Capítulo 10.

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Me despierto con un brazo rodeándome, me siento bien, segura y tranquila, pero sigo muerta de sueño.

Tengo que averiguar qué está pasando en mi casa, aunque eso signifique que esta sea la última noche con Harry, no sé qué hora es, pero todavía es de noche, apenas habré dormido unas horas, no dejo de darle vueltas a la cabeza, ¿y si es Harry el qué ha estado entrando en mi casa? No, no lo creo, no habría necesidad de eso, pero quién querría entrar en mi casa, aunque más me preocupa saber para qué.

Siento a Harry moverse, y me agarra más fuerte de la cintura, pegándome a su cuerpo, si supiera lo mucho que me gusta que lo haga.

-Duérmete ya- susurra con una voz extremadamente ronca.

Decidida a hacerle caso, me abrazo a él dispuesta a intentar dormir.

-Despierta dormilona

-Mmm, no quiero, solo cinco minutos más

-Son las doce, ya van más de cinco

-¡¿CÓMO?!

Me levanto corriendo de la cama buscando mis cosas, pero tardo en darme cuenta de qué esta no es mi habitación, mientras escucho a Harry reírse a carcajada limpia a mi espalda.

-¡¿SE PUEDE SABER DE QUÉ TE RIES?!

-De ti, por supuesto.

Me quedo mirándole con incredulidad, quería sinceridad pero tampoco tanta por dios.

-Tenemos el día libre, he llamado esta mañana a la oficina, lo he arreglado todo con Amaia, todo lo que teníamos que hacer hoy está en nuestro correo electrónico.

-Ya lo podías haber dicho antes guapito.

-No hubiera tenido tanta gracia, anda, vamos, que he preparado el desayuno.

Le sigo por el pasillo hasta llegar a la cocina, ha preparado tortitas, ha troceado fruta, hay zumo de naranja y café, pues si que se defiende bien en la cocina.

-Gracias por el desayuno Harry.-digo al acabar de comer mi desayuno, me levanto dispuesta a comenzar mi trabajo

-Me ha llamado el jefe de mi equipo de seguridad-en cuanto las palabras salen de su boca, me quedo paralizada-la persona que ha estado entrando y saliendo de tu casa a su antojo creemos que puede ser una mujer, por la forma en que camina o por cómo actúa. Hemos conseguido las imágenes de varias cámaras de seguridad, pero se conoce bien la zona, ya que en ninguna se le ha podido ver la cara, por lo que seguimos igual que al principio.

¿Una mujer? No me cabe en la cabeza que clase de persona podría entrar a mi apartamento, pero una mujer... ¿para qué? Amaia no es, es imposible que sea ella, y bueno, no tengo familia, ni ninguna conocida que me quiera hacer daño, aunque claro, ahora sé que hay alguien que me quiere hacer daño, pero no sé quién, ¿y si llego a estar en casa cuando entro? ¿Y si me hubiera hecho daño?

-¡Yaiza, Yaiza!- siento las manos de Harry moverme, pero no puedo contestarle, por mi cabeza solo pasan escenas de películas de miedo.

-Estoy bien, estoy bien- consigo balbucear.

-Ven, vamos a hacer algo para que te despejes un poco, lo necesitas.

Después de una tarde de películas y comida basura con Harry, estoy más tranquila, aunque sigo preguntándome quien quisiera hacerme daño, nunca me he encarado con nadie para llegar a este extremo.

-¿Qué quieres que hagamos ahora?-me pregunta Harry

-Nada

-Pues hagamos nada- dice acercándome a su cuerpo, ver películas en un sofá, con Harry abrazándome, es más de lo que me hubiera imaginado hace menos de una semana, pero se siente tan bien, tener a alguien que se preocupa por mí como si realmente le importara lo que me pueda pasar.

Y sin pensármelo mucho, me siento encima y le beso, le beso con impaciencia, como si de un momento a otro fuera a desaparecer y solo quedara su recuerdo, pero sé que él no se va a ir, o eso quiero creer mientras sus manos bajan de mis caderas a las nalgas, apretándome con más fuerza a su cuerpo, como si nuestras almas se volvieran una bajo el tacto de nuestra piel.


Hasta el final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora