◞◟ 008

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Sae estaba recostado en su cama, con los ojos fijos en el techo de su habitación. La luz tenue del cuarto apenas iluminaba sus pensamientos, pero en su mente, todo era un caos. Llevaba semanas así, desde aquella primera cita con Ryusei. Intentaba cerrar los ojos para dormir, pero apenas lo hacía, la imagen del rubio volvía a aparecer. Recordaba cada detalle: la forma en que Ryusei sonreía, sus comentarios atrevidos y la manera en que lo miraba, como si pudiera leerlo por completo. Esa mirada... intensa, directa, parecía atravesarlo, dejando al descubierto cosas que ni él mismo quería aceptar. No entendía cómo había llegado a este punto. Nunca se había permitido sentirse así por alguien, mucho menos por alguien tan opuesto a él.

Las cosas solo empeoraban en los días siguientes. Después de aquella cita, se cruzaban constantemente: en el parque, en la entrada del complejo de departamentos o incluso en la tienda cercana. Eran encuentros breves, casi casuales, pero cada uno lo dejaba más confundido que el anterior. Ryusei parecía siempre relajado, como si no tuviera idea del torbellino que había desatado en su interior. Cada vez que lo veía, una sensación de nerviosismo lo invadía. Intentaba actuar con normalidad, pero su cuerpo lo traicionaba: sus manos sudaban, su voz temblaba ligeramente, y su corazón... ese traidor latía a un ritmo descontrolado. Y lo peor era que, a pesar de intentar negarlo, una sonrisa involuntaria se formaba en sus labios cada vez que recordaba algún comentario o gesto del rubio.

—Esto no puede estar pasando —murmuró para sí mismo, pasando una mano por su cabello rojizo, despeinándolo aún más.

Se giró en la cama, abrazando la almohada con frustración. "No puede ser lo que pienso. Solo es... admiración", intentaba convencerse. Pero en el fondo, sabía que era algo más. Algo que nunca había sentido antes. Y esa incertidumbre lo aterraba.

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A la mañana siguiente, mientras caminaba por el pasillo del complejo de departamentos, Sae intentaba evitar pensar en todo lo ocurrido. Sin embargo, el destino parecía tener otros planes. Frente a él, como si lo estuviera esperando, estaba Ryusei, recargado contra la pared con una sonrisa confiada.

—¿Cómo estás hoy? —preguntó Ryusei, con ese tono despreocupado que siempre usaba.

Sae sintió cómo un calor extraño subía por su cuello hasta sus mejillas. Intentó evitar su mirada, pero fue inútil. Sentía que su corazón estaba a punto de delatarlo en cualquier momento. Respiró hondo, intentando encontrar una respuesta que no lo expusiera.

—Estoy… bien —respondió casi en un susurro, evitando hacer contacto visual.

Ryusei frunció el ceño, preocupado—. ¿Estás seguro? —Se acercó un poco más y colocó su mano en la frente de Sae—. ¿Estás enfermo? Pareces algo rojo.

El pelirrojo dio un paso atrás, apartándose bruscamente—. Estoy bien. Solo… tengo prisa. —Intentó sonar firme, pero su voz temblaba ligeramente.

—¿Prisa? Pero si no dije nada aún —respondió Ryusei, con una mezcla de confusión y diversión en su voz.

Sin responder, Sae giró sobre sus talones y comenzó a caminar rápidamente en dirección contraria. Sabía que estaba huyendo, pero en ese momento, enfrentarse a Ryusei era lo último que quería hacer. Su corazón estaba siendo un traidor, y la sola idea de que el moreno pudiera darse cuenta de lo que sentía lo aterraba. No podía permitirse perder el control.

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Desesperado y sin saber a quién acudir, Sae terminó frente a la puerta del departamento de Oliver. Sacó la llave de repuesto que tenía y abrió la puerta, solo para encontrarse con una escena que lo hizo desear haber tocado antes de entrar. Oliver estaba en el sofá, con una chica encima de él, ambos en un estado de desorden evidente. La camisa de Oliver estaba abierta, y la chica reía mientras le susurraba algo al oído. Sae se quedó paralizado por un segundo antes de cerrar la puerta rápidamente, sintiéndose aún más incómodo de lo que ya estaba.

Pasaron unos minutos, y la puerta volvió a abrirse. La chica salió, ahora vestida y arreglada, sin prestar mucha atención a Sae mientras se marchaba. Él la vio desaparecer por el pasillo antes de entrar nuevamente.

—Me interrumpes en el mejor momento. La próxima avísame —dijo Oliver con su típica sonrisa despreocupada, ajustándose la camisa.

—Si no fuera algo importante, te hubiera avisado —respondió Sae, cruzándose de brazos y mirando hacia otro lado.

Oliver lo observó con más interés—. ¿Algo importante, eh? —Luego de un momento de silencio, añadió—. No me digas… ¿se trata de Shindou?

Sae no respondió de inmediato. El silencio se extendió en la habitación, mientras Oliver lo estudiaba con una mirada que lo hacía sentir aún más vulnerable.

—No me digas que ya caíste ante él —bromeó Oliver, cruzando los brazos y soltando una pequeña carcajada.

Sae sintió cómo su rostro se calentaba nuevamente. Bajó la mirada, incómodo, y murmuró—. No… no es eso. Solo… es complicado. Nunca me había sentido así.

Oliver lo interrumpió, apoyando una mano en su hombro—. Sae, por favor. Es obvio. Solo tú no te has dado cuenta.

—No puede ser. No tiene sentido —insistió Sae, casi más para sí mismo que para Oliver.

—El amor nunca tiene sentido. Pero, por lo que veo, ya estás perdido. —Oliver sonrió con complicidad—. Y lo sabes.

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Bueno perdon x la demora 🥺
Como ya llega fin de año los proyectos se me están acumulando y casi no tengo tiempo 👶🏿😓😓🥺 pero será cap doble, bien cortitos pero doble 😛😜😜🤪
)en unos minutos subo el nueve

Vecinos | RyusaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora