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ALEXANDRA




Okey, no tengo idea de a donde vamos.

Llevamos rodando en la autopista al menos cuarenta minutos y no parece que el destino esté cerca.

Respecto al chico a mi lado y a mi, la verdad es que no hemos hablado mucho. Pedri a puesto música y eso ha sido el ambiente todo el camino, ya que el canario es algo reservado y yo la verdad no soy de mucho hablar, aunque quisiera entablar una conversación no sabría que decirle. Pero aun así, el ambiente no era nada incómodo, de hecho se sentía mucha paz.

Estaba distraída con el sonido de la música y el paisaje en la ventana el cual consistía en edificios residenciales a lo largo de una avenida y montañas ricas en vegetación detrás como una pared.

Más adelante conectamos con una autopista, la cual nos guió por ciertos tuneles y desemboca en un paisaje bellísimo.

Playa, estamos en la costa.

Del lado de mi ventana la vista no podía ser más espectacular. El cielo estaba completamente azul con las nubes más esponjosas qué había visto en mi vida, habían muchas aves en el cielo, y pajaritos en las copas de los árboles, un rompe olas qué salpicaba agua a las personas que pasaban cerca y una orilla con el agua más cristalina.

Ver todo esto causó un alboroto en mi pecho por la emoción, eran tantas las cosas que se cruzaban en mi vista al mismo tiempo que no sabia en que fijarme y parecía una niña en una tienda de dulces pegada al vidrio de una vitrina.

— ¿Te gusta?

— ¿Estas bromeando?  Es bellísimo.

Su pregunta me espabilo y mi primera reacción al salir de mi trance fue sacar mi celular para tomar fotos.

En menos de tres segundos vi el vidrio de la ventana bajar rápidamente, voltee a verlo porque claramente no había sido yo quien bajo la ventana y me encontré con una sonrisa grande y unos ojos risueños.

Parece que su plan había salido bien.

De devolví la sonrisa e ignore el latido de mi corazón golpeando mis oídos.

me permití apoye mis brazos en la orilla de la ventana y me recosté,  un poco hacia afuera y así poder respirar profundo, cerré los ojos y me dejé llevar por el resto de mis sentidos.

El olor a sal entrando en mi nariz fuertemente, el golpe de las olas a lo lejos, el canto de los pájaros, el sacudir de las ramas de los árboles por el viento, la brisa en mi cara, mi cabello en mis brazos.

Me dedique a respirar y tratar de soltar todo lo que tenia acumulado dentro de mi mente, y ya poco a poco pude sentir paz en mis pensamientos.

Después de unos minutos entramos en algún tipo de estacionamiento, qué pertenecía a un restaurante de una colina qué parecía mas un mirador, se veía como de película y muy acogedor.

Por fuera estaba lleno de acabados en café oscuro, crema y cosas en dorado, tenía un a entrada de unos cuantos escalones y al lado un arco con flores del qué guindaba un columpio blanco.

Caminamos hacia la entrada y desde allí se podía ver toda la playa con el rompe olas y una persona con muchos globos de figuras.

Padri me abrió la puerta, le dije un "gracias"  algo avergonzado ya que en realidad no estoy acostumbrada a esa clase de gestos.

El lugar por dentro era igual de espectacular. Era como una especie de café, tenía su barra y sillones con mesitas enanas, decorado con cuadros y un piano de cola qué a pesar de esta limpio parecía que no lo había tocado hace tiempo ya. El lugar costaba con mucha inspiración francesa de forma disimulada, pero los colores, los detalles y las pinturas gritaban "FRANCIA".

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⏰ Última actualización: Jan 27 ⏰

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Entre miradas ✔️ [Pedri Gonzales] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora