Se dio vuelta la tortilla

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¿Cómo se llegó a esta situación?, te preguntarás en determinado momento. Si estaba muertísima con vos. Al principio ella te veía como si fueras un Dios y vos tenías un terrible agrande. Era ella la que sentía que tenía que ir todos los días de rodillas a Luján por tenerte y eras vos el que jugueteaba creándole de vez en cuando alguna duda o inventándole alguna historia para ver su reacción desesperada ante la mínima posibilidad de perderte.

Era super celosa y eso te encantaba. ¿Qué pasó?, te preguntas.

Lo que pasa en muchos casos es que de a poquito y sin darse cuenta el hombre va dando vuelta la tortilla hasta que se coloca por debajo de la mujer. Ahora es el hombre el muerto que suplica y ella la agrandada.

Es fundamental darse cuenta de esto a tiempo o vamos sin frenos hacia el precipicio.

Imaginemos la siguiente situación.

Ella no te llama un día entero y vos al otro día te mostrás totalmente molesto y enojado. Le estás demostrando que si no tenés noticias de ella por veinticuatro horas te morís. Le estás diciendo en otras palabras que la necesitas más de lo que ella cree. Y ellas perciben todo. Nunca las subestimes por más enamoradas y boludas que parezcan.

Tu reacción fue simplemente un acto de sinceridad, pero ella la va a tomar como un acto de debilidad. Le estás diciendo que ella tiene más importancia en tu vida de la que suponía.

Es en esos casos donde la tortilla comienza a darse vuelta.

Si no le hubieses dado importancia al hecho, o mejor aún, si al otro día no te hubiese podido ubicar ella, la situación sería muy distinta.

Obviamente un solo hecho como éste no va a cambiar nada, pero lo que sucede es que éstos nunca son totalmente aislados. Es la suma de actitudes similares a la recién descripta lo que va haciendo que nuestra posición dentro de la pareja varíe.

Es que en realidad al principio tal vez vos también estabas super enamorado, y se lo demostrabas pero hasta ahí. Con el paso del tiempo nuestras demostraciones de amor comienzan a ser más fuertes y paralelamente las de ellas más débiles. ¿Por qué?, porque no tienen la necesidad de comprobar a cada momento lo que

sentimos dado que no les dejamos espacio para la duda. De un día pera el otro comenzamos a excedernos en los "te quiero", los "te amo" y los "te extraño", somos nosotros los celosos y pasamos también a ser nosotros los que demuestran miedo a perderlas. A las mujeres les gusta que estemos "enamorados", no "entregados". Cuando nos queremos dar cuenta, la situación inicial está totalmente invertida.

Gran cagada. Cagada de la que fuimos artífices nosotros mismos.

Esto se puede revertir pero es bastante difícil. Cuando un nene le pierde el miedo al cuco es muy difícil que alguien lo vuelva a asustar con lo mismo.

Si no nos dice que nos quiere tan seguido, lo ideal no es preguntárselo, sino que sienta el mismo temor que nosotros y sea ella la que se vea obligada a preguntar: "¿qué te pasa?, ¿no me querés como antes?"

Pensemos antes de actuar. No perdamos nuestro espacio.

No las llenemos de raros planteos, dudas, preguntas, celos y boludeces. Siempre tienen que sentir que somos más de lo que ellas pueden pretender. Y para que realmente sientan que somos más de lo que ellas pueden pretender, no tenemos por qué ser nosotros los temerosos, los celosos, los babosos... en fin, los boludos.

Esas tienen que ser ellas.

"Nunca permitas que un extraño sepa lo que estás pensado", dijo Marlon Brando en su papel de Vito Corleone en la película "El Padrino".

Y ellas son extraños. Nos equivocamos si creemos lo contrario.

Cuando somos excesivamente abiertos y transparentes y expresamos todo lo que sentimos estamos perdiendo puntos. Y los están sumando ellas.

Porque como dijo mi amigo Nando, "El amor es un juego. Un juego de dos".

Mi novia (manual de instrucciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora