.Acercate.

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NATHANIEL.

Kentin se había ido al cuarto de Amber. ¿Estarían haciendo cositas? Que asco.

Bueno, asco por mi hermana porque Kentin era... ufff.

Su rostro masculino, tenia lunares oscuros en la barbilla, mejillas y frente. Labios gruesos y rellenos, pómulos altos y brillantes. Sus ojos eran verdes, pero tenían manchas en tonos caoba y amarillo. Sus cejas gruesas los enmarcaban a la perfección. Su fisco, terriblemente sexy y trabajado. Podías ver sus abdominales marcándose por debajo de su camiseta (Por el amor de dios, eso era un pecado). No era tan alto, un poco mas que yo, pero ese era el único defecto que le había encontrado a simple vista. Por lo demás, era un dios griego.

Si me hubiese pedido que me pusiera en cuatro, hubiese tardado medio segundo.

Pero se notaba a mil leguas que era terriblemente heterosexual. El no me había registrado de la misma forma que yo a el, y estaba bastante claro que solo quería una amistad. Yo también quería una amistad, o eso pensaba.

Hace una semana que no veía al pelirrojo.

Mis ojos lo buscaban con desesperación disimulada por todas partes, pero nada. La ultima vez que hablamos fue en el viaje, sobre Melody. Me ardía el pecho al pensar como había arruinado todo. Seguramente el maldito de Lysandro estaba con el todo el tiempo. ¿Y si le gustaba el peliblanco? ¿Y si el peliblanco gustaba de el? ¿Y si ya le gustaba alguien? ¿Y si no era homo? Millones de preguntas sin respuesta.

Un profesor me había dado apuntes para llevarle y que no se atrasase. Quería ir, pero tenia miedo que la abstinencia me llevase a la locura y le saltase al pecho apenas lo viera.

La abstinencia decía. ¿Tan mal estaba?

CASTIEL.

La fiebre me estaba matando. Y por alguna razón prefería decirle a Lyssandro que estaba bien, no quería que viniese. Su confesión me había dejado pensando. Le gustaban los hombres. Había dormido conmigo, me había visto desnudo, nos bañábamos juntos, nos tocábamos las partes en broma (bueno ese era yo solamente) y muchas cosas mas. En mis tiempos de hetero nunca había podido tener una mejor amiga, la cosa terminaba en discusión o en sexo. Podría que ser que para el yo fuese el amigo feo, ese que no tocarías ni con un palo. O puede que no.

De todas maneras yo sabia a quien amaba. Era el que me había echo re descubrirme sin tocarme. Era por quien me levantaba actualmente. No tenia pensado desperdiciar un momento mas cerca de el. Apenas volviese al instituto hablaría y...

Un ruido seco rompió en mi adolorida cabeza, el timbre había sonado. Me levante a duras penas aun envuelto en la frasada, no quería ver a Lyss, le había dicho que podía cuidarme solo ¿Porque tenia que ser tan insistente? No pensaba dejarlo entrar de todas formas.

Pero el no estaba ahí cuando abrí la puerta.

Del otro lado del marco, unos hermosos ojos miel se entornaban con dulzura mientras una mano derecha me mostraba unas carpetas.

-Te traje los apuntes.

-Gra-gracias- dije tartamudeando, saliendo de mis pensamientos y volviendo a la realidad -¿Como sabes donde vivo?

-No sabia, lo busque en el registro cuando me dijeron que te los traiga.

-Ah.

-Si, bueno ¿Los tomas o que?

Extendió la carpeta sonriendo, se veía radiante. Pero no tome la carpeta, tome su brazo y lo tire hacia adentro cerrando la puerta a sus espaldas.

-Ahora que ya viniste, te quedas y me cuidas. ¿No es el trabajo de un delegado? ¿Velar por sus compañeros?

Aun no había soltado su brazo. Un leve sonrojo pinto su cara al escucharme. Me daban ganas de comerlo cuando pasaba.

-¿Y que se supone que tienes? ¿Fiebre?- dijo suave. Intentaba no agravar el color de sus mejillas.

-Creo que si.

Se soltó de mi brazo y puso su mano en mi frente unos segundos.

-¡ay por dios estas hirviendo!

-Ya se, y me duele horrores la cabeza- me queje.

-¿Tomaste algo? ¿Algún medicamento?

-No tengo pastillas o antibióticos en casa.

-Iré a la farmacia ahora mismo, en un segundo vuelvo.

Antes de que pudiera agarrarlo de nuevo, la puerta se cerraba.

-Gracias- susurre por lo bajo.

De verdad, gracias. Por haber venido.

KENTIN.

Sus besos nunca habían dolido tanto.

Eran los mismos que antes, un poco mas sensuales, no tan suaves. Aun así asombrosos.

Recuerdo nuestro primer beso. Ella me había quitado los lentes para que no pudiera verla, luego poso sus labios sobres los míos. Me habría tenido solo con ese, pero quería mas. Me besaba improvisadamente todo el tiempo, en el parque, en la tienda, en la escuela, a escondidas, con gente mirando, tantas veces, incontables creo. Nuestro primer beso de lengua fue baboso y nos dejo atontados, el segundo no tanto, el tercero duro mas de media hora, el cuarto fue innombrable.

Yo no la buscaba, ella venia a mi sola, por esa misma razón cuando dejo de venir yo no fui detrás.

Aquel verano que no la tuve, sus caderas se ensancharon y su busto creció para perder así su cuerpo infante y hundirse de lleno a una nueva etapa. No solo se hizo mas alta, también se hizo vulnerable. La gente empezó a esperar cosas de ella, cosas de adultos. Porque no saben que cuando tu cuerpo te deja, tu alma se queda. Pensaban que su espíritu de niña se fue junto con todo lo demás, pero claramente no era así. Ella seguía siendo pura, sin egoísmo, sin maldad. No duro mucho de todas formas, solamente un verano. Se la llevaron en un verano.

Para cuando entramos al instituto ya no estaba. Había una chica preciosa muy parecida a ella, que ni siquiera me veía cuando pasaba. Una chica que no conocía.

Un año después, alguien que nos conocía de pequeños dijo que ella me había besado hace tiempo. Lo negó rotundamente pero no fue suficiente, comenzaron entonces rumores sobre una relación actual y todo perdió el control.

Comenzó a hablarme de nuevo, pero para insultarme. Me humillaba donde todos pudieran verlo, donde todos pudieran saber que ella jamas hubiese estado con alguien como yo. No podía hacer mucho, mi estura baja y mi pobre físico no eran rival para esas curvas. Mi corazón tampoco lo era.

Mi padre se entero de esto por medio de la directora y decidió mandarme a una escuela militar. Tres años de intensa actividad física y gritos ayudaron a optimizar mis cambios hormonales y psicológicos. Tres largos años en los que no deje de pensar en ella.

Ahora la tenia sentada sobre mis piernas. Mordiendo con ternura mis labios, apresando entre sus brazos mi cuello, haciéndome sentir su fresco perfume.

No sabia quien era, no tenia la menor idea.

Y no la dejaría saber tampoco.

Por ahora.

.Al Lado De Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora