¡Bienvenido al club!

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Te dejó tu novia.

La única que te importa en la vida.

Sentís que nunca vas a encontrar otra como ella. Es más, no te interesa encontrar otra.

Todavía no lo podés creer.

No sabés como hacer para seguir viviendo.

El dolor es insoportable.

Pensás que no puede ser que se haya olvidado de todo lo que te dijo, de todo lo que te prometió, y eso sólo ayuda a que te sientas peor.

¿Imaginarla con otro? Ni hablar.

No tenés ganas de comer, ni de salir, imposible concentrarse en estudiar, difícil trabajar.

No podés pensar en nada que nos sea en verla, en hablarle, en convencerla, en recordarle que te ama y que la amás, y que la única manera de vivir es estar juntos.

Sólo querés llamarla por teléfono o ir a buscarla, y que ella te abrace llorando y te diga que fue todo una equivocación, que te quiere como siempre, que la perdones, que nunca más va a pasar, que no puede vivir sin vos, que estos días en los que no estuvo cerca tuyo fueron un infierno, que se la pasó llorando todo el tiempo y que las a-migas no sabían como hacer para consolarla.

Y vos decirle: Sí, mi amor, a mí me pasó lo mismo, te quiero, te amo, ya está, ya pasó chiquita, no llores más.

¿Entonces qué hacés? Las vas a buscar con tus mejores ropas, recién bañado y perfumado a la salida del trabajo, o de la facultad, o del colegio.

Pero, oh sorpresa, cuando la ves de lejos, antes de que ella te vea, notás que venía muy divertida riendo con unos compañeros. ¿Pero cómo, no se supone que ella también está destruida por esta ruptura? Caramba...

Y acá viene lo peor. Cuando te ve... no te abraza... no llora, no te dice que no puede vivir sin vos, ni que te quiere, ni una mierda.

Es ahí donde te sentís en un callejón sin salida, y el dolor se hace más intenso porque cada vez la ves más lejos.

Sentís que ya ni verte le provoca nada. ¿Y ahora? ¿Cómo sigue esto? De alguna manera tiene que seguir dado que es imposible asumir que la perdiste, porque no podrías seguir viviendo, ¿no?

Como si todo esto fuera poco te sorprende con alguna frase a modo de saludo como "¿A qué viniste?" o "¿Qué habíamos hablado?" Y ahí te quedás con un nudo en la garganta sin saber para dónde disparar. En realidad dispararías hacia tu sien.

Entonces la mirás a los ojos, con esa mirada que tiempo atrás la hubiera derretido, pero que aparentemente hoy no le mueve un pelo y le decís: -¿Podemos hablar?- Y ella, como molesta, te responde:

-Ya hablamos todo, ¿no?

-Bueno, está bien- le decís. Y en un intento por provocar algún tipo de reacción te das media vuelta y empezás a caminar, rezando por Escuchar un "¡Esperá, no te vayas!" que nunca llega.

Cansado de repetir episodios similares, probás con un llamado, y una carta, y unas flores, y un CD, y nada. Cada vez peor. Dios... es el fin.

Si estás viviendo una situación similar a ésta, debés sentir que estás sobre arenas movedizas, donde cada vez que hacés un movimiento para salir a flote, te hundís más. Bueno, voy a darte una buena noticia: tenés en tus manos algo así como el elefante de Tarzán para ayudarte a salir de esa situación.

Este libro fue escrito en base al análisis de mis experiencias personales y las de mis amigos, las cuales nos han dejado muchas enseñanzas que queremos compartir con vos.

Todas las historias narradas son absolutamente verídicas. Sólo fueron cambiados los nombre para respetar la privacidad de estas personas.

No soy el dueño de la verdad, ni todos los casos son exactamente iguales, pero les aseguro que luego de leer este libro, o a medida que lo vayan haciendo, van a ir sintiéndose más seguros con respecto a esa situación que tanto los tortura hoy.

Los resultados siempre van a ser positivos, porque si tu novia te quiere, en estas páginas vas a encontrar herramientas para recuperarla. Y si no te quiere, sea por el motivo que sea, ¿para qué querés que vuelva?

Mi novia (manual de instrucciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora