar el hecho de que estaba tan fuera de lugar como Andrea, a quien hizo ingresar de inmediato.
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Absolución | Harry Styles.
FanficSu ambición y sus sueños siempre habían sido más importantes que el amor, y ahora que lo había conseguido todo y estaba en la cima, no tenía con quien compartirla. Un trono demasiado grande para una reina solitaria. ⓘ Contenido sexual explícito, le...