CAPÍTULO 25

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Ava

Mis amigas tuvieron reacciones diversas ante el nuevo estado de mi relación con Alex. Jules estaba eufórica, decía que sabía que Alex sentía algo por mí y quería saber cómo era en la cama. Me negué a contestar, pero me puse como un tomate, y eso le dio toda la información que necesitaba. Creo que Jules se habría muerto de decepción si las habilidades sexuales de Alex no se hubieran ajustado a lo que prometía su arrollador aspecto y su intimidante presencia. Por suerte para mí, sí que lo habían hecho.

Stella, en cambio, estaba preocupada. Feliz por mí, pero preocupada. Me aconsejó que me tomara las cosas con calma y no me enamorara con demasiada intensidad o rapidez. No tuve valor para decirle que ya era muy tarde para pedirme eso. Quizás no la parte de «rapidez», ya que Alex Volkov me había robado el corazón, pedazo a pedazo, a lo largo de los años, incluso antes de que creyera que me gustaba, pero ¿la parte de «intensidad»? Mi corazón iba en picado.

Bridget era neutral. Suponía que las princesas eran más diplomáticas por naturaleza, lo cual no le hizo decir más que si yo era feliz, ella era feliz.

El espectro de Josh permaneció de fondo, y yo estaba tan nerviosa en nuestra última llamada que me preguntó si me pasaba algo. Le dije que me dolían los ovarios y no preguntó más. La regla era lo peor, pero era un arma infalible para que los hombres no hicieran preguntas.

Aunque ese día tenía en mente a otro miembro de mi familia.

Les dijimos adiós a Bridget y Booth, que me había llevado a casa de mi padre (a una hora y media de Hazelburg) para no tener que coger el tren o el autobús, y abrí la puerta de entrada con mi llave. La casa olía a ambientador de pino, y mis zapatillas chirriaron contra el parqué pulido mientras buscaba a mi padre.

El jueves era su cumpleaños. Pero como tenía clase, trabajo y una sesión de fotos ese día, había decidido sorprenderle antes con su tarta favorita de Crumble & bake.

Oí un ruido en la sala de estar, y cuando entré me encontré a mi padre leyendo cuidadosamente unos papeles en la mesa de la esquina.

-Hola, papá. -Me deslicé la correa de la mochila del hombro y la dejé en el suelo.

Me miró con cara de sorpresa cuando me vio allí plantada.

-Ava. No sabía que ibas a venir este fin de semana. Michael Chen no era el típico hombre guapo, pero a mí siempre me lo había parecido, de esa forma en que a todas.

las niñas les parecen guapos sus padres. Tenía el pelo negro salpicado de canas en las sienes, los hombros anchos y una pequeña perilla en el mentón. Llevaba un polo de rayas y unos vaqueros, su ropa habitual, y unas gafas de montura metálica apoyadas en la nariz.

-No. Bueno, al menos no todo el fin de semana. -Sonreí con incomodidad-. Quería pasarme y desearte feliz cumpleaños por adelantado. -Dejé la caja con la tarta en la mesa-. Siento que Josh y yo no podamos estar aquí el mismo día de tu cumple, pero te he traído una tarta de queso de Crumble & Bake.

-Ah. Gracias. -Miró la caja, pero no la tocó.

Mis pies comenzaron un baile nervioso, inquietos por el silencio.

Nunca se nos había dado bien hablar. Por suerte,teníamos a Josh para llenar las conversaciones con cosas de la Facultad de Medicina, deportes o su última aventura adrenalínica. Paracaidismo, puenting, tirolina... Lo hacía todo.

Pero ahora Josh estaba en Centroamérica, y me di cuenta de lo poco que teníamos que decirnos mi padre y yo. ¿Cuándo fue la última vez que tuvimos una conversación real, en privado?.

Probablemente la última fue cuando me sentó con catorce años a decirme lo que había ocurrido con mi madre.

-No lo entiendo -dije, confusa-. Me dijiste que mamá había muerto de una enfermedad del corazón.

Twisted Love - Ana Huang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora