Capitulo 11

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-Muévete, tenemos que ser rápidos.

Edward caminaba delante de mí entre los arboles.

-No puedo ir tan rápido como tú, ¿podemos parar un momento?

-Claro que puedes hacerlo, solo que no estas acostumbrada a este tipo de cosas. Ahora, deja de ser tan niñita y sigue avanzando.

Seguimos caminando durante unos minutos, hasta que él de repente se quedo quieto, estuve a punto de chocar contra su espalda, pero por suerte, me detuve a tiempo.

-¿Qué es lo que pasa?

-Shh, escuche algo. Agudiza tus sentidos y ayúdame a encontrarlo.

Su voz era suave y hablaba en susurros.

-¿Qué? No te entiendo.

Antes de poder escuchar una respuesta, él ya se había agachado y cuando se levanto, llevaba un indefenso conejo blanco entre sus manos.

-Wow, ¿eso es lo qué estabas buscando?

-Sí, es tu cena de esta noche.

Estoy segura de que mis ojos se abrieron más de lo normal.

-¿Acaso estas loco? No pienso comerme a ese pobre animal, no estoy acostumbrada a ese tipo de sangre.

Edward puso los ojos en blanco, y entonces alzo los hombros, quitandole importancia al asunto.

-Bien, si no lo quieres, entonces lo comeré yo.

El conejo aun intentaba huir de sus manos, pero antes de que lo lograra, giro su cuello, quedando su cuerpo inmóvil, acerco al conejo a su boca y comenzó a succionar la sangre, el simple olor de aquel flujo rojizo me hizo volverme loca e inmediatamente reaccione.

-Dámelo, lo necesito.

Le extendía las manos como una niña pequeña,  él levanto la cabeza y me miraba con esa sonrisita que ya comenzaba a hacerse tan conocida para mi.

-Es por eso que te expulsaron de primer internado al que fuiste ¿No es así?

Mi cerebro no estaba procesando nada, así solo dije la verdad.

-Estaba muriendo de hambre, no podía hacer otra cosa. Dámelo, por favor.

Puso el conejo en mis manos, al instante lo lleve a mi boca y clave mis colmillos, la sangre no era tan buena como la humana, pero al menos ayudaba a que mi hambre parara.

-¿Así que simplemente mataste a la primera que se cruzo es tú camino? Supongo que fue una horrible coincidencia que fuera esa chica.

Mi cabeza daba vueltas, trate de tranquilizarme y comer con más tranquilidad antes de que terminara desmayandome.

-No estaba en mis cinco sentidos, además ella era odiosa.

-No debiste hacerlo, pero ya no hay nada que hacer sobre aquella situación.

-Aunque no lo creas, aun me siento culpable.

Cuando el conejo quedo sin sangre que pudiera seguir comiendo, lo deje caer al suelo.

-¿Cómo te sientes?

-Mareada, la cabeza me da vueltas.

-Sera mejor que te sientes, tienes esos síntomas porque es la primera vez que comes sangre de animal, pero no te preocupes, tu cuerpo se adaptara rápido a ella.

Me senté en la tierra y comencé a respirar lento para evitar las nauseas, él se mantenía de pie recargado en el tronco de un árbol, era ahora mi momento de cuestionarlo.

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