Han pasado dos semanas desde que Harry y yo estuvimos en la cabaña, me encantaría poder volver y quedarnos allí eternamente, sin nadie que intentará separarnos, solos él y yo, sin que nadie más importe, pero la realidad es otra, ambos somos dos adultos con grandes responsabilidades, y tenemos que enfrentarnos a ello como buenos adultos que somos.
Aunque quiera desaparecer, esconderme, huir, no puedo, no puedo esconderme toda la vida de mis miedos, de mis temores, porque algún día me caeré, me atraparan, de la peor forma posible, y para entonces no quiero ser un juguete roto, quiero estar completa, ser feliz, y si no, intentarlo al menos, nada tiene más valor que quien lucha por mantenerse a flote por muchos golpes que reciba.
Aunque llega un punto en la vida, en el que ves aparecer a tu mejor amiga con un paquete de muffins, en ese momento lo único que piensas es en zampar todos los que sean de oreo.
-¡No sabes cuánto te quiero Amaia!
-Me hago una ligera idea tranquila, jajaja, te he traído 10 de oreo, pero los de ferrero son míos eh.
-Claro, pero dame la caja ya por dios.
Empiezo a devorarlos como si hiciera años que no pruebo uno, y por lo visto mi paladar piensa igual porque se me hace la boca agua nada mas probar el primero.
-Y bueno, ¿no tienes nada que contarme?
-¿Qué quieres que te cuente?
-Dios mío, ¿ahora te tengo que sacar las palabras con cuchara o qué? Tú y Harry, que crees que me interesa eh, jajaja.
-Pues nada, lo de siempre.
-¿Llamas lo de siempre a que no te vea durante todo un fin de semana, a que apenas me contestes las llamadas, y a que todos los días a la salida te vayas con Harry?
-Sí, supongo que ahora es lo de siempre.
-Como no empieces a desembuchar me llevo los muffins.
No contar nada, comer muffins, comer muffins, no contar nada, no contar nada, comer muffins...
-Pues después de que entraran a mi casa me he estado quedando en la suya, se está portando de maravilla conmigo, me llevo a una cabaña que tiene hace dos fines de semana, era como nuestra burbuja, es súper dulce, tierno, cariñoso, y me escucha, que ya es todo un logro. También hemos aprovechado que tiene un gimnasio en la casa, y estamos entrenando juntos, lo cual me viene de maravilla, ya que me ayuda a distraerme de todo lo que pasa en mi casa.
-¿Ya sabéis quien entro?
-Hemos instalado cámaras en la entrada, pero solo vemos a alguien vestido de negro entrar, parece una mujer, por como camina, pero apenas tiene pecho, así que tampoco es seguro.
-¿No habéis llamado a la policía cuando la veis dentro?
-Sí, pero siempre se marcha antes de que lleguen, creo que entra, me busca y como no me ve, se va.
-Entonces no puede ser alguien muy cercano a ti, si no sabría que te estás quedando en casa de Harry y no se molestaría en ir.
-Sí, ya habíamos pensado en eso, pero si apartamos a la gente que más o menos me conoce, pues no sé quién puede ser, y por más que lo pienso, menos se me ocurren.
-Bueno, ¿vamos luego a tomarnos algo?
-Casi que prefiero que vayamos al gimnasio.
-Perfecto, ¿nos vemos a las seis en la puerta del gym?
-Claro, le pido a Harry que me lleve y allí estaré.
-Bueno, voy a intentar acabar con los informes de los últimos patrocinadores.
-Suerte rubia.
Después de dos horas tecleando como una loca oigo la voz más molesta del mundo, Isabella.
-Ha llegado esto para ti Sánchez- dice señalando un ramo de rosas negras.
-Muchas gracias Isabella.
-Si no te importa, la próxima vez sales tu misma a buscarlas, que no soy tu asistenta personal.
-Por supuesto, tranquila, no volverá a suceder.
Dios, como odio a esta rubia polioperada. Rosas negras. Quien manda rosas negras. No veo tarjeta, Mas adentro quizá, Si, mira, aquí está la tarjeta.
El pajarito que se escapa,
El pajarito que no está en su jaula,
Vuela pajarito, vuela alto,
Que cuando caigas, yo te mato.
Me levanto de mi mesa y me voy al baño, temblando, con la nota entre mis manos, quién es, qué quiere, pero sobre todo, por qué yo.
Saco mi móvil del bolsillo del bolsillo de mi pantalón, necesito hablar con Harry, necesito a alguien que me diga que todo irá bien.
Un tono, dos tonos, tres tonos.
-Hola nena, ¿pasa algo?
-Estoy en el baño Harry, me ha llegado un ramo de rosas y son negras, y traen una carta muy rara, y no sé qué hacer. Solo no se qué hacer.
-Coge un jarrón, ponlas en agua en tu mesa, siéntate tranquila, e intenta mostrar que no te afecta en lo mas mínimo, quizá quien las ha mandado siga en el despacho, pon la nota dentro del informe que tengo que recoger, en cinco minutos me paso a buscarlo.
-Vale, cojo aire y salgo a mi mesa de nuevo.
-Tranquila Yaiza, yo estoy contigo.
-Gracias Harry.
Cuelgo el teléfono y me dispongo a hacer lo que él me ha dicho, voy a la sala de ocio, cojo un jarrón y lo lleno de agua, voy a mi mesa, y sonriendo, coloco el ramo dentro, imprimo el informe que Harry se tiene que llevar, y dejo la nota dentro, a la espera de que él venga a buscarlo.
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Hasta el final.
FanfictionGolpe tras golpe acabo cayendo al suelo, me duelen las muñecas de intentar aflojar las cuerdas, no deja de mirarme con rabia, con desprecio, no para de golpearme, hasta que no puedo más, siento como mis ojos se van cerrando y el sabor metálico de la...