Amor Clandestino 「G-Dragon」

Capitulo 11. Entre tus brazos Parte 2

Antes que nada ¡Feliz Cumple Stefy! Nena de mi corazón aquí esta tu regalo disfrútalo mucho ¡Te quiero!

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Jiyong no me ha soltado en ningún momento y estoy a punto de ponerme a llorar por el dolor tan fuerte que estoy empezando a sentir en el brazo. El no reacciona, parece que se ha sumido en sus pensamientos porque he tratado de alejarme de él dentro del ascensor pero cuando sentía que mi brazo se escurría de sus dedos apretaba más y las lágrimas se me querían salir. No sé si de coraje, miedo o humillación.

Llegamos a la calle y vuelve a arrastrarme por todo el sitio hasta llegar a su auto y es cuando por fin me suelta, bueno técnicamente casi me aventó hacia la puerta del copiloto, él rodea el carro.

-Súbete -me ordena con ese tono grave de voz que cuando está furioso tiene. Pero no le hago caso me quedo muy quieta en mi sitio. - ¿No oíste? -murmura apretando los labios, si fuera una chica lista ya le hubiera hecho caso sin rechistar pero como soy idiota y necia lo miro desafiante.

-No pienso mover de aquí hasta que me digas que es lo que te pasa. Por qué me arrastras por todo el lugar así. ¡Me has hecho daño! -me señalo el brazo donde una marca roja se está empezando a poner verde. Abre los ojos en cuanto ve el daño.

-Lo siento... -murmura despacio, agachando por milésimas de segundos los ojos.

- ¿Lo sientes? ¿Lo sientes? Y una mierda... No se que demonios te ha pasado, porque me sacas de una fiesta a la cual tú me trajiste, cuando la estaba pasando de lo mejor. ¡Actúas como si fueras mi puto amo, cuando eres mi maldito hermanastro! Todavía si fueras mi hermano de sangre tendrías algún derecho de tratarme así pero no, ¡No somos nada! -he empezado a caminar de un lado a otro gritando todo a pleno pulmón, importándome poco la gente que hay en la calle. Estoy borracha y furiosa. - ¡Me he cansado de todo este maldito jueguecito! ¡Estoy cansada de ti, odio todo lo que provocas en mí! -He empezado a bajar la voz- ¡Odio que me gustes, maldición!

Me dejo caer a un lado del carro recargando mi espalda sobre la puerta, escondo mi cara entre mis rodillas tratando de calmarme, respirando pausadamente para alejar las intensas ganas de vomitar, maldito alcohol está haciendo una guerra en mi estómago, por culpa del viento la cabeza me da vueltas.

Siento sus manos sobre mis rodillas y como trata de alzar mi rostro pero le pego un manotazo, el cual ignora y vuelve agarrarme acariciándome despacio, acomoda mi cabello, su tacto baja por detrás de mí cuello hacia mi brazo maltratado, siseo.

-Suéltame. -susurro bajito que temo que no me haya oído. Siento sus labios sobre mi sien, sus manos siguen acariciándome, siento que el demonio de mi estómago ese que siempre despierta cuando él me toca, ha despertado y empieza a brincar por todos lados. Me vienen imágenes de él bailando con la guarra de Sofí y ese animalejo o lo que sea que tengo dentro del estómago ahora está echando humo por las orejas. Le alejo de nuevo de un manotazo. - ¡Que me sueltes gilipollas!

- ¿Qué diablos te pasa? -esos hermosos ojos calor marrón, no me miran con cariño como siempre lo hacen, ni mucho menos con ese deseo que he visto solo dos veces en ellos, una cuando estuvimos a punto de hacerlo en casa y la otra hace escasa media hora en la fiesta. Ahora solo expresan confusión y podría jurar que hasta odio.

-Es lo mismo que te pregunto. ¡¿Qué diablos pasa contigo?! ¿Por qué me tratas así?

- ¿Así como? -pregunta aun de cuclillas frente a mí.

-No te hagas el idiota. Actúas como si te importara, como si sintieras algo por mí, actúas siempre de una manera diferente conmigo ¿Y para qué? Para que después me humilles delante de toda esa gente. -me levanto furiosa de la acera, recordar cada movimiento echo con esa tipa hace que sienta acido subiendo por mi garganta. - ¡Te pones a bailar con esa zorra en mi cara! Si querías follarte con la primera que se te cruzara no me hubieras traído.