Capitulo 1. Nuevo Comienzo

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Bien Jiyong no me  pertenece, por desgracia, pero la historia  si  es  completamente mía. Espero que os guste

Mi madre había muerto, la única persona con la que he convivido y amado en toda mi vida estaba muerta. Las personas que conozco y otras que no se acercan a mí y me abrazan diciéndome palabras reconfortantes, pero no hay nada en este momento que me haga sentir mejor, ni siquiera el aroma del café que amo logra calmarme, me tiembla todo el cuerpo y no soy capaz de sostenerme un minuto más.

Veo que las personas van y vienen, se acercan al ataúd de mi madre y dejan flores sobre él, yo solo estoy ahí mirando sin poder hacer o decir algo es como si fuera un robot, solo asiento o niego. El padre dice unas palabras que no logro llegar a escuchar, las personas se levantan de sus sillas y se van dejándome sola.

El frio viento del invierno me golpea de lleno el rostro y es cuando despierto de mi trance, camino despacio hasta el ataúd y sin más me arrojo en él dejando escapar las lágrimas, lágrimas que habían retenido durante todo el día. Estoy sola, en el cementerio y en la vida.

No sé cuánto tiempo he estado tendida sobre la fría y húmeda madera, me duelen las piernas y las mejillas me arden, debe ser por culpa del frio, ha empezado a nevar y no he logrado darme cuenta. Me incorporo y no soy capaz de sostenerme en pie, caigo sobre la nieve llorando de nuevo.

Unos hombres se acercan a donde estoy y empiezan a mover el ataúd, no, no quiero que se vaya ya, como puedo me levanto y me vuelvo arrojar sobre él, llorando y suplicando que me dejen estar un poco más aquí. No pueden arrojarlo en ese oscuro y frio hoyo, aun no. Ellos tratan de quitarme pero me aferro con la poca fuerza que me queda.

Ciento una manos cálidas en mi hombro, alzo la vista. Mi amigo y novio de toda la vida está a un lado mío con esa sonrisa preciosa que tanto me hechiza, en cuanto lo veo, niego con la cabeza.

-Michael, diles que no se lo lleven. –siento que las frías lagrimas me inundan de nuevo el rostro.

-Vamos Lana, tienen que hacer su trabajo –dice y me toma en brazos alejándome de mi madre.

Ahora es a él a quien me aferro llorando sobre su pecho. Me carga y me siento por un momento feliz de tenerlo en mi vida. Cuando estamos en casa, esa perfecta casa que mi madre había comprado en la ciudad, me da un poco de café para lograr tranquilizarme, me siento a un lado de la ventana y observo por ella el hermoso jardín lleno de nieve en el que mi madre y yo habíamos pasado tiempos maravillosos.

Michael se sienta enfrente de mí, pone una mano sobre mi rodilla, le veo por escasos segundos antes de regresar mi vista afuera. Desliza su mano sobre mi pierna en una muestra de cariño.

-Amor, me puedo quedar esta noche si lo deseas – susurra despacio a lo cual asiento, no quiero dormir sola en esta enorme casa.

Al día siguiente despierto esperando que todo hubiera sido un mal sueño pero al ver a Michael a mi lado me hace saber que todo fue real, que cada una de las cosas que pasaron fue tan real, como lo es el sol que entra por la ventana. Me incorporo en la cama observando a mí alrededor. Mi madre era unos de los pilares de mi vida y ahora ella se ha ido, "mi madre se ha ido" repito en mi cabeza. ¿Qué voy hacer?

Suspiro con frustración, me levanto de la cama y me voy a dar una ducha, tal vez el agua caliente logre que mi mente vuelva a trabajar como lo hacía antes. Me sumerjo completamente en la tina, la presión del agua tapa mis oídos, solo veo que el blanco del techo se está haciendo pequeño. Siento que unas manos me rodean y me sacan del agua, tozo recuperando un poco el aire perdido.

-Lana no hagas eso, por favor– la voz temblorosa de Michael me llena.

-No... yo –trato de explicarle que no quería hacer eso que él está pensando.

Amor Clandestino 「G-Dragon」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora