Capítulo 5. Conelly's Pub

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CAPÍTULO 5: CONNELLY'S PUB

Me encontraba frente al espejo aún con la toalla alrededor del cuerpo y el pelo empapado cayéndome sobre la espalda. No estaba nerviosa, más bien estaba aterrada. Miré el reloj por décima vez, eran las ocho y media. Amber pasaría por mí a las diez y después iríamos a por Roxanne donde dejaríamos todas nuestras cosas para dormir. Esa noche dormiríamos en casa de mi amiga las tres juntas. Y seguramente por eso último era por lo que me había dejado enredar para salir.
Mi habitación era un caos. Toda la ropa estaba tirada por el suelo y yo no sabía que ponerme. Había descartado varias cosas después del mensaje que había recibido esa tarde.

Amber: Es un pub Kath, arréglate un poco pero tampoco mucho, paso por ti a las diez. Nos vemos luego, love u!

Qué narices significaba 'un poco pero no mucho'. No tenía ni la más remota idea. Gracias por la ayuda Amber. Mientras miraba toda mi ropa recordé uno de los trucos de Camyl, ropa sencilla y maquillaje intenso. Una forma que hacía que pareciese que ibas arreglada, aunque no fuera así. Cogí ropa interior, unos vaqueros oscuros y una blusa de manga larga con escote de pico color granate, después me vestí. En poco tiempo me maquillé al estilo de Camyl, si estuviese aquí, mi madrastra habría estado orgullosa.

Eran las nueve y media. Aún tenía algo de tiempo así que bajé las escaleras. Mi madre se encontraba en el sofá, con sus gafas de cerca y su pijama azul de topitos leyendo un libro que no había visto nunca. Levantó la vista al verme y sonrió.

—¿Vas a salir? —podía ver la sorpresa, pero también la alegría en su rostro—.

—Sí, ¿te parece bien? —dije dudosa, ni yo misma estaba segura de querer ir a aquella fiesta—.

Su cara lo decía todo. Sus ojos brillaban, estaba emocionada. Cerró el libro y asintió enérgicamente. Le parecía más que bien. Mamá no disfrutaba viéndome mal y sabía que se sentía terriblemente culpable por no haberse dado cuenta del infierno por el que había pasado hasta que la gota colmó el vaso. Aquello había sido culpa mía y de nadie más, pero sabía que ella se culpaba a sí misma. Por eso, para ella verme salir con mis amigas era un gran paso.

—Me parece genial cariño —sonrió y esa sonrisa le llegó a los ojos—, ¿viene alguien por ti o te llevo? ¿Dónde vas?

—Tranquila mamá —me senté a su lado y cerró el libro para prestarme toda su atención—, viene Amber a por mí, duermo en su casa. Vamos a un bar, bueno Amber dijo que era un pub. El de los padres de Evan, un chico de clase, lo inauguran hoy e irá mucha gente del instituto —me encogí de hombros restándole importancia, pero lo cierto era que tenía los nervios a flor de piel—, dormiré en casa de Rox.

—¿Gente del instituto? —mi madre se pensó sus siguientes palabras durante un tiempo, no sabía si abordar ese tema pues lo cierto era que nunca habíamos hablado mucho de ello. Creo que esa era la primera vez que mi madre decía aquel nombre. Lo dijo con cuidado, con preocupación en los ojos, esperando mi reacción— ¿Cindy?

Cindy. La verdad era que había estado esperando que me pillase en cualquier momento cuando menos me lo esperara. Pero lo cierto era que Cindy me había dejado en paz los cinco días que llevábamos de curso. A decir verdad, más que dejarme en paz, había hecho como que no existía. No sabía hasta qué punto aquello era bueno o malo. Tal vez estaba esperando a un motivo, pero mientras estuviese en mi mano, no iba a darle el gusto de destrozarme la vida. No otra vez.

—Supongo que estará allí —dije mirando al suelo y luego a mi madre—, pero todo está bien. Supongo que tendré que verla hasta que termine la secundaria. No puedo hacer nada.

—De acuerdo —dijo mi madre resoplando, no le gustaba un pelo—, cualquier cosa sabes que puedes llamarme y estaré allí en menos de cinco minutos, ¿vale?

Que vuelva a brillar el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora