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El mostrador detrás del cual se paseaba mostraba una variada cantidad de pasteles de todos los colores y formas, desde chocolate francés, hasta frutas tropicales, desde rojo y negro, hasta amarillo o verde. Aun así, Lee Sungmin no estaba contento. Se había percatado de la vigilancia permanente a su negocio y a su departamento.

- ¡Ah, maldición! Ahora ni siquiera Ryeo vendrá a decir que ha pasado.

Al igual que él, Ya-He Corp y Stock Hall estaban vigilados, nadie podía entrar ni salir sin ser detectado por la seguridad que los rodeaba "secretamente". Además, su teléfono estaba intervenido, igual que su computador y su línea de internet.

- ¡Kyuhyun! – gritó.

Estaba enojado, mucho, y solo había una persona capaz de restaurarle la felicidad. De la cocina salió un chico de unos veintitrés años, de cabello ligeramente castaño claro, alto y sumamente guapo. Iba cubierto de harina y su uniforme blanco tenia pequeñísimas manchas de color morado, rojo y café.

- ¿Ahora qué quieres Sungmin? – era un poco arrogante y parecía tener prisa –. ahora no, tengo un soufflé de arándanos y café en el horno, si no lo cuido se va a bajar y no quiero que te enojes por eso.

- Bueno, luego me lo traes... - hizo un puchero realmente adorable, pero discorde con su apariencia pulcra y pulida.

- No lo vas a comer, es para un cliente que ya lo encargo. Te quitare el enojo de otra manera. - sonrió un poco y se fue de nueva cuenta a la cocina.

- ¡Este maldito chef! En buena hora se me ocurrió contratarlo.

Se sentó en una de las pequeñas mesas del local.

MinCake estaba ubicado en la calle de Soho, al lado de muchos otros cafés y restaurantes. Lo que lo hacía tan especial era justamente ese chef insoportable. Se había graduado de la escuela de gastronomía y hecho una especialidad en postres en Francia, después había conseguido el puesto en MinCake, cuando este estaba iniciando con sus ventas, después de eso, con su chef gourmet y un poco de inversión de la YaHe Corp., habían accedido a un lugar privilegiado dentro de la gastronomía Inglesa, siendo los encargados de los postres para los banquetes que la reina ofrecía.

Aun así, a Sungmin le fascinaba tener un pequeño local, escasamente visible y un poco oculto a los turistas frecuentes en donde las muchachas de las casas importantes de Londres y con conocimiento de pasteles, lo fueran a visitar, porque joven era, y también le gustaba mucho pasar el tiempo con ellas cuando tenía algo de tiempo libre.

Y para su mala o buena suerte, ese era uno de esos días, en que no tenía muchas cosas que hacer, y lo que tenía que hacer, fue cancelado por esa repentina vigilancia. Y también justo ese día, a esa hora del día, no había nadie, y se sentía abandonado, vamos, ni siquiera podía hablar con la mujer que atendía el aparador, ya que estaba muy entretenida en su lectura.

Volteo cuando por el rabillo del ojo vio movimiento afuera de su ventana. Un Audi se estacionaba, y del que descendía el mismísimo dueño de la corporación que le había ayudado.

La campana colocada en la puerta para alertar cuando hubiera algún cliente sonó.

- Sungmin, que bueno que estas aquí... - él era una persona fácilmente tratable, pero peligrosa, de eso no tenía dudas. Si no fuera así, no tendría tanto poder, además era inteligente, si no, no hubiera llegado a donde estaba.

- Si, en la tarde tenemos una recepción, pero será pequeña, aún tengo tiempo. – acomodo un poco su corbata lila y se sentó enfrente de donde había tomado asiento el recién llegado – ¿qué te trae por aquí Siwon?

- Vine porque tengo algo importante que pedirte. – Choi Siwon pocas veces dejaba su oficina en Square Mile y cuando lo hacía era por negocios aún más importantes.

LOST HEART ➞[sichul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora