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"𝐴𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 "
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Tras ser raptado por los bárbaros y vendido a los lacayos del imperio enemigo de su tierra natal, Izuku decide ganarse el favor del sultán del gran imperio...
Ya me calme, a las 2 de la mañana una se pone intensa
Me alegra que les guste la historia, e vi groserita en el capítulo pasado pero una con una taza de café con chocolate e insomnio se pone intensa
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La campaña habia iniciado, el pueblo se reunió en la plaza central para despedir a hijos, hermanos y padres. Las grandes filas de dragones volaban sobre ellos, soldados con su traje y armadura, algunos con los armamentos para la batalla.
En el palacio del sultán, Mitsuki, la hermana más querida del sultán y sus cuatro esposos estaban en fila pata despedir al sultán.
Katsuki vio a su dragón Batsuo esperarlo.
Era triste el tener que marcharse justo en la temporada de Yule pero la campaña ya la habían planeado desde hace meses y no podían retrasarla más.
Vio a Izuku cargando a su precioso cachorro, se sentía horrible dejar a su Keitaro en su primer invierno pero era su deber, lleno de besos en rostro suave y rodado de su bebé para impregnar su aroma a caramelo.
— mi heroico Keitaro, mi pequeña bendición, que Jeanist cuide de tu madre y de ti durante mi ausencia —dejó un último beso en su nariz y tomó las mejillas de su omega—. mi esmeralda
— estaremos bien mi sultán —sonrió—. pedí esto para usted
Katsuki sintió sus mejillas calentarse al ver el obsequio de su omega, un amuleto de protección, con cuidado lo tomo para guardarlo dentro de su túnica.
— Jeanist mediante regresaré
Acarició los bellos labios como los duraznos, delineando el borde con su pulgar como si de un pincel se tratase, vio complacido el tierno sonrojo del omega al sentir ese acto tan romántico y a la vez erótico.
Dejó por fin un beso largo y sincero, como desearía tomar a su omega y a su cachorro y perderse en ese bello aroma que su alfa llamaba sin duda hogar.
Con un último beso esta vez en la mejilla vio los ojos anhelantes y tristes de Izuku para seguir.
Siguió hasta el pelirrojo, Eijirou mantenía la mirada baja, había pasado meses desde que el sultán siquiera lo había mirado. Aquel suceso donde esa esclava le insinuó el tema del veneno y el alfa lo defendió no significaba más, solo su deber como el jefe de la familia. Su corazón se detuvo al momento de sentir el aroma del rubio golpear su nariz, los labios de Katsuki besaron su frente mientras cubría sus hombros con sus manos.