Atadas se vuelan

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Para Sebastián el viaje de egresados no era otra cosa que el momento en donde las mujeres les meten los cuernos a sus novios.

Tal vez al regresar continúen la relación, luego de haberlos garcado, o sencillamente los dejen. Sea como sea siempre era para quilombo.

El había realizado dicho viaje hacía tres años y había llegado a esa conclusión por su propia experiencia y la de toda la gente que conocía.

Que problema voy a tener el año que viene... se dijo, dado que Fabiana, su novia, estaba en cuarto año.

Con lo que Sebastián no contaba era con que la división de su novia se ganaría en un sorteo en un boliche, un viaje de egresados a Bariloche para toda la división un año antes de terminar, razón por la cual decidieron adelantarlo.

Él, hasta ese momento, no había tocado el tema con ella dado que no tenía sentido comenzar a tener problemas por ese viaje más de un año antes, pero esto cambiaba todo.

-¡Nos ganamos el viaje!- le dijo ella muy contenta.

-Si querés seguir conmigo, más vale que lo olvides- respondió Sebastián.

Ese fue el comienzo de un flor de despelote. Obviamente Fabiana no tenía la menor intención de no ir al viaje con todos sus compañeros porque el imbécil del novio se lo prohibía, a pesar de que lo amaba.

Y Sebastián no tenía la menor intención de dejar que su novia se fuera a atorrantear con las amigas a Bariloche y que su relación se fuera a pique. No iba a tolerar ningún tipo de metida de cuernos.

Ella le juraba y le superjuraba que sería más fiel que Carolina Ingalls, pero Sebastián intentaba explicarle una y otra vez que nos e trataba de desconfianza, sino que él sabía positivamente que el ambiente que se vivía en ese viaje la iba a llevar inevitablemente a tener algún tipo de aventura. Y él no estaba dispuesto a pasar por esa situación. Era terminante, si se iba no lo veía más.

Fabiana tampoco quería dar el brazo a torcer, dado que le parecía totalmente injusto no poder disfrutar de ese viaje como lo harían todos sus compañeros. El día de la partida se iba acercando y ninguno de los dos modificaba su actitud.

El tren saldría a las diez de la mañana del día siguiente. Dado que Fabiana no aflojaba, Sebastián se despidió de ella la tarde anterior diciéndole que si ella había elegido viajar antes que continuar su relación con él sería porque tal vez no lo quería lo suficiente. Ella le aseguró que al volver lo llamaría y que seguirían adelante como hasta ahora.

-No se te ocurra llamarme cuando vuelvas, porque si te subís a ese tren no quiero volver a verte nunca más- respondió él. Eso en realidad no era cierto, pero quería agotar los recursos para evitar que se fuera.

A las doce de la noche sonó el teléfono de Sebastián. Era Fabiana. No viajaba. Lo quería mucho como para perderlo por un viaje.

"¡Tigreeee!" se dijo a sí mismo. Podría haber aflojado él hacía un rato cuando la cosa se puso fulera. Pero no lo hizo. Y logró su cometido.

Ella no estaba enojada, porque entendió que todo lo había hecho porque la quería. La relación continuó con total normalidad. Es más, este episodio logró que la pareja está aún más unida. Podríamos decir que todo era ideal.

A los tres meses la abuela de Fabiana la invita a un viaje en barco a Paraguay, junto con su madre y su tía. El viaje duró quince días, pero Sebastián la extrañó como si fuera un año, a pesar de que recibió como diez cartas de ella diciéndole lo interminables que se le estaban haciendo los días lejos de él. Parecía como que quería tirarse del barco y venir nadando a abrazarlo. Es que estaban tan enamorados...

Mi novia (manual de instrucciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora