En ese camerino testigo de tantas anécdotas se percibe un aire de nostalgia en el ambiente. César y Victoria estan sentados en el mismo sofá donde tantas veces rieron como amigos o ensayaron sus libretos y otras tantas se amaron, pero esta vez mirándose a los ojos de una manera diferente, sabiéndose amados.
César: (suspira) Ojalá te hubiera conocido antes, Victoria. Ojalá nuestros caminos se hubieran cruzado sin obstáculos, sin ataduras que nos impidan ser lo que realmente sentimos.
Victoria: (mira al suelo, pensativa) Sí, César. A veces me pregunto cómo habría sido todo si no estuviéramos en esta situación. Si tan solo hubiéramos tenido la oportunidad de amarnos sin miedo.
César: (acerca su mano a la de ella) Imagínate, podríamos haber vivido tantas cosas juntos. Viajes, risas, momentos que ahora parecen un sueño lejano. (pausa) De lo que sí tengo certeza que habría pasado si te hubiese conocido antes, es que te habría besado muchas más veces.
Victoria: (sonríe con tristeza, sus ojos brillan) Y yo te habría devuelto esos besos con la misma intensidad. Cada vez que pienso en lo que pudo ser, me duele. (acaricia la mano de César) Pero también me alegra haberte conocido, aunque haya sido tarde.
César: (se inclina hacia ella, su mirada se intensifica) No puedo evitar sentir que hay una conexión entre nosotros que trasciende el tiempo y el espacio. (acaricia su rostro suavemente) A veces desearía poder cambiar el pasado, solo para tenerte a mi lado.
Victoria: (cierra los ojos mientras siente su caricia) Yo también lo deseo, César. Cada vez que estoy contigo, siento que el mundo desaparece. Pero luego regresa la realidad, y me duele saber que estamos atados a otras vidas.
César: (frunce el ceño, frustrado) Es tan injusto. ¿Por qué el destino nos juega estas cartas? (se inclina un poco más hacia ella) A veces me pregunto si hay alguna forma de liberarnos de todo esto, de seguir nuestros corazones.
Victoria: (suspira, su voz se quiebra) No sé si hay una respuesta. Pero lo que sí sé es que cada momento a tu lado es un regalo. (lo mira a los ojos) Me haces sentir viva, y eso es algo que no puedo ignorar.
César: (se acerca más, sus labios casi se tocan) ¿Y si solo por este instante, dejáramos de lado todo lo que nos separa? (su aliento se mezcla con el de ella) Solo un beso, Victoria, uno que hable de lo que sentimos sin necesidad de palabras.
Victoria: (su corazón late con fuerza) ¿Y si ese beso nos hace desear más? (un leve temblor recorre su cuerpo) Pero... (mira a su alrededor, indecisa) No sé si debería...
César: (con firmeza) A veces, los momentos más peligrosos son los que más valen la pena. (con un gesto suave, acaricia su mejilla) No quiero arrepentirme de no haberte besado, una vez más. No quiero que este momento se nos escape.
Victoria: (se rinde ante su mirada intensa) Tienes razón. (cierra los ojos y se acerca) Este es nuestro momento, tenemos que vivirlo plenamente.
Se besan suavemente, al principio con sutileza como memorizandose , pero luego con una pasión reprimida que explota en sus corazones. Las manos de César se deslizan por la espalda de Victoria mientras ella se aferra a su cuello, como si no quisiera soltarlo nunca.)
César: (separa sus labios de los de ella, respirando entrecortadamente) ¿Ves? Cada vez que nos besamos compruebo que eres mi anhelo mas profundo. Lo que aún podría ser.
Victoria: (con lágrimas en los ojos) Pero también lo que no podrá ser nunca. (se aparta un poco, buscando la realidad) No puedo evitar pensar en nuestras familias, en las vidas que hemos construido.
César: (con tristeza) Lo sé, lo sé. Pero lo que siento por ti es real, y no puedo ignorarlo. (toma su mano, entrelazando sus dedos) A veces, desearía que el amor fuera suficiente para romper las cadenas que nos atan.