I

422 9 2
                                    

Ya llega el festival de este año. Llevo haciendo festivales desde que tengo tres años pero aún sí siempre me pongo nerviosa y se me hace un nudo en la barriga que no me deja comer. Pese a solo ser una bailarina de un pequeño estudio los nervios me pueden. Mañana todos tendremos que demostrar los que hemos aprendido este año que menos que en el gran teatro Olympia de Valencia. Mi familia lleva en valencia desde hace muchísimo tiempo y es que hasta mis bisabuelos eran valencianos. Y mañana hasta mis primos vienen de sus respectivas universidades fuera de la ciudad para verme. El nerviosismo es justificado, ¿no?

—¡Cat! ¡Despierta! O vamos a llegar tarde.

Me levanto a regañadientes hasta que recuerdo que hoy es el festival. Entonces siento en mi estómago esas llamadas mariposas que siento cada vez que voy a subir a un escenario, se podría decir que como ellas llenan mi barriga no dejan sitio para la comida y por ello consigo convencer a mi madre de que con un poco de zumo me bastará para hoy.

Cuando terminamos los desayunos cogemos la maleta con los trajes, el maquillaje y lo necesario para hacerme un moño y nos subimos al coche hacia el teatro. Nada más llegar salto del coche para ir corriendo al ensayo al que llego tarde pese haber llegado antes de la hora prevista.

Horas más tarde el festival está a punto de empezar y desde los camerinos se puede escuchar a la gente hablando ya en sus asientos. No puedo evitar sentir algo de envidia por su despreocupación y tranquilidad, a mi parece que se me coman los demonios andando de un lado para otro. Hasta que por fin nos sentamos en unas cajas un grupo de amigos a hablar y olvidarnos de donde estamos, a modo de conseguir salir relajados.

—Caterina y Enzo, os toca salir —nos avisa nuestra profesora.

¿YA? ¿Cómo puede ser? A penas nos hemos sentado un rato a hablar y ya nos toca salir a Enzo y a mí. Enzo es mi amigo desde que teníamos tres años e íbamos al jardín de infancia. Es alto y esbelto, como son los bailarines y también es rubio como yo, cosa que hacía que de pequeños nos preguntaran muchas veces si éramos hermanos. Siempre nos han gustado las mismas cosas y por ello siempre estábamos juntos.

Nos colocamos en las bambalinas y esperamos que empiece la música de El Lago de los Cisnes, es una gran pieza con la que finalizaremos el festival y nos la encargaron a nosotros porque éramos la mejor pareja de toda la escuela.

Empieza la música y los dos empezamos con ella nuestro baile de enamorados entre el príncipe Sigfrido y Odette. Damos vueltas por el escenario con pasos ágiles y rápidos como si no pesásemos nada. Si la gente supiese la fuerza que hay que tener para conseguir ese efecto no se lo creerían.Me parece que la música va más rápido de lo normal y me apresuro en los pasos, entonces llega el momento en que he de saltar para que me coja Enzo. Parece que el tiempo se detiene, mi corazón se acelera y en mi cabeza salen órdenes hacia las piernas para que respondieran y no caer, pero ya no puedo hacer nada más que ver a cámara lenta como voy a estrellarme contra el suelo por haber apoyado mal la punta con las prisas. Espero el golpe contra el suelo cuando las manos ágiles de Enzo me cogen por la cintura levantándome antes de llegar a caer. El baile continúa y un gran alivio me inunda. Por fin saludamos al público con una reverencia y entramos detrás de las cortinas.

—Muchísimas gracias. Me has salvado la vida Enzo casi me caigo —digo mientras le abrazo con fuerza.

Él me coge en volandas y da un par de vueltas feliz de que haya salido todo tan bien pero me besa antes de bajarme al suelo de nuevo.

—Ha sido un placer bailar contigo.

Yo me sonrojo y nos vamos hacia donde están todos los demás. Eso me ha pillado totalmente desprevenida, pero lo más extraño es que me ha gustado.

Termina el festival. Y salimos todos los bailarines desde los más pequeños hasta los más mayores a saludar. Me encuentro algo mareada y siento como que voy a caerme. Ya estamos entrando para adentro y Lidia me va contando algo pero no entiendo lo que dice.

—Menos mal que ya ha pasado el festival. Las últimas noches para dormir me tenía que tomar una tila, ufff... ¿Caterina? ¡Caterina! ¿¡Qué te pasa!? ¡Eeeh! ¡Venid a ayudarme!

De repente me caigo al suelo y me quedo inconsciente.

                                                                                        * * *

Estoy en el cielo bailando con un enmascarado. Baila de maravilla y me siento ligera como una pluma. Él lleva un traje de bailarín todo negro cosa que hace que se vea más su máscara blanca. En cambio yo llevo un mallot blanco adornado con algunas piedrecitas semblantes a diamantes y un tutú de plumas blancas como las de un cisne. El pelo lo llevo recogido en un moño y algún mechón rubio cae sobre mi rostro pero lo que destaca especialmente de mi vestuario es que las puntas no son blancas como el resto de mi atuendo, sino que son negras como el ala de un cuervo.

Le ruego que se quite la máscara pero él no me contesta. No habla. Solo baila.

                                                                                       * * *

Me despierto tumbada sobre un par de cajas en los camerinos.

—¿Qué ha pasado? —le pregunto a una de mis compañeras que está a mi lado con gesto de preocupación.

—Tranquila, ya estás bien —me dice esta con gesto de alivio al ver que me he despertado. —Enzo, ya está despierta.

Entonces veo como entra Enzo, ya sin el traje ni el maquillaje pero tan guapo como siempre.

—Prométeme que no volverás a dejar de comer por los nervios —dice serio nada más llega a mi lado.

—¿Qué?

—Prométemelo Cat.

—Vale, vale. Te lo prometo.

Las arrugas de preocupación de su frente desaparecen y sin importarle que estén todas las demás bailarinas mirando me besa.

—Dime profe, ¿querías algo? Me han dicho que antes de irme querías hablar conmigo.

—Sí, a ver, lo primero, no te volveré a dejar salir a ningún sitio a bailar si no comes antes —asiento. —Delante de mi —dice ya en un tono más fraternal y haciendo que las dos riamos, esta mujer me ha visto crecer desde los cuatro años. —En serio, no puedes darnos esos sustos. Y lo segundo, es que invité a un amigo mío a ver el festival, Ricardo. Él es el dueño de la compañía de danza BBW, Beauty Ballet World. Y bueno le encantó verte bailar y me dijo que quería hablar contigo, ten este es su número. Llámale, igual quiere contratarte —dice con una gran sonrisa.

Los ojos se me han debido de quedar como platos porque empieza a reírse hasta que consigo reaccionar le doy las gracias y voy corriendo a contárselo a Enzo.

Los 50 jettesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora