Después de la cena, Svetlana se levantó para recoger los platos, pero su madre negó con la cabeza y le hizo un gesto para que se sentara.
-Déjalo, cariño. Katya y yo podemos encargarnos.
-Pero, mamá...
-Nada de peros. Ve a descansar.
Svetlana suspiró, aunque agradeció el gesto. El cansancio se le había acumulado en los hombros, y la idea de tumbarse en la cama por un rato le resultaba tentadora.
Se puso de pie, acarició el cabello de Katya en un gesto distraído y caminó hacia su habitación, cerrando la puerta con suavidad tras ella.
Su cuarto era pequeño, pero acogedor. Tenía una estantería repleta de libros que había ido coleccionando con los años, un escritorio lleno de papeles y su cama, con una manta gruesa que la protegía del invierno implacable de Moscú.
Pero lo primero que notó fue el par de ojos verdes que la observaban desde la almohada.
-Mishka -murmuró con una sonrisa cansada.
El gato, un enorme felino gris con rayas negras, la miró con expresión indiferente, como si la juzgara por haber tardado tanto en volver a casa.
-Sí, ya sé. Me extrañaste -dijo mientras se quitaba los zapatos y se sentaba en la cama.
Mishka entrecerró los ojos y se estiró con pereza antes de acercarse y frotar su cabeza contra la mano de Svetlana.
-Hoy tuve un día extraño -confesó ella, pasándole los dedos por el lomo.
El gato ronroneó en respuesta, lo que ella interpretó como una señal para continuar.
-Conseguí el trabajo -dijo, apoyándose contra la cabecera de la cama-. Pero mi jefe... hay algo en él que no me gusta.
Mishka bostezó, mostrándole los colmillos afilados, como si la conversación no le interesara en absoluto.
-¿Sabes lo que hizo? Sabía todo sobre mí. Mi deuda, mamá, Katya... Ni siquiera había empezado a trabajar y ya lo tenía todo investigado.
El gato la miró con sus ojos grandes e inescrutables, y luego dio un pequeño salto para acurrucarse en su regazo.
Svetlana suspiró y apoyó la cabeza contra la pared.
-Tal vez estoy exagerando. Tal vez solo es un hombre precavido. O tal vez... -se interrumpió, recordando la intensidad de la mirada de Lucian Pushkin-. Tal vez estoy metiéndome en algo peligroso.
-¿Estás hablándole otra vez al gato?
La voz de su madre la hizo sobresaltarse.
Se giró hacia la puerta y vio que su madre estaba apoyada en el marco con una sonrisa divertida.
-No es solo un gato -protestó Svetlana, acariciando la cabeza de Mishka-. Es un excelente oyente.
Su madre rió suavemente y entró en la habitación, sentándose en el borde de la cama.
-Lo sé, lo sé. Pero deberías confiar en mí tanto como confías en él.
Svetlana bajó la mirada.
-No quería preocuparte.
Su madre tomó su mano con delicadeza.
-Siempre me preocuparé por ti, Svetlana. Pero también quiero que sepas que no tienes que cargar con todo sola.
Svetlana sintió un nudo en la garganta. Sabía que su madre quería ayudar, pero ¿cómo podía decirle que sentía que estaba caminando sobre un terreno inestable? Que algo en su interior le decía que ese trabajo era más de lo que podía manejar.
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Obsesión Belga©(Completa✓)
RomanceEden Ceulemans, es un temible jefe del crimen organizado conderado por Europa el jefe de jefes de los sindicatos Belgas en el mundo. Dirige el más grande imperio criminal siendo descrito como "El anticristo", sin dejar de mencionar que acostumbra a...