Prólogo: "Te encontraré."
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Me levanté de mi cuarto algo adolorida ya que no estaba en una muy buena posición. Me extrañaba que mi madre no haya venido a levantarme, y mucho menos que no esté aquí conmigo. Saqué mi cuerpo de la cama hasta sentir el helado suelo bajo mis pies desnudos; todo un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. Hacía mucho que mi madre no me redactaba anécdotas sobre mi perdido padre, aquél que nunca había conocido en toda mi vida. Caminé hacia mi armario colocándome un jean negro, una camiseta blanca por dentro de este y unas botas negras. Antes de cerrar las puertas del armario, eché una última mirada a una pequeña chaqueta con unas alas en la parte trasera. Según mi madre, en mi quinto cumpleaños, él me la había regalado. Nunca la había usado por el simple hecho de la talla y porque no me llamaba la atención algo regalado por mi padre, pero hoy parecía ser la excepción. La tomé en brazos sintiendo una leve caricia en ellos, parecía ser liviana pero abrigada. Me la coloqué consiguiendo conmigo un olor varonil agradable; me impresionaba que aún lo llevara consigo.
—Me impresionas, Daryl —dije al aire, tomando mi ballesta en manos.
Cada vez que mi madre venía de las compras, juntas íbamos al bosque que estaba cerca de casa para que me enseñara a usar la ballesta. Me encantaba esta arma, además era muy silenciosa.
—¡Madeline! —escuché la chillona voz de mi querida madre. Sonreí al instante, tranquilizándome—. ¡Madeline, ayúdame, por favor!
Esa sonrisa que tenía en mi cara desapareció al instante al escuchar la desgarradora voz de mi madre. Corrí escaleras abajo -aún con mi arma encima-, y la busqué con la mirada desesperada.
—¡Mamá! —grité, tomando con más fuerza mi ballesta— ¡Mamá, ¿dónde estás?!
Mi respiración era agitada como mi pulso. Sentí como mi cuerpo se tensaba al notar todo un recorrido de sangre en el piso que llevaba a la cocina; la puerta de salida, que era extremadamente blanca, ahora se encontraba trabada con unos cables negros. Miré el recorrido que llevaba hacia la cocina, al mismo tiempo que levantaba mi arma por si las dudas.
—Mel —susurró una voz apagada a mi lado.
Miré hacia abajo encontrándome con mi madre sentada en el suelo, apoyada en la heladera. Abrí ambos ojos al notar una profunda herida en su pierna y brazo. ¿Acaso un perro la había mordido? Su cara reflejaba dolor extremo que llegó a asustarme.
—Mamá, despierta —dije tomando sus mejillas en mis manos— ¡Vamos!
Sus ojos se abrieron y sentí una alegría mediana.
—Madeline —tocó con su mano mi brazo, manchándolo sin querer de su fría sangre.
Unas lágrimas se acumularon en mis ojos, mis labios temblaban y mi garganta estaba atorada con un nudo gigante. La miré directo a sus ojos verdes, tenía la mirada muerta y sensible.
—Mamá, ¿qué te ha pasado? —ella negó repetidamente con la cabeza, como si la respuesta no fuera necesaria ahora mismo.
—Eso no importa ahora, cariño. El caso es que moriré y tú debes buscar a tu padre y sobrevivir junto a él —abrí los ojos y boca ligeramente, las lágrimas caían silenciosas y muchas dudas rodaban por mi cabeza.
¿Morirá? ¿Por qué? ¿Papá? ¿Cómo era? ¿Sobrevivir? ¿De qué?
—¿D-de qué me estás hablando, mamá? —pregunté temblorosa—. No sé quien es mi padre, ni lo que te ha sucedido. ¡Cuéntame!
Ella negó nuevamente y me miró al ras de la muerte—. Sabrás quien es por su nombre y apellido, linda. El mundo ha cambiado, yo cambiaré, por eso quiero quiero que me des en la cabeza —apuntó mi arma y luego a su entre ceja.
—No... —susurré— ¡No podré hacerlo sin tí, mamá! ¡No puedes dejarme, por favor!
—Vamos, hija —dijo con una mueca de dolor—. Sé que sí; sólo recuerda que las personas que verás no son las mismas, siempre dales al cráneo. No dejes que te toquen o te muerdan, hazlo por mí y busca a tu padre.
El nudo que se estaba formando explotó al igual que mis llantos. Cada vez más, la presión que mi madre ejercía iba disminuyendo en mi brazo y sus ojos se cerraban lentamente. No, no podía asesinarla sin ninguna respuesta.
Me alejé tomando mi ballesta hasta quedar enfrente de ella. De seguro despertará y me dirá que no ha pasado nada, que fue todo una confusión y solo estaba alucinando. Pero algo me decía que no era así y que desde ahora tenía que hacerme cargo de mí misma y ser más fuerte.
Horas habían pasado y ella no hacía ningún movimiento. Como si fuera casualidad, su dedo meñique hizo un movimiento y sentí miedo y felicidad a la vez.
¿Y si tenía razón y ella ahora era otra cosa?
—¿Mamá? —sentí un gruñido de su parte, y cuando abrió los ojos, estos se veían amarillos y sin vida. Más lágrimas cayeron por mis mejillas y tomé el arma entre mis manos—. Lo siento.
Sin más, con mis manos temblando, disparé a su cabeza. Un líquido salió de aquel agujero y sentí que todo había cambiado, que debía sobrevivir a cosas que no conocía. Tomé con cuidad la flecha y besé su cabeza de mi difunta madre para salir de mi casa y buscar a mi padre. Al abrir la puerta trasera de aquella casa, sentía que mi alma y corazón se quedaban allí y que nunca las volvería a sentir junto a mí.
—Te encontraré, Daryl Dixon —bajé la mirada triste y cerré la puerta dejando todo recuerdo allí dentro.
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Complicated [Carl Grimes]©
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