quince.

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RAZONES

- ¿No te puedes quedar un poco más?-le pregunté a Jesse agarrándolo de la nuca y atrayéndolo más hacia mí, acariciando suavemente su cabello negro hasta que cerró sus ojos plácidamente; sabía que eso le gustaba.

Sus ojos chocolate se fijaron en mí dulcemente y me dio un rápido beso.

-No, lo siento, en serio-dijo-. James y yo tenemos entrenamiento temprano mañana en la mañana. Se supone que no debimos haber venido aquí, para empezar.

-De acuerdo-dije, resignada-. Duerme bien.

-Dormiría mejor contigo-susurró él en mi oído. Me estremecí.

-Sabes que en realidad no dormiríamos-comenté, sonriendo, y en uno de esos susurros que son enormemente sugerentes.

-Sí, tienes razón-dijo, devolviéndome el mismo tipo de sonrisa-. Nos vemos mañana, Celeste.

Me dio un beso y yo le sonreí ampliamente.

Era muy afortunada de estar con un chico como él, uno de los más populares-por no decir el más popular-de la universidad. Todos decían y comentaban que ambos hacíamos una muy buena pareja, una de esas que llegan a ser el modelo y el sueño de toda chica, una de esas que siempre ganan el título de rey y reina en un baile. Yo también tenía mi buena dosis de popularidad y eso ayudaba. Estaba acostumbrada a eso, desde muy pequeña; no era algo de lo que estuviera demasiado orgullosa, pero era sumamente agradable; ser popular siempre lo es, no se puede negar.

Jesse se alejó, lanzando otra sonrisa; yo empecé a despedirlo con la mano. James estaba ya parado junto al auto con las llaves en sus manos, se había despedido de Lucie dentro y nos había pedido a mí y a Tessa que la cuidáramos ya que totalmente sobria ya no estaba.

Larga historia.

Ambos se metieron al auto, arrancaron y este desapareció, tragado por las oscuras calles que siempre suelen haber a las dos de la madrugada.

Me quedé parada unos segundos más en el jardín delantero de la casa de Michael. Tanto ruido, luces y gente ebria bailando por doquier es algo que realmente hace marear a una.

Apoyé la espalda en la pared que daba al garaje y crucé los brazos, viendo hacia la dirección donde se había perdido el auto.

Si bien dije que era afortunada por tener a alguien como Jesse, mi relación con él era tan extremadamente perfecta, monótona y tranquila que resultaba increíblemente aburrida y tediosa.

Y no había esa chispa y luz que papá siempre contaba que sentía cuando estaba cerca de mamá; desde que eran jóvenes, recordaba la manera en la que papá solía hablar de ella, como si estuviera en realidad contando lo más hermoso y preciado que había tenido alguna vez. Y las veces en las que veía los videos caseros que papá solía filmar de mamá y Chris (y cuando ella estaba embarazada de mí) también notaba como solía mirar a papá, esa sonrisa de joven enamorada y feliz, totalmente feliz a su lado.

Y yo no tenía ese tipo de sonrisa cuando estaba con Jesse. Sonreía, sí, pero no de esa forma.

Recordé como hace unos meses papá estaba viendo unas fotos en mi laptop.

-Acá te vez preciosa-dijo él, rodeándome con un brazo-. Y Jesse también se ve muy bien.

-Sí-coincidí, recostando mi cabeza en su hombro.

-Es un buen chico-coincidió él-. Me agrada mucho.

Siguió pasando las fotos e incluso vimos más de nuestras pequeñas vacaciones con Chris a Nueva Zelanda, y las fotos seguían y seguían y nosotros hacíamos comentarios de cada una. Pasamos por mi graduación de la secundaria, uno de los bailes de la escuela, competencias, fotos casuales y familiares hasta que llegamos a unas que databan de casi tres años.

Yellow (Calum Hood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora