SOMBRAS DE CULPA

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CAPITULO XII

La habitación era fría y austera, iluminada por una luz fluorescente que parpadeaba intermitentemente, creando un ambiente tenso. 

Me senté en la mesa, con mis manos entrelazadas, mientras el oficial de policía, un hombre de rostro severo y mirada penetrante, me observaba con desdén.

― Vamos hacerlo simple ― Comenta el oficial con su voz grave resonando en la sala.

El oficial golpea la mesa tan fuerte que del susto pego un sobresalto que hace que mi corazón lata muy fuerte, tan fuerte que mis manos tiemblan.

― Estás aquí porque anoche un joven fue encontrado muerto en la mansión Roberts. Y tú, Megan, fuiste una de las últimas personas que lo vio con vida.

― Así fue, pero no tengo nada que ver con su muerte.

Trague saliva, sintiendo cómo el sudor comenzaba a acumularse en mi frente.

―Tengo entendido que desde que llegaste a Blackriver los asesinatos y desapariciones han sido muy seguidas.

― No sé de qué está hablando ― respondí con una calma que apenas podía sostener.

El oficial se inclinó hacia adelante, sus ojos estaban fijos sobre mí.

― ¿De verdad crees que puedes salirte con la tuya? Todos te vieron discutir con el y golpearlo.

―Intento besarme a la fuerza, solo me defendí y Hades me ayudo, pero jamás mataría a nadie.

― ¿Nada más?

El oficial dejó escapar una risa burlona.

― ¿Y qué hay de Hades? ¿Qué estaban haciendo juntos? ¿Acaso planeaban algo?

― Me invito a la fiesta, solo eso, no, no planeábamos nada.

Vacile un poco, buscando las palabras adecuadas mientras el peso del interrogatorio caía sobre mi como una losa.

― No... no hicimos nada, ― balbuceó finalmente. ― "Solo estábamos allí."

― "¿Solo estaban allí?" ― repitió el oficial con desdén. ― ¿Y cómo es que ambos son los únicos que no tienen coartada? Las sombras de culpa se ciernen sobre ustedes dos, y no me gusta lo que veo.

Siento cómo la presión aumenta en mi pecho; cada palabra del oficial era un clavo más en el ataúd de mi inocencia.

Sabía que debía encontrar una manera de salir de esta situación antes de que las sombras se convirtieran en cadenas irrompibles.

En ese momento, la puerta se abrió y Hades entró, su rostro pálido y sus ojos llenos de miedo.

El oficial se volvió hacia el sin perder tiempo.

― Tú también estás bajo sospecha. Dime, ¿Qué sabes sobre la muerte de ese chico?

― No sabemos quién lo hizo, pero no somos culpables. ― Responde Hades.

El oficial sonrió cínicamente.

― Quizás no lo sean... todavía. Pero créanme, las verdades ocultas siempre encuentran la manera de salir a la luz.

Las miradas entre Hades y yo se cruzaron; sabíamos que el verdadero terror apenas comenzaba y que las sombras del pasado podrían ser más oscuras de lo que jamás imaginamos.

La mansión Roberts, una joya arquitectónica de antaño, se había convertido en un escenario de pesadilla.

La luz del día apenas lograba penetrar las gruesas cortinas de terciopelo negro que cubrían las ventanas, dejando la habitación sumida en una penumbra inquietante.

El aire estaba impregnado de un olor metálico y dulzón que hacía que el estómago se revolviera.

En el centro del salón, el cuerpo del joven yacía desplomado sobre el suelo de mármol blanco, ahora manchado de un rojo intenso que se extendía como un siniestro lienzo.

Su rostro, una máscara de terror congelada en el tiempo, mostraba los últimos momentos de su vida: ojos desorbitados y boca entreabierta en un grito mudo.

La sangre brotaba de múltiples heridas, cada una más profunda que la anterior, como si alguien hubiera disfrutado del acto macabroso con una frialdad escalofriante.

Alrededor del cuerpo, los restos de la fiesta estaban esparcidos: copas rotas y platos derribados, como si los invitados hubieran huido despavoridos ante la escena horrenda.

Un charco oscuro se formaba bajo el cadáver, reflejando las luces parpadeantes del candelabro que colgaba del techo, creando sombras danzantes que parecían burlarse del horror.

Una vez más un misterioso asesinato envuelve a Blackriver, pero esta vez la policía ha tomado cartas en el asunto.

El chico asesinado era Aaron Roberts, el hijo menor de los Roberts, era un chico muy problemático y con mucha adicción a las drogas.

Gracias al dinero de su padre solía salirse con la suya.

La escena era un recordatorio brutal de lo efímero que podía ser la vida y lo oscuro que habitaba en el alma humana.

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⏰ Última actualización: Nov 30 ⏰

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HADES (peligrosa obsesión) [TRILOGÍA INFIERNO] (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora