Capítulo 4

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Íbamos de nuevo en el auto, mi tío conducía como si de eso dependiera su vida, en poco tiempo llegamos a las afueras de la ciudad y a lo lejos podías observar un enorme edificio, al parecer ese sería mi nuevo internado.

Lucio aparco enfrente de una fuente, ahí nos esperaba un mujer muy joven y bonita, con alredor de unos veinticinco máximo treinta años.

-Lucio, un placer tenerte por aquí

Su voz era demasiado aguda y chillona para mi gusto

-Marina, el placer es mío, querida

Mi tío le hablaba como si se conocieran de toda la vida, pero ella parecía ser una mujer con el cráneo hueco.

-Ella es mi sobrina, Natalie.

-Un gusto, eres muy bonita, te verías muy bien con un traje de porrista.

En definitiva la mujer estaba hueca, ni de loca me pondría una mini falda que apenas taparía mi culo. Sonreí falsamente, y extendí mi mano.

-El gusto es mío.

-¿Gustan pasar?

Mi tío le sonrió a la mujer frente a nosotros, ¡dios mío! Había sonreído.

-Lo siento mucho, Marina, pero tengo que irme, todavía tengo algunas cosas por hacer.

-No seas aguafiestas, Lucio, ya casi es la hora del té, podrías quedarte y después ir a hacer todo aquello que tengas que hacer.

-Pero...

-Pero nada.

Marina tomo el brazo de mi tío y lo jalo hacia adentro, yo iba detrás de ellos jalando mi nueva maleta. Por dentro el edificio era muy lujoso, parecía sacado de un cuento de hadas, este lugar parecía más agradable que el anterior, y tal vez, solo tal vez, haría el intento de permanecer un poco más de tiempo aquí.

Entramos a un enorme salón, había un montón de chicos yendo de aquí para allá, algunos llevaban un pequeña jarra en manos, o una taza de té, o terroncitos de azúcar, e incluso galletas. Las chicas parecían llevarse todas de la mejor manera, eso era algo realmente extraño, regularmente siempre se hacen grupos, pero aquí parecía que todo marchaba bien, y eso hacía que la escuela ya no me gustara tanto como antes.

Una mujer de unos cuarenta años se paró en frente, y con la pequeña cuchara hizo sonar su taza para que todos le prestaran atención.

-Muy buena tarde queridos jóvenes, hoy como cada tarde nos hemos reunido en esta sala para tomar el té, pero hoy es un día especial, ¿Saben por qué?

Todos negaron al unísono con la cabeza.

-Pues, una nueva chica ha llegado a nuestra bella institución, y es un placer para mí tener el honor de presentarla, ella es, Natalie Smith.

La mayoría había comenzado a buscarme con la mirada.

-Cariño, levántate, queremos conocerte.

Lentamente comencé a levantarme de la banca en donde minutos atrás me había sentado. Esta era un situación muy extraña.

-Ahí estas, démosle un fuerte aplauso.

Y como si de robots se trataran, comenzaron a aplaudir.

-Ahora todos podemos continuar con nuestro té, no queremos que se enfrié.

Cuando la anciana comenzó a moverse, pude percibir un aroma muy extraño, no era como el de todo los demás, era un olor amargo, muy repugnante, esto hizo que arrugara la nariz, ella no era una persona normal, algo en mi gritaba que tenía que irme, que aquí no estaba segura.

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