Ryusei se encontraba sentado en uno de los bancos del parque cercano al complejo de departamentos, las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, mientras su mente repasaba una y otra vez lo ocurrido con Sae esa mañana. No entendía qué había hecho mal. Durante las últimas semanas, Sae había empezado a comportarse de manera extraña. Apenas lo miraba a los ojos, algo que antes parecía tan natural entre ellos, y lo que más le dolía: había dejado de querer pasar tiempo con él y Charles. Podía entender que el niño a veces fuera demasiado inquieto, incluso molestoso, pero siempre lograba sacarle una sonrisa al pelirrojo.
—¿Qué carajo pasó? —murmuró para sí mismo, frustrado.
Recordaba cada pequeño detalle de sus últimos encuentros, buscando pistas de lo que podría haber hecho para que Sae se alejara. Siempre fue directo, siempre lo fue con todos, pero con Sae… todo era diferente. No podía tratarlo como a cualquier otra persona. No era solo una atracción pasajera o un juego de coqueteo. Sae era un interés sin límites, alguien que había logrado tocar partes de él que ni siquiera sabía que existían. Y eso lo tenía completamente desarmado.
Quería hablar con él, arreglar lo que fuera que había roto, pero no sabía cómo. No podía usar las mismas tácticas que usaba con otros. Sae no era alguien que se dejara impresionar fácilmente, y mucho menos con palabras vacías. Además, cada vez que lanzaba alguna indirecta, parecía que lo incomodaba más. La última vez, Sae había apartado la mirada, y cuando la recuperó, su expresión había cambiado: parecía molesto. ¿Qué había hecho mal?
Esa pregunta le daba vueltas en la cabeza mientras se acercaba a la puerta del departamento de Sae. Se detuvo, respiró profundo. No tenía idea de qué iba a decir, pero necesitaba hablar con él, aclarar las cosas.
Justo entonces, lo vio. Sae venía caminando hacia él, el cabello pelirrojo brillando bajo la tenue luz del atardecer. Ryusei se quedó paralizado por un momento. Se veía… más lindo que nunca. Tal vez era porque hacía días que no tenían una conversación normal, o porque esa distancia lo hacía extrañarlo más. Lo veía diferente, como si cada rasgo suyo se hubiera vuelto más evidente.
Cuando el pelirrojo estuvo lo suficientemente cerca, lo único que se le ocurrió fue preguntar:
—¿Cómo estás hoy? —intentó sonar relajado, pero su voz traicionaba un leve nerviosismo.
—Estoy… bien —respondió Sae, casi en un susurro, evitando mirarlo a los ojos.
Algo en la manera en que habló lo preocupó. La voz de Sae sonaba débil, casi forzada. Ryusei frunció el ceño, dando un paso hacia él. Estiró la mano y la puso suavemente en la frente del pelirrojo, como para comprobar si tenía fiebre.
—¿Estás seguro? —preguntó con genuina preocupación—. ¿Estás enfermo? Pareces algo rojo.
Para su sorpresa, Sae dio un paso atrás bruscamente, como si su contacto le molestara. Ese gesto le dolió más de lo que quería admitir. Antes, Sae no tenía problema con que lo tocara, incluso parecía disfrutarlo. ¿Qué había cambiado?
—Estoy bien. Solo… tengo prisa —respondió Sae, nervioso.
Ryusei intentó retenerlo, quería hablar, aclarar las cosas.
—¿Prisa? Pero si no dije nada aún —dijo, intentando sonar casual, pero el pelirrojo ya se había girado y se alejaba rápidamente.
Se quedó ahí, estático, viendo cómo Sae desaparecía por el pasillo. ¿Acababa de huir de él? La idea lo golpeó con fuerza. Tal vez Sae quería terminar con esa pequeña relación que estaban construyendo.
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Horas más tarde, en el departamento de Otoya, Ryusei estaba desplomado en el sofá, con una expresión de derrota. Otoya lo miraba con los brazos cruzados, mientras Karasu se mantenía de pie junto a la ventana, con su típica expresión seria.
—¿Cómo puedes ser tan idiota? —dijo Otoya, pasándose las manos por la cara—. Con razón ya no te quiere hablar.
—¡Cállate, Otoya! —respondió Ryusei, lanzándole una almohada.
Otoya esquivó el golpe, riendo—. Es la verdad. Seguro que lo asustaste con tu cara de acosador.
—¡No ayudas en nada! —gruñó Ryusei, apretando los dientes.
—Ya no se lo recuerdes —intervino Karasu, intentando calmar la situación—. Mejor pensemos qué fue lo que realmente pasó.
Otoya se sentó junto a Ryusei, con una sonrisa traviesa—. A lo mejor… ¡Sae es un agente secreto! Se está alejando porque tiene miedo de que lo descubras y tiene que proteger su identidad.
—¿En serio? —Ryusei lo miró con incredulidad—. ¿Eso es lo mejor que se te ocurre?
—Bueno, piénsalo un poquito —continuó Otoya, ignorando las miradas de sus amigos—. Tal vez tiene superpoderes y está entrenando en secreto. No quiere que te acerques porque podrías descubrirlo.
—Otoya, ya cállate —Karasu lo interrumpió, rodando los ojos—. Deja de decir tonterías.
—¿Y si tiene un gemelo malvado? —insistió Otoya, sin rendirse—. Tal vez te está evitando porque no quiere que lo confundas.
Ryusei dejó caer la cabeza en sus manos—. ¿Por qué les pedí ayuda a ustedes?
Karasu suspiró—. Hablando en serio, Ryusei… Tal vez Sae está actuando así porque siente algo por ti, pero no sabe cómo manejarlo.
Ryusei levantó la mirada, sorprendido—. ¿Crees que…?
—Es posible —asintió Karasu—. Has estado tan seguro de que Sae nunca caería, que no te diste cuenta de que ya lo hizo.
Otoya sonrió de manera burlona—. O sea, ¡eres tan malo ligando que ni te diste cuenta de que ganaste!
Ryusei lo miró, una pequeña sonrisa formándose en sus labios—. Soy un imbécil…
—Sí, lo eres —respondieron Otoya y Karasu al unísono, estallando en risas.
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Siento q apresure mucho la relación de estos dos perobueno
En un comienzo solo qeria hacer diez caps y eso. creo que desde ahora haré los episodios más largos pero me tardaré más en subirlos 👀🥺
Enfin espero les haya gustado o les esté gustando la historia 🔥🔥
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Vecinos | Ryusae
Короткий рассказDonde Sae y su familia vive en un complejo de departamentos O donde Ryusei tiene que ir a cuidar a su sobrino, quien constantemente se pelea con los vecinos. --- Blue lock characters!!