XIII

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    Veo caer las gotitas de la lluvia con la cabeza apoyada en la ventana del tren. Es el primer tren que he encontrado que me lleve lo bastante lejos de París, uno con destino Ámsterdam. No sé bien en qué momento, en que canción, en que lágrima o pensamiento durante el viaje me quedo dormida.

-Señorita, señorita esta es la última parada, todos los viajeros han abandonado ya el tren y debe hacer lo mismo –me avisa en inglés uno de los chicos con uniforme de los que trabajan allí.

-Oh, perdón. En seguida bajo –digo mientras cojo mi bolsa y me dirijo hacia la puerta del tren.

Me siento muy cansada como para sentir vergüenza de haberme quedado dormida en el tren. Busco en el bolsillo de mi chaqueta la guía para saber que bus coger para llegar al hostal que busqué en internet. Ponía que había calefacción y habitaciones libres que podían cogerse en el momento. Hace mucho frío y me parece increíble el cambio de temperatura que hace a tan solo tres horas y media de París. Hago un par de transbordos de bus hasta llegar por fin al hostal. Esta bastante lejos del centro de la ciudad, pero eso da igual, no he venido para hacer turismo. Cuando entro veo un termómetro que marca trece grados, me encojo en mi chaqueta para mantener algo de calor y darme valor antes de acercarme al mostrador y preguntar.

-Buenas, ¿cuánto cuesta alojarse cinco días aquí? –le pregunto en mi inglés chapucero a una mujer regordeta y con cara de mala uva que hay detrás del mostrador.

-Cuesta 7 euros la noche, si quieres agua caliente y calefacción debes pagar 5 euros más cada día, aunque ahora mismo está rota la caldera pero para mañana ya habrá agua caliente y calefacción –saco la cartera y le pago lo que me pide aunque sea un robo pedir cinco euros más por calefacción y agua caliente con lo mal que se ve el hostal. –Coge una manta de las que hay en esa silla hoy se previene tormenta y mala noche –dice la mujer volviendo a sus quehaceres detrás del mostrador.

Cojo una de las mantas de la silla que me indicó la mujer y me subo a la habitación que me había dicho, solo hay dos plantas así que no tengo que buscar mucho. Cuando llego a la habitación me tumbo en la cama desolada y cansada. Y en seguida me duermo con el sentimiento de traición de nuevo oprimiéndome el pecho entre lágrimas. Hecho mucho de menos a Angelo, sus besos, sus caricias, sus bonitos ojos, sus labios diciendo que me quería...

Me despierto tiritando cuando aún no son ni las seis de la mañana y voy directa al baño porque las náuseas me pueden, supongo que es una forma de intentar expulsar las emociones de mí. La lluvia sigue golpeando con rabia la ventana y las nubes no tienen intención de dejar salir al sol hoy. Sin pensarlo dos veces temblando de frío me meto en la ducha sin caer en la cuenta de que puede que aún no este arreglada la caldera pero, por suerte, en seguida empieza a caerme encima agua que, en otras condiciones, me hubiese quemado la piel pero ahora mismo a penas me parecía que estuviera caliente.

Cuando salgo de la ducha me visto con lo primero que pillo de la bolsa y al ponerme a rebuscar la pareja de la bota que ya me había puesto, encuentro un sobre con mi nombre en una de las caras. Reconozco la letra de Angelo y con sorpresa y curiosidad la abro, y leo una carta que decía tal que así:

      << No me creo que de verdad te hayas creído que te podía hacer algo así. Te quiero, Cat, y no pienso dejar que te vuelva a mirar ese tío y mucho menos que te aparte de mi lado. Cuando le vi allí con esa sonrisa prepotente en la cara casi pierdo los nervios y le hubiese pegado hasta que hubiese podido ni hablar. No te conté nada de mi plan porque sabía que si te decía que te fueras y luego ya veríamos que hacer, no habrias aceptado si no fuese yo contigo y necesitaba alejarte de todo.

     Nos vemos en Venecia en cuatro meses es lo que necesito para arreglarlo todo por aquí, en el sobre tienes un billete universal con el que puedes coger un avión desde donde quiera que estés el día que quieras hasta el 16 de septiembre.

Los 50 jettesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora