Coma

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Salgo por la puerta, y nada más salir escucho las trompetas. Eso significa que mis padres están listos para salir al igual que yo. Me reúno con ellos en el Gran Salón, para salir al balcón, por el cual tenemos que saludar a la población, después saldremos a la puerta principal y nos montaremos en la limusina, como todos los años. Hace unos 10 años, habría tenido que permanecer junto a la Casa Real durante todo el día, pero afortunadamente, los tiempos han cambiado para todos, y si quiero, después del desfile de papá, puedo irme con mis amigos a donde quiera.

-Áine, venga, hay que salir a saludar -dice mi madre, con su vocecita tierna que pone cuando habla conmigo-.

Nos abren la puerta del balcón, y acto seguido salimos nosotros. La verdad es que siempre me ha gustado eso de salir y que tu pueblo suba el volumen de sus voces y nos victoreen, aunque yo pienso que lo hacen por hacer, que en realidad les gustaría más quedarse en casa y pasar de esto. Pero ahora que lo pienso si están aquí es por que quieren, nadie les obliga a asistir, hay democracia, no es lo mismo. 

-¡Feliz día de Adelide, nuestra querida población! Nos sentimos muy orgullosos de estar un año más aquí con todos ustedes. Nuestra nación ha tenido unos cuantos baches en lo que se refiere a la monarquía. Hemos cometido errores como humanos que somos, pero aún así habéis estado siempre cerca de nosotros, animándonos a seguir con nuestro trabajo, ¡y os lo agradecemos con toda nuestra alma! Y sin más preámbulos, bajaremos en nuestro automóvil, para celebrar todos juntos este día tan especial -dice mi padre, con su discurso de siempre-.

El pueblo vocea más y más, y vuelven las trompetas. Ahora solo media hora más y podré largarme.

Antes del desfile mi madre me dice que ha hablado con papá y que puedo irme antes. Ya no soy una niña, tengo 17 años, en 8 meses cumpliré los 18, es normal que me dejen un poco más de libertad. Esta libertad la llevo queriendo desde que conocí al cámara el año pasado, voy a buscarle, espero encontrarle.

Todo el suelo está lleno de confeti, con tan mala suerte que resbalo y me caigo al suelo. Una persona me ofrece su mano para levantarme. Cuando miro, descubro que es el cámara. Me quedo hipnotizada al mirarle, ha cambiado mucho. Es más alto, le ha crecido un poco de barba, que se le nota mucho a él, porque es blanco y muy moreno. Tiene unos ojos de color avellana que volverían loca a cualquier chica que se los mirara. Se ha convertido en un hombre muy atractivo.

-Princesa Áine, ¿está usted bien? -me pregunta con cara de preocupación-.

-Oh, sí, estoy perfectamente.

-Espere que la ayudo -me agarra del brazo, y como consecuencia me agarro a él yo, está muy fuerte-.

-Umm, gracias -le respondo con una tímida sonrisa- Yo te conozco, ¿verdad?

-Puede ser. El año pasado coincidimos y nos vimos. Es un placer conocer a la Princesa más famosa del mundo -se ríe y descubro que tiene una risa parecida al Kent de Barbie-.

-¿La Princesa más famosa del mundo? ¿A qué te refieres?

-Claro, usted es la primera Princesa nacida de un matrimonio entre aristocrático y plebeya, ¿no lo sabía?

-Lo cierto es que no. Bueno, ahora que lo dices, no conozco a otra persona con mi condición.

-Por ahora es usted la única, pero pronto no lo será ya más. Hay otro matrimonio en el Sur de Europa, pero no han tenido todavía hijos. Bueno, debería irme, ha sido un inmenso placer volverla a ver, Princesa. 

-¡Espera! ¿Volveremos a vernos, no?

-En cuanto acabe el desfile.

-Te esperaré. Ah, por cierto, deja de tratarme de usted, puedes tutearme -le digo a modo de coqueteo-.

-De acuerdo, te veo luego, Princesa-.

-Hasta después.


No para de llamarme Princesa, ya sé lo que soy, no hace falta que la gente me lo repita una y otra vez. Al parecer, mi madre me contó que lo hacen por educación, pero a mi no hay cosa que me moleste más que que me traten como a alguien superior. Yo siempre he pensado que todos somos iguales, no hay nadie superior ni inferior a nadie. Que hace sabe Dios cuantos siglos un tipejo se proclamara Rey porque le dio la gana y los demás serían sus súbditos, me parece muy imbécil. Yo nunca fui de esas Princesuchas que se creen las mejores, desde niña mi madre me inculcó esta humildad que ahora es parte de mí, sinceramente no sé como pudo casarse con papá, ¿que tiene ese hombre que le pareció tan atractivo? Hay veces que la abuela me decía que lo hizo por interés, pero todos los guardaespaldas o trabajadores de Palacio me dijeron que no la hiciera ni caso, que llega a ser por ella, nunca se hubieran casado. El abuelo fue mejor en cuanto a aceptar su relación, pero mi abuela fue casi imposible, el abuelo fue quién la convenció, hay quienes dicen que se casaron por conveniencia, que mi abuelo estaba enamorado de otra mujer, pero que no pudieron tener relación por culpa de las ideas de aquellos tiempos. Debe ser por eso que aceptó la relación de mis padres, no querría que su hijo pasara lo mismo que pasó él. 

-¡Princesa Áine! El desfile ha terminado-.

-Oh, genial. Vayamos a... -me interrumpe un guardaespaldas-.

-Princesa, lo siento pero tiene que volver a Palacio -lo dice con preocupación-.

-¡Qué!, ¿pero que ha pasado?

-Su madre no se encuentra bien, tiene que venir conmigo, son ordenes del Rey.

-Mamá... te veo otro día, mi madre es de lo más importante para mí, ¿cuál es tu nombre?-.

-Mi nombre es Alex-.

-Alex... de acuerdo, te veré otro día-.

-Vayámonos Princesa, no quiero problemas -dice el guardaespaldas-.


No sé que podrá haber pasado, mamá no es de ponerse enferma de un día para otro. Algo realmente malo ha debido de pasar y no sé que podrá ser, necesito hablar con ella. He visto a mi padre entrar en su habitación, y si no me falló la vista, creo que estaba llorando. Pero, ¿mi padre, llorando?, ¿que está pasando? Nunca llora, jamás ha llorado. Esto esta empezando a asustarme. Entro en su habitación y mi madre tiene los ojos cerrados, pero respira.

-Papá, ¿que le pasa? ¿Estaba cansada?

-Áine... tu madre ha... entrado en coma -dice mi padre, muy acongojado-.

-¿¡Cómo que en coma?!, ¿pero que ha pasado? -digo a punto de llorar-.

- No lo sé, estábamos tan tranquilos saludando desde el automóvil, cuando de repente tu madre se cayó, no entiendo nada de lo que ha pasado, pero ha venido hace nada un médico y podría pasar en coma por meses, o incluso por años...

Esta vez si que empiezo a llorar. Mi madre en coma... no puedo ni entenderlo. No tiene sentido... Mamá es muy sana, siempre ha comido muy sano y hacía mucho deporte, no entiendo lo que ha podido pasar. Ahora solo queda esperar, pero temo tener que esperar toda la vida.

Princesa ActualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora