La Maldición (The David Family)

Israel (parte 2) / El entierro

ORLI Y NADIA 

Sede Mossad - Sala privada

Orli: -mirando a sus tres hijos, con el ceño ligeramente fruncido- ¿Qué pasa?. -pregunta apoyándose en una mesa cercana-

Nadia: -frunciendo el ceño mientras se acerca a ellos- ¿Están enfermos?. Se ven pálidos. -le toca la frente a uno de ellos, con evidente preocupación-

Damián: -con voz temblorosa- Mamá.. Es papá. -las dos mujeres se ven con una mirada de confusión-

Orli: -su tono de voz se vuelve cauteloso- Oh. Su padre está en Estados Unidos con Ziva.

Nadia: -cruzándose de brazos- Debería volver en algunos días.

Nyssa: -con los ojos llenos de lágrimas- Papá no va a volver. -ante eso, la inquietud comienza en las dos mujeres, quienes se miran entre sí-

Orli: -dándole una última mirada a Nadia, pone la mirada en sus hijos- Cariño.. ¿De qué hablas? -empezando a estar más inquieta que antes-

Adriel: -con la voz entrecortada, luchando por contener las lágrimas y buscando fuerza para hablar- Hace 2 horas y media.. Empezamos con los malestares.. Ziva fue la primera en llamar... Dijo que ella y papá estaban cenando en casa del Director Vance. Cuando Ziva salió a hacer una llamada, cuando.. -deja de hablar unos segundos, cuando iba a volver a hablar Nyssa lo interrumpió-

Nyssa: -con voz quebrada, con lágrimas en sus mejillas- Un hombre desconocido, disparó hacia la casa... -las dos mujeres se ven, empezando a pensar lo peor- Ziva fue tras él.. Pero, cuando regresó..

Damián: -sus ojos llenos de dolor mientras observa a sus dos madres- Papá... Papá murió. -las dos mujeres comienzan a soltar lágrimas-

El silencio llenó la sala. Para Orli y Nadia el impacto de la noticia fue como si fueran golpeadas con una corriente eléctrica al mismo tiempo, ambas se soltaron a llorar, sus cuerpos temblando bajo el peso de la pérdida.

Sus hijos, aún con las lágrimas en los ojos, se acercaron para consolarlas, abrazándolas mientras el dolor colectivo los envolvía. Habían perdido al hombre que amaban y la tristeza era abrumadora, como una ola que no parecía tener fin.

Orli: -en un susurro ahogado, como si hablara consigo misma- No... No puede ser...

Nadia: -suelta un gemido desgarrador y sus piernas ceden, dejándose caer de rodillas al suelo. Sus manos cubren su rostro mientras las lágrimas fluyen sin control- ¡No, por favor, no!

En esa sala, solo se podían escuchar los fuertes sollozos de las dos mujeres. La pérdida se sentía abrumadora, como un abismo oscuro y sin fondo. Cada uno de ellos sabía que sus vidas no volverían a ser las mismas, y que este dolor, por más que pasara el tiempo, siempre dejaría una cicatriz.

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EL ENTIERRO / EL FUNERAL

Al día siguiente, los hermanos que se encontraban en Estados Unidos, viajaron hacia Washington. Se reunirían con su hermana Ziva, para después partir juntos hacia Israel.

Aeropuerto de Los Ángeles

James: -con la cabeza apoyada en el hombro de su hermano- ¿Por qué tuvo que ser él?