Capitulo 1

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-¡Mamá! ¡Por favor! ¡No me puedes dejar! ¡Mamá!

Lágrimas corrían por mis mejillas, mi madre estaba muriendo y yo no podía hacer nada para salvarla.

-No llores, no me gusta verte llorar, mi amor.

Su voz sonaba demasiado aguda en comparación a como era normalmente.

-Mamita, por favor, no me dejes, te necesito, te necesito y mucho.

Tome sus manos en las mías y las llene de besos, yo de verdad no podía dejarla ir, ella era lo único que yo tenía en este mundo.

-Nena, ya no se puede hacer nada contra esta enfermedad.

Las lágrimas volvieron a brotar, mientras ella sacaba un pequeño sobre de debajo de las sabanas que la cubrían.

-Escúchame muy bien, amor, lleva esta carta al correo, envíala a Bronx, New York, con esta dirección.

Tomo uno de los bolígrafos que se encontraban en la mesita lado de la cama.

-384 Huntington Avenue. Por favor, hazlo ahora.

-Pero mamá...

-Pero nada, ve a hacerlo, es lo último que te pido.

Le sonreí ligeramente y limpie los rastros de lágrimas que habían quedado en mis mejillas para después depositarle un delicado beso en la frente.

-Regresare lo más pronto que pueda.

Recogí mi chaqueta que estaba en una silla y fui directo a la salida del hospital.

Me pregunto que tendrá la carta, ¿Para qué querrá que la envié a Estados Unidos?, es algo ilógico, no tenemos conocidos allá, pero si es eso lo que ella quiere, me empeñare en hacerla feliz.

Llegue al correo más cercano y simplemente envié la carta con la dirección que anteriormente me había dado mi madre; antes de volver al hospital, pase a una cafetería, sinceramente no me gustan los hospitales, son demasiados fríos, muy aburridos, muy tristes, si pudiera tendría a mamá en casa, pero está demasiado enferma como para que la cuide yo sola.

Mientras me encontraba tomando mi café, me di cuenta que un chico me estaba observando, al principio no le tome importancia, pero después de salir y ver que me seguía, me puse muy nerviosa, no sabía qué hacer, afortunadamente cuando pase entre un montón de gente lo perdí de vista.

Llegue al hospital, y básicamente corrí hasta la habitación de mi madre, cuando abrí la puerta el doctor se encontraba ahí, me miro con compasión y pronuncio las siguientes palabras:

-Lo siento mucho señorita Smith.

Esas cinco palabras eran las cinco palabras que más temía escuchar, y fueron las peores que pude haber escuchado, o eso creía en aquel entonces.

-¡No! ¡Ella no puede estar muerta!

Las lágrimas brotaban sin parar de mis mejillas, gritaba a todo pulmón, y cuando trate de acercarme a verla en un intento desesperado por despertarla de aquel sueño eterno, los enfermeros me detuvieron, tratando de calmarme.

-¡No! Mami, por favor, mamita, no me dejes, por favor, no puedes dejarme, mamá, despierta, ¡Mamá!

No recuerdo más de lo que paso esa tarde, pues los doctores tuvieron que sedarme para poder tranquilizarme.

Ese mismo día, desperté llorando por la noche, era imposible que mi madre estuviera muerta, ella no podía dejarme, no debía hacerlo. Me encontraba en un cuarto de hospital, sentada en la cama, cuando mi tío Lucio apareció.

-Tenemos que irnos

Iba vestido de negro, y sus ojos estaban rojos e hinchados.

-Aquí está tu ropa.

Me extendió un bolso, donde había un vestido negro, yo solo me limite a sentir, supuse que esta noche velaríamos el cuerpo de mi madre, y mañana por la mañana seria su funeral. Sin embargo, cuando estuve lista, y mi tío conducía el auto, no íbamos a casa.

-¿A dónde vamos?

-Tu madre me pidió que le hiciera un favor. Toma

Lucio tenía un sobre en la mano, el cual tome, y lo abrí instantáneamente.

Era una carta, era de mi madre.

Hola, mi amor

Si tienes esta carta en tus manos es porque yo ya no puedo protegerte, siento haberte dejado tan pronto. Por favor no llores por mí muerte, estoy segura de que nos volveremos a ver, pero por ahora solo te pido que seas fuerte, tu tío Lucio te llevara a un lugar donde estarás bien, y por favor busca a alguien que sea como tú, ellos te ayudaran, estoy segura de eso.

Con cariño y amor: Mamá

La carta era demasiado corta para mi gusto, y no le encontraba sentido a nada de lo que decía.

-¿A dónde me vas llevar?

Lucio era un hombre de mediana edad, tenía algunas canas en su cabello, era alto, sus ojos eran de un profundo azul, y de vez en cuando notabas las arrugas d sus ojos, pero eso solo pasaba cuando sonreía, él era un hombre muy serio.

-A un internado.

-¿Un internado?

-Sí, ahí estarás mejor que estando afuera.

-¿A qué te refieres?

-No puedes quedarte afuera, corres mucho peligro.

-Soy lo suficientemente grande como para cuidarme sola.

-Yo solo estoy cumpliendo la promesa que le hice a tu madre, y no reclames, ni hagas más preguntas.

No podía reclamar, una vez que el tío Lucio le daba fin a una conversación ya no había vuelta atrás.

Después de ver un rato por la ventana, logre quedarme dormido el resto del camino.

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Este es el primer capitulo, ojala y les guste.

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