Sin tapujos

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En una habitación iluminada tenuemente por la luz de la luna que se filtra a través de las cortinas y con el aire está cargado de una mezcla de deseo y complicidad, César y Victoria se encuentran en un momento de intimidad, sabiendo que el tiempo es limitado, pero que cada segundo cuenta.

César: (acercándose a Victoria, acariciando su rostro con ternura) Sabes, a veces me pregunto cómo es que hemos llegado hasta aquí. Este rincón de locura en el que todo es posible, donde el mundo se detiene y solo existimos tú y yo.

Victoria: (sonríe, sintiendo la calidez de su mano) Es una locura hermosa, César. A veces me asusta, pero cuando estoy contigo, todo lo demás se desvanece. (se acerca un poco más, dejando que sus labios rocen los de él)

César: (con un susurro) No te asustes. Aquí, en este espacio, no hay juicios. Solo deseo. (la toma de la cintura, acercándola más a su cuerpo) Quiero que te muestres tal cual eres, sin filtros.

Victoria: (mirándolo intensamente) ¿De verdad no te importa? A veces me siento tan vulnerable... (susurra mientras sus dedos juegan con el cabello de César)

César: (sonríe, inclinándose para besar su frente) Al contrario. Me encanta tu vulnerabilidad. Es lo que te hace real. (se aparta un poco para mirarla a los ojos) Tus defectos, tus cicatrices, todo eso es parte de ti. Y a mí me gusta todo de ti.

Victoria: (con una risa suave) ¿Incluso cuando estoy en pijama, con el pelo desordenado y sin maquillaje?

César: (con complicidad) Especialmente así. Porque ahí es cuando eres más tú. (la abraza, sintiendo su calor) Eres perfecta en tu imperfección.

Victoria: (se sonroja, sintiendo la intensidad de su mirada) A veces siento que estoy traicionando a mi vida, a mi matrimonio… (murmura, pero sus ojos brillan con deseo)

César: (acariciando su mejilla) No se trata de traición, amor. Se trata de vivir. De sentir lo que ambos sabemos que existe entre nosotros. (sus labios se encuentran en un beso suave, pero cargado de pasión)

Victoria: (rompe el beso, mirándolo con intensidad) Pero, ¿y si nos descubren?

César: (sonriendo, acercándose de nuevo) Si nos descubren, que así sea. Pero mientras estemos aquí, en este momento, quiero que te entregues a lo que sentimos. (la besa con más fervor, sus manos explorando su espalda)

Victoria: (suspira, dejándose llevar) Tienes razón. Quiero dejar de pensar en todo lo que nos rodea. (se aferra a su cuello, acercándose más) Quiero sentir tu cuerpo, tu calor.

César: (susurra mientras sus labios recorren su cuello) Entonces, no te tapes. Muéstrame todo lo que eres. (sus manos acarician su piel, sintiendo cada curva, cada imperfección)

Victoria: (cerrando los ojos, disfrutando de sus caricias) Me haces sentir tan viva, César. (se separa un poco para mirarlo) ¿Por qué no podemos quedarnos así para siempre?

César: (con una mirada profunda) Porque el mundo no nos permite, pero aquí y ahora, somos libres. (la besa con pasión, sus cuerpos se entrelazan, sintiendo la lujuria y el amor en cada roce)

Victoria: (murmurando entre besos) Quiero que me beses así siempre, como si el tiempo no existiera.

César: (con un brillo en los ojos) Y yo quiero que nunca te tapes. Eres una golosina, y yo solo quiero saborearte.

Sus labios se encuentran de nuevo, y el aire se llena de promesas y deseo.

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