XII

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Nadie le había respondido, incluso media hora después de que Izuku saliera espantado por la puerta. Katsuki estaba con los hombros en las piernas, mirando hacia abajo con indiferencia, aburrimiento incluso. Hitoshi estaba al lado de Neito con un gesto de arrepentimiento. Se podría haber librado de esa mirada tan agresiva del menor si hubiera simplemente dicho: “Sí, matarte por alianza con nosotros”, porque era lo obvio y Monoma ya lo sabía. Pero pensar en Monoma muriendo por culpa suya, por la avaricia de todos… Se le hacía un nudo en la garganta y sentía la necesidad de excusarse, pero tampoco podía mentirle. Solo lo miró con una falsa indiferencia y no le dijo nada. Monoma frunció el ceño.

—Al menos dime por qué se fue.

Dijo Monoma, mirando directamente a Hitoshi. Hacía bastante que no lo tuteaba, cosa que sorprendió a Hitoshi, quien alzó las cejas y se quedó pensativo por un rápido segundo. Después negó con la cabeza y, antes de poder responderle, Katsuki se levantó con enojo, caminando hacia la cocina.

—Nada. Está siendo dramático, en algún momento volverá.

El de ojos rojos empezó a abrir los gabinetes de la cocina sin sentido alguno, mirando hasta en los vacíos.

—Tengo hambre, joder —comentó para sí mismo.

Neito se levantó y asumió que él ahora sería el cocinero designado, así que caminó hasta la cocina de gas, pensando en qué podía hacer. Unos ojos le quemaron la nuca y, cuando se volteó, vio a Katsuki mirándolo con enojo y con una sartén en mano. Monoma habría jurado que le ladró, pero no quiso confirmarlo después de haber pegado un brinco y retrocedido, pegando su espalda contra el abdomen de Hitoshi. Hitoshi le agarró de los hombros y lo apartó, caminando hacia Katsuki y pegándole en la nuca.

—No lo espantes. ¿Y qué carajos haces?

Katsuki hizo lo más parecido a un gruñido que un humano puede hacer sin que parezca antinatural, levantó la sartén e imitó un golpe hacia el pelimorado antes de poner la sartén en la estufa y cocinar unos pedazos de jamón.

—Metanfetamina, imbécil. Estoy cocinando, ¿o es que tú quieres cocinar para tu novio? —le dijo Katsuki a Hitoshi.

Hitoshi alzó una ceja y se quedó callado, intentando saber quién carajos se suponía que era su novio. Neito no estaba prestando atención, estaba recostado en su sillón con una serie aleatoria como ruido de fondo, pegado a su celular jugando algún juego. Katsuki lo miró de reojo, volvió a ver a Hitoshi, sonrió con burla y recibió otro golpe en la nuca.

—¿Qué novio?... Tch. —Dijo con molestia Shinsō, retrocediendo y sentándose en el lado opuesto del sillón donde estaba Monoma, mirando su propio celular como si estuviera leyendo alguna noticia.

Katsuki cocinó esa noche y, curiosamente, cocinaba mejor que Izuku, cosa que sorprendió al otro rubio. “Ahora él será el cocinero designado”, pensó, mientras lamía el tenedor para conseguir un poco más de ese sabor tan exótico que había conseguido Katsuki con lo poco que Monoma tenía en la cocina.

Los días pasaron y el ambiente se estaba poniendo tenso. Shoto ahora estaba autorizado para rondar por la sala en la noche como si fuera un perro guardián, pero era mejor eso que una sorpresa que terminara en muertes. Katsuki se veía cada vez más reprimido, como si le hubieran arrebatado los sentimientos y ni siquiera intentara recuperarlos. Hitoshi estaba tenso también, se había negado a ayudar a Katsuki como mensajero ya que Izuku no estaba, cosa que escaló a que ambos hombres no se hablaran. Monoma estaba estresado por sus exámenes, pero ignorante de todo lo que pasaba debajo de su casa.

Se escuchó un disparo a la una en punto de la madrugada, después otro. Monoma se levantó con una velocidad que podría avergonzar a una bala, bajando como rayo por las escaleras sin importar que si lo veían sería hombre muerto. Se apoyó en el barandal de las escaleras para ver contra qué se estaban enfrentando aquellos y, sobre todo, si era necesario que él bajara a ayudarlos.

I Guess You're Addictive. │ 𝘚𝘩𝘪𝘯𝘮𝘰𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora