Dos años atrás
—Miradla —dijo Cindy, la chica más popular sobre la faz de la tierra. No había persona que se atreviese ni siquiera a alcanzar su puesto. Ella fue la reina en el colegio, ahora lo era en el instituto y así sería siempre—, con su asqueroso y sucio chándal de siempre, ¿acaso lo lavas?
Todas rieron. Sus risas eran mi propio infierno, el ruido de fondo en mis pesadillas cada noche. Las mismas pesadillas que habían provocado unas ojeras permanentes bajo mis ojos. Me hacían sentir como si yo no fuese nadie y había empezado a creer que así era.
—Eres una guarra —se atrevió a decir Destiny, esa chica siempre había luchado por entrar en el exclusivo grupo de Cindy y hacia poco que lo había conseguido, ella le dedicó una mirada de aprobación y Destiny sonrió con maldad. Cuánto daño podía llegar a hacer esa ambición—.
—Y ya que estás, arréglate ese asqueroso y grasiento pelo si es que puedes —dijo Esther, la mejor amiga de Cindy desde que tengo memoria y la segunda malvada voz de mis pesadillas, la primera siempre sería la de la reina del instituto—.
Lo peor es que esas cosas eran lo mínimo que recibía por su parte. Estábamos en medio del pasillo y la gente agachaba la cabeza y seguía caminando como si no fuese con ellos. No querían ser los siguientes y lo peor era que si yo fuese uno de ellos, habría hecho exactamente lo mismo. No les culpaba. Seguí caminando tratando de ignorar sus risas, pero estas no cesaban. Me acerqué a mi taquilla y para colmo allí estaba Evan Tanner, el chico más popular del instituto y como no, el novio de Cindy. Todo un tópico, ¿eh?
Evan era el chico de los sueños de cualquier chica del instituto. Deportista, inteligente, rubio, ojos claros, buen cuerpo y una sonrisa de infarto. La única pega que podías encontrarle a Evan era que había visitado más camas que años tenía. Obviamente Cindy lo sabía, pero lo dejaba pasar, su popularidad era lo primero para ella y con Evan al lado, la mantendría.El portazo que Evan dio a su taquilla me sobresaltó haciendo que mi libro de historia cayese al suelo. Mis ojos se dirigieron al libro y allí estaban las manos de Evan recogiéndolo del suelo. Lo puso sobre mis manos y esbozó una ligera sonrisa.
—Siento haberte asustado —dijo un poco incómodo mirando a todas partes, buscaba a Cindy, no quería que estuviese cerca y yo podía verlo en sus ojos—.
—No... no pasa nada —dije algo nerviosa. No podía creer que Evan estuviese hablando con alguien como yo—.
—Aléjate de él —la voz autoritaria de Cindy me sobresaltó e hizo que retrocediese tres pasos. Me aferré a mi libro y mantuve la cabeza gacha. No quería tener otro episodio de ataques e insultos, con uno por día tenía más que suficiente—.
Cindy se acercó a Evan y le susurró algo al oído. Él me miró y se rio. Toda esa simpatía que había tenido conmigo había desaparecido y el Evan burlón y lleno de maldad que acompañaba a Cindy a todas partes salió a la luz. Vi como ambos se alejaban cogidos de la mano. Vi como Cindy se giraba a mirarme con su asesina mirada y supe que hablar con su novio, aunque no hubiese sido mi culpa, me costaría caro.
Cindy me hacía estas cosas a diario y yo cada vez podía menos. Había dejado de comer y cuando mamá me obligaba a hacerlo me escondía en el baño y devolvía toda la comida. Quería adelgazar, ser más guapa, ser como mis amigas, pero no lo conseguía y cada vez era más frustrante. Además, Cindy cada vez la tenía más tomada conmigo. La cosa con ella no hacía más que empeorar. Mi vista se nubló un poco y una lágrima resbaló por mi mejilla, ni siquiera sabía en qué momento había empezado a llorar.
—¡Buenos días Kath! —gritó Amber dándome un abrazo fugaz por la espalda, no la había visto venir e intenté ocultar mi cara, pero ella fue más rápida— ¿Quién ha sido esta vez? ¿A quién tengo que matar?
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Que vuelva a brillar el sol
Fiksi RemajaKatherine Reed vivía un infierno de bromas de mal gusto, acoso escolar e insultos. Alguien se encargó de que así fuera durante años, hasta que Kath desapareció con una maleta en cada mano, pero no para siempre. Volvería. Ahora, dos años después, Kat...