II

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    ¿Quién lo iba a decir? Hace justo un año este mismo día estaba en el festival de ballet. Y ahora un año después me encuentro embarcada dentro de la compañía BBW, todo gracias a que el jefe amigo de mi profesora se encaprichó conmigo. Acabé convenciendo a mis padres para que me dejaran entrar en la compañía haciendo el trato de que estudiaría a distancia y mis notas no bajarían. Ahora estoy en Madrid acabando de preparar la próxima gira de un año y medio, que empezaremos este próximo septiembre, pasaremos por Bruselas, Berlín, Viena, París, Dublín, Atenas, Roma, Londres, Lisboa, Ámsterdam, Praga, Estocolmo y posiblemente Moscú. Más tarde en 2018 cuando volviéramos, empezaríamos una por España pasando por Madrid, Lugo, Barcelona, Sevilla, Granada y Valencia.

Mi futuro pinta brillante, pero no ha sido tan fácil dejar atrás a Enzo. Solo pudimos estar unos meses juntos, de lo llamado estar saliendo. Pero fueron unos meses maravillosos que no cambiaría por nada. Tuvimos que dejarlo, entre las giras, los ensayos y todo es imposible poder vernos. Pero aun así siempre quedará lo ya vivido.

A mí me han dado el papel principal, después de las pruebas, pese a ser la que menos experiencia tenia. Edward —el profesor principal de la compañía— y Ricardo coincidían en que tenía algo. De ahí el odio de todas las bailarinas de la compañía hacia mí. Me hablan bien y no me tratan mal ni nada por el estilo, pero se ve de lejos que todo es pura hipocresía. A mí tampoco me parece bien que yo sea la principal, quiero decir, sí que estoy capacitada y me encanta la idea de ser la bailarina principal. Pero a mí tampoco me gustaría que si llevase 6 años trabajando en una compañía de baile que llegue una nueva que baila bien y sin más se lleve el papel principal.

El ballet que estamos preparando es La Bayadera (La bailarina del templo) que es una historia de amor donde una bailarina de un templo hindú rechaza al sacerdote de dicho templo porque en verdad está enamorada de un guerrero, como siempre en estas historias, Nikiya (la bailarina) acaba muerta por los celos que siente el sacerdote.

Pese a querer ser la bailarina principal, algo en mi me dice que no me traerá más que problemas. Así que me decido a ir a hablar con Ricardo, el jefe, después del ensayo. Un hombre grande, robusto que suda bastante. De unos cuarenta y seis años de edad y que mira a todo el mundo de una extraña forma, no le culpo, tiene los ojos algo hundidos uno de color verde feo y el otro marrón, aunque no creo que sea solo una cosa del color y la forma de los ojos.

—Hola. ¿Se puede pasar?

—Sí, adelante.—Me dice Ricardo desde dentro sentado en su escritorio arreglando algunas cosas con el ordenador. —¡Hombre Caterina! ¡Si eres tú! Pasa siéntate. Tú ya sabes que es un placer que al final puedas incorporarte en la compañía. Eres la bailarina más joven con tan solo diecisiete años, bueno dieciocho en dos meses, que ha entrado aquí. Ya sabes que tienes las puertas de mi despacho abierta a todas horas para lo que necesites, aunque sea una tontería. Dime, ¿qué querías? —Dice mientras rodea la mesa y se apoya delante de donde estoy yo sentada.

—Bueno vengo a hablarte de que yo estoy encantada con el sitio que tengo aquí. Y te agradezco de verdad haber hecho todo el papeleo al ser menor y convencer a mis padres para que trabaje aquí. Pero hay algo... a ver, no sé si yo que acabo de entrar debería tener ya un papel tan importante como el principal. Quiero decir, hay bailarinas aquí que llevan más de diez años, seguro que están igual de capacitadas.

—No, no, no. La gente quiere ver un rostro nuevo y joven como el tuyo. He visto tu evolución en menos de un año. Te has aprendido todo en muy poco tiempo. Tus pasos son precisos y elegantes, con esas piernas largas... —dice mientras recorre con la mirada mis piernas con ese extraño mirar, me estiro la sudadera todo lo que puedo a modo de negarle la visión. —Bueno si es por el tema de las demás bailarinas no te preocupes siempre se molestan un poco con la bailarina que hace el papel principal, sea quien sea. Si hace falta yo podría hablar con todas o...

Los 50 jettesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora