.Conocerte.

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NATHANIEL.

Me había cruzado al pelirrojo tres veces en los pasillos, ni una sola vez se había dado cuenta de que pase a su lado. El fin de semana había servido para recuperarme del estrés que me causaba el bruto amor que sentía por el. Ahora comenzaba a estresarme de nuevo ¿Porque no me había saludado? ¿Habia hecho algo mal? De todas formas no parecía culpa de nadie, simplemente una persona preocupada en sus propios asuntos y la otra gritando por atención. ¿En qué estaba pensando? ¿Que pasaba por su cabeza? Eso tenía en mente justo en el momento en que entró a la sala de delegados.

-¿Estas solo?- preguntó nervioso, mientras miraba hacia todos lados.

-Mel no viene hoy, tiene que cuidar a su madre. ¿Que quieres?- No pude evitar sonar hostil. Mi voz me traicionaba.

-Necesito hablar, y es importante. ¿Crees que puedes dejar esto un minuto?

Lo dude un instante. Pero luego accedí. Quien era yo para negarme a esos hermosos ojos grises que me necesitaban. Nadie, por supuesto.

-¿A donde vamos?- dije mientras cerraba la puerta detrás de mí.

-Al tejado, ahí nadie molesta. De seguro porque hay olor a rata muerta.

-Pensé que era un mito.

-Yo paso mucho tiempo ahí, creeme cuando te digo que no es un mito.

Una sonrisa traviesa se dibujo en sus labios. Lo seguí escaleras arriba.

-¿Porque vas ahi?

-Ahi nadie te jode por fumar, y me gusta estar solo a veces. Bueno, en realidad no muchos quieren estar conmigo, menos ahí arriba. Lys dice que nunca había estado en un lugar tan hediondo.

Escupió una estruendosa carcajada, pero luego su semblante se ensombreció. No hablo más hasta que llegamos. El sitio era muy gris, ni siquiera la luz del sol podía hacer ese lugar acogedor. Sentí lástima por Castiel.

-¿Entonces...?- solté impaciente. -¿Que era tan importante?

-Ah cierto.- se acomodo en un bloque de cemento. -Bueno, en realidad no era tan importante. Pero si te decía que no era importante por ahí no accedías a venir y te quedabas en la sala.

Sentí ganas de abofetearlo, pero en vez de eso, una sonrisa tonta se dibujo en mi rostro. El pareció notarlo complacido mientras me invitaba a sentarme a su lado.

-Quería saber si...- comenzó de nuevo a modo de pregunta -Te gustaría salir conmigo un día de estos.

Me giré de golpe hacia el, pero al instante me arrepentí de haberlo hecho. Su rostro sonriente me atrapó como una telaraña a una mosca, no pude dejar de verlo. Me costó que las palabras volvieran a salir de mi boca.

-¿Que quieres decir?- musite.

-Que si te gustaría ir a tomar algo conmigo. Ya sabes, charlar un rato, divertirnos un poco. Para conocernos mejor.

Tenía los ojos medio entrecerrados, estaban sonriendo con el resto de su hermosa cara. No sabia que podía tener una expresión tan adorable, sobre todo con sus duras facciones, como trazos de grafito. Sentí como el calor me encendía las mejillas, las manos se me ponían extremadamente sudorosas y el corazón empezaba a latirme con urgencia. Aun así, seguía sin poder apartar la mirada.

-¿A que viene esto?.- volví a repetir.

-Es que, no me va mucho eso de que seamos amigos. Es raro.

-¿Ser amigos es raro? Pero acabas de invitarme a salir...

-Lo captaste. Bueno, mira, no voy a presionarte. Si no quieres no hay problema, pero yo no puedo ser tu amigo Nathaniel, no puedo verte de esa forma.

Esta vez sí aparte la mirada. No sabía que el me quería. Sabía que le agradaba, por algo siempre andaba detrás mío, pero esto era demasiado.

-No entiendo porque me lo dices ahora, tu no sabes si a mi me gustan los chicos.- consegui decir.

-No lo se, por eso te pregunto. De todas formas no necesito que te gusten todos, sólo que sientas un poquito de atracción hacia mi.

Permanecí en silencio.

-Ayer un amigo me hizo dar cuenta de una cosa.- prosiguió -Si quieres algo, tienes que ir por ello, arriesgarte. No tengo toda la vida para pensar que me esta pasando. Tengo que hacer algo al respecto.

-Es que no se. Yo...

-Una oportunidad. Solo necesito una. Además, si salimos, puedo explicarte cómo me estoy sintiendo un poco mejor. Aunque siento que tu también tienes algo que decirme. No me creo que esto sea unilateral.

-No es tan fácil como parece.- solté recuperando mi voz. La traspiración se evaporó y el nerviosismo se fue. ¿Porque tenia que decirle que sentía algo por el?- Creo que esto no es una buena idea.

-¿Porque?- su sonrisa se disipó y su mirada se tiñó de dolor.

-Tu eres muy diferente a mi, todo esto es extraño. Ambos somos chicos, ni siquiera...

-Fuiste a mi casa- me corto -Y se que no fuiste sólo a llevarme los deberes atrasados. Me extrañabas.

El corazón casi se me salta del pecho. Había conseguido calmarme y de pronto todo se derrumbo otra vez.

-No es cierto.

Las palabras me salieron ahogadas. El sabía que lo quería. El sabía todo, yo sabía todo. Y era extraño, había estado esperando este momento desde que mantuvimos esa charla incómoda durante su castigo, desde que me di cuenta de que el no era quien yo creía. Había soñado con nosotros dos, porque no había forma de que sucediera. Pensé que solo debía limitarme a soñar.

-Nath, quiero que entiendas que esto no es una declaración ¿Lo entiendes verdad?

-Pero tu...

-Sólo te propuse una cita, porque creo que eres un chico increíble. No quiero limitarme a extrañarte, quiero pasar tiempo a tu lado. Quiero saber qué hay sobre ti, sobre tu vida. Tus gustos, tus hobbies. También quiero que tú te intereses en mi, y tal vez lo que hoy es sólo atracción se convierta en algo más. O tal vez no, no lo sé. Quiero que lo intentemos.

-¿Es sólo una cita?

-Digamos que es una salida de amigos. Para que te quedes tranquilo.

-No puedo asimilar esto Castiel, es extraño.

-¿Que es extraño? Me gustas. Y no tiene nada que ver con lo que te cuelga abajo, tiene que ver con tu persona.

-A mi persona le cuelga algo abajo.- no pude evitar reír.

-Ya, entiendo. Vete ahora que estás feliz, no vayas a arruinarlo. Me costó horrores hablar contigo de esto.- río con suavidad mientras sacaba una cajilla de cigarros de su bolsillo.

-Dijiste que no era importante.

-Soy un mentiroso rubio. Acostumbrate.

Me levanté despacio y lo mire directo al rostro. El cigarro balanceándose entre sus labios me hizo recordar a un subibaja. Seguía algo nervioso, pero ya no estaba incómodo.

-Nunca podre acostumbrarme a ti pelirrojo.

-Soy teñido.

-No quiero saber más.- pronuncie entre risas antes de abandonar el tejado.

Escaleras abajo pensé que todo era una locura. Que estaba fuera de mi, que alguien se daría cuenta de que lo estaba y me llevarían a un psiquiatra. Pero después pensé en sus lindas facciones y lo maravilloso que seria para mi poder verlo unas cuantas horas sin preguntarme si debería o no. ¿Que tenía de extraño todo esto? ¿Porque había tardado tanto en darme cuenta? Alexy era mi amigo, lo que quería sin importar sus preferencias sexuales, otros también. ¿Porque iban a dejar de quererme a mi? ¿Porque iba a importarles? ¿Porque tenia que importarme a mi, sobre todo? La gente siempre le da vueltas a todo, estamos en un eterno carrusel.

Si voy a estar mareado y confundido todo este tiempo, necesitaré que alguien sostenga mi mano. Por suerte había encontrado a la persona perfecta para eso, y tenía unos increíbles ojos grises.

.Al Lado De Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora