La tarde se extendía como un manto pesado sobre el predio del circo, donde Jungkook, en su intento por distraerse, finalmente se había lanzado a la tarea de desentrañar su equipo de malabares de fuego sin ninguna precaución ni protección, auto castigándose con ello.
La atmósfera era una mezcla de calor y expectación, y aunque el sol castigaba sin piedad, Jungkook no mostraba signos de querer detenerse.
A su alrededor, otros integrantes del circo y algunos de sus amigos se habían reunido, observando con curiosidad y admiración cómo manejaba las antorchas en llamas. Jungkook, con sus movimientos precisos y rápidos, no intentaba perfeccionar su técnica sino distraerse de la espera, esperando en secreto cruzarse con Jimin, quien contrario a eso, nunca apareció en los alrededores.
Los minutos pasaban como horas, y poco a poco, la multitud que lo rodeaba comenzó a disiparse. Algunos se fueron hacia la feria cercana, atraídos por la diversión y música que se colaba desde allí, mientras otros simplemente se dispersaron en busca de otras actividades.
Jungkook, sin embargo, permaneció en su lugar, ahora solo bajo el sol abrasador. Su torso descubierto brillaba con el sudor que le recorría, formando pequeñas corrientes que descendían por su piel. No le importaba el calor ni el sudor que le empapaba, ni siquiera la falta de gasas y descanso en sus manos y palmas, que ya empezaban a mostrar signos de desgaste con nuevas ampollas formándose sobre los viejos callos, su piel comenzando a desprenderse, su mandíbula tensa y su expresión seria y concentrada hablaba por si sola.
El dolor en sus manos, en su cuerpo, y su labio roto tras la pelea reciente, no eran su preocupación en ese momento, el verdadero dolor era haber arruinado todo tras aquél suceso.
Estaba sumido en su propio mundo, un mundo de pensamientos y distracciones de la realidad que lo rodeaba. La espera para la función de esa noche parecía interminable, y cada segundo que pasaba solo incrementaba su impaciencia, llevándolo al borde de la locura.
La música de la feria se escuchaba cada vez más lejana, como si el mundo se alejara de él, dejándolo en una burbuja de silencio y concentración. Los sonidos de la gente, las risas, los gritos de alegría, todo se convertía en un eco distante mientras él mantenía su mirada fija en las antorchas de fuego que danzaban en sus manos.
Jungkook se encontraba en una lucha contra su propia mente, que no dejaba de recordar el momento en que decidió acceder a una pelea innecesaria, al ver a el jefe llevarse al acróbata de aquella manera, la falta de detalles y ausencia del mismo que todos parecían ignorar, o al menos tratar de hacerlo.
La soledad del predio del circo, ahora vacío de la presencia de otros, le daba un aire de melancolía a la escena. Jungkook, con su silueta resaltada por el sol que se despedía, parecía más un guerrero en meditación que un artista preparándose para un espectáculo.
Sus pensamientos vagaban entre el dolor físico, la anticipación del evento nocturno y el deseo de compartir un momento de camaradería con Jimin, quien quizás estaba en otro lugar, también preparándose, o simplemente ignorando la cita que Jungkook había imaginado en su mente.
El sudor seguía cayendo, y con cada gota, Jungkook intentaba liberarse de la tensión que la espera le imponía, inmerso en aquellos malabares, su concentración absoluta.
—Jungkook —una voz firme y conocida lo sacó abruptamente de su trance.
Descolocado, sintiendo su corazón abocarse en su garganta, Jungkook sólo logró agarrar tres antorchas, dejando caer una al suelo.
Rápidamente la recogió, apagando las flamas con un movimiento certero de su mano, y dirigió su vista hacia aquella voz. Ahí estaba Jiwon, parado a unos metros suyo.
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🎪 Of The Wonders | Kookmin
FanfictionLos recuerdos de aquellos buenos circos, los cuáles ocultaban prejuicios, un misterio, las mentiras y el poder, cómo la vida de un joven acróbata de este circo cambia con la llegada de su nuevo compañero, la tentación les jugará una mala pasada, aco...