Capítulo 4. La popularidad

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CAPÍTULO 4: LA POPULARIDAD

Querida popularidad, tan efímera y tan ansiada por todos. Nunca he sabido por qué apareció aquella distinción, pero si de algo he estado siempre segura es de que sigue existiendo por nuestra culpa. Hay personas que caen más en gracia que otras o que simplemente se les da bien jugar este juego. Nunca he sido de esas personas, pero parece ser que cuidar el aspecto y rodearte de la gente adecuada eran los ingredientes adecuados para la fórmula del éxito en el instituto.

—¿Me podéis explicar por qué la gente me mira? —dije mirando a todas partes, cuando mis ojos se encontraban con los de alguien, la gente miraba a otro lado y dejaba de hablar— Es muy incómodo.

—Eres la novedad Kath —dijo Roxanne encogiéndose de hombros—, mañana se les habrá pasado.

Suspiré y me encogí un poco más. No estaba acostumbrada a que me mirasen, siempre había sido invisible para todos. Pero si de algo estaba segura era de que la gente no me reconocía. Había escuchado varios '¿quién es ella?' y también había oído a alguien decir que era una alumna de intercambio. Muchos se asombraban al ver que Roxanne y Amber tenían una tercera persona en su grupo, desde mi partida ellas no se habían juntado con nadie más. Siempre habíamos sido solo nosotras tres.

La cafetería estaba abarrotada de gente en la hora de la comida. Seguían manteniendo las mismas mesas azules y sillas grises que recordaba. El olor a cocina impregnaba las paredes y el barullo de voces era ensordecedor. No tardé mucho en ver a mis amigas, ambas estaban en la fila de la comida, me acerqué y disimuladamente me colaron entre ellas.

—No pidas el pudding, es lo peor —me aconsejó Amber y yo asentí riendo, estaba segura de que no había tenido una experiencia agradable con el postre—.

—Tampoco pidas pescado, seguramente esté pasado —dijo Roxanne poniendo muecas de asco, mi amiga odiaba el pescado desde que tenía siete años y se negó a comer nunca más cualquier cosa que viniese del mar—.

—Tranquilas —dije riéndome—, pediré una ensalada, ¿eso es comestible?

—¿Ensalada? ¿Tú pidiendo una ensalada? —dijo Amber sorprendida—, no me lo creo en absoluto.

—Las cosas cambian Am, ahora como más cosas —me reí—, además con la nutricionista no me quedó otra.

Mis amigas asintieron y no hicieron preguntas. La verdad que no me gustaba hablar de ello. El primer día que llegué a la nutricionista y me pesaron fue cuando vi que tenía un problema y que había que ponerle solución.

Con nuestras bandejas ya en las manos nos sentamos en una de las mesas del fondo donde no había nadie y mientras comíamos mis amigas no paraban de charlar sobre ropa, películas y las últimas series que habían visto. Yo las escuchaba y de vez en cuando intervenía, pero me encantaba escucharlas hablar tan felices, y me encantaba estar allí con ellas.

—Entonces, ¿el sábado vamos a la fiesta de inauguración? —dijo Amber sacándome de mis pensamientos—.

—Espera, ¿fiesta de qué? Me he perdido —dije mirando a ambas y ellas rieron—.

—A ver Kath, los padres de Evan han abierto un bar y este sábado es la fiesta de inauguración —me explicó Roxanne—, la gente no deja de hablar de ello y supongo que estará bien, ¿enserio no has oído nada?

Una fiesta. Nunca había ido a una fiesta. Tenía pánico a las fiestas. Respiré hondo. Amber y Roxanne eran que solían salir mientras yo me quedaba en casa, a veces se quedaban conmigo, pero yo me sentía mal porque se quedasen así que siempre las animaba a salir sin mí. Tenía que ser capaz de afrontar esa inseguridad, de salir.

Que vuelva a brillar el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora