Epílogo

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-¿Entonces esa fue vuestra historia? –pregunta Angelina con lágrimas en los ojos.

-Sí, cielo –dice Angelo, sentado al borde de la cama, dándole un beso en la frente a su hija ya lista para irse a dormir. –Pero no debes llorar, ella está en el cielo protegiéndote.

-Era muy guapa... ¿No crees? –dice Angelina mirando la foto que le había entregado su padre donde había una joven bailarina encima de un escenario con un bonito tutú verde.

-Sí que lo era –la niña pudo ver en los ojos de su padre, del mismo color de los de ella, una mirada llena de nostalgia y tristeza.

-¿Por qué me lo has contado ahora? Si llevo tanto tiempo preguntándote. ¿Por qué ahora? –pregunta la niña, cosa que hace que Angelo recuerde lo mucho que se parece a su madre.

-Pues porque era tu cumpleaños, -dice este sonriéndole. –Ahora ya eres una chica mayor –dice alborotándole la melena color dorado oscuro.

-Sigue siéndolo, ¡aún no ha terminado el día! –protesta Angelina arreglándose los cabellos enmarañados.

-Entonces dime rápido que más quieres porque solo quedan dos minutos para que sea otro día –le responde su padre siguiéndole el juego con una sonrisa divertida.

-Quiero ser bailarina –dice rotundamente la niña, mirando fijamente a su padre a los ojos.

-Entonces mañana mismo iremos a apuntarte a clases de ballet –dice su padre levantándose de la cama y dirigiéndose a la puerta.

-Ya soy grande para la luz de noche, puedes apagarla –le dice la niña a su padre como si la luz de noche fuese para niños pequeños. Este hace lo que le dice, antes de salir de la habitación, riendo para sus adentros porque sabía que iba a ocurrir.

-Buenas noches Angelina –dice Angelo cerrando la puerta, pero no sin antes lanzarle un beso desde el umbral.

Se queda al otro lado de la puerta esperando y entonces:

-¡Papá! ¡Papá! ¡La luz de noche! ¡La luz de noche! –le grita la niña con terror. Angelo abre la puerta y la ve a ella encogida de miedo en la cama. –Creo que podemos esperar un año más para quitarla, porque si no, se sentirá muy mal porque ya no es de utilidad –se justifica la niña con una sonrisa pícara que él conocía muy bien.

-Está bien, me parece justo para la pobre luz de noche –dice Angelo encendiéndola y saliendo de la habitación de nuevo. –Te quiero.

-Y yo a ti papi.

Y la niña se durmió imaginándose a su madre bailando por el cielo entre las nubes como si fuera un ángel y se imaginó a ella misma bailando en escenarios de todo el mundo como un día hizo su madre.

Mientras Angelo subía hasta el desván quedándose en una habitación llena de cuadros, el desván donde todas las noches lloraba a su mujer pintándola desde mil ángulos, formas y perspectivas. Él seguía adelante, pero nunca podría dejarla ir del todo.

-L'amor che move il sole e l'altre stelle –dice mientras una lágrima le cae al contemplar los cuadros de nuevo.

FIN





Espero que os haya gustado la novela. ¡Ah! Y siento mucho haber matado al personaje principal, pero no he podido evitar que fuese una historia sin tragedia. ¡Gracias por leerme! Hasta la próxima vida, o historia. 

                                                                                                                                                                                     -R.


Los 50 jettesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora