El objetivo primario

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Nuestra mujer ya no está a nuestro lado. Nos sentimos muy mal. Es importantísimo trazar un plan de acción, porque dado que la vida sigue, acción va a haber. Y para que esta acción sea positiva, tiene que estar planeada. Y para trazar ese plan de acción tenemos que tener en cuenta nuestro objetivo.

¿Y cuál es ese objetivo?

Lo primero que nos va a venir a la mente es: "Volver a estar con ella", pero en realidad ese no es un fin sino un medio. ¿Un medio para qué? Para sentirnos bien. O sea que en realidad el objetivo final es... "Sentirnos bien".

Claro que por ahora el único medio que vemos potable para sentirnos bien es que ella regrese a nuestro lado. Pero si abrimos nuestra mente y somos objetivos, vamos a darnos cuenta de que en realidad hay "otras" maneras de sentirnos bien.

Una de estas maneras es perder la memoria. Si no nos acordamos de ella no vamos a sufrir.

Claro, eso no va a pasar, pero el ejemplo es válido para que empecemos a reconocer que "sí" hay otras maneras.

Otra forma sería conocer otra mujer y enamorarnos tan rápidamente de ella que dejemos de sufrir instantáneamente por la anterior.

Claro... ustedes piensan que eso tampoco puede pasar. Eso es tan imposible como perder la memoria.

Error. Sí puede pasar.

Es difícil. Sí, lo es. Pero no imposible.

Si yo hoy les dijera que si firman tal papel mañana van a conocer otra mujer de la cual se van a enamorar, se van a poner de novios, van a tener una vida juntos llena de felicidad, compañerismo y excelente sexo, ustedes, ¿firmarían o dirían que no y seguirían tristes esperando el regreso de la otra?

¡¡¡Ahá!!!

Entonces les gustaría que eso pase.

Bueno, pasar puede pasar. El problema es que en esas circunstancias uno no está receptivo como para que eso suceda. Entonces es posible que esta nueva mujer les esté pasando al lado y ni siquiera se den cuenta.


Daniel estuvo de novio cinco años con Adriana. Tuvieron algunas rupturas en el medio, pero siempre volvían. Daniel estaba más muerto que Tutan Kamón y no concebía la vida lejos de ella.

Resulta que Adriana un día descubre su vocación.

-Quiero ser modelo –le dijo un buen día a Daniel.

-Modelo las pelotas –respondió Daniel, con la esperanza de que sea un berretín pasajero de su novia y todo quedara en la nada. Porque si algo no estaba dispuesto a tolerar Daniel era que Adriana, su novia y futura esposa y madre de sus hijos, fuera modelo.

Adriana se empecinó con lo del modelaje apoyada por su familia y amigas. Al cabo de unos meses de tira y afloje, Daniel planteó seriamente no querer seguir adelante con la relación si ella persistía con su plan de ser una modelo famosa.

Qué jugada maestra, pensó Daniel, dado que Adriana lo amaba tanto que jamás tomaría una decisión que implicara perderlo.

Ay... Dany... Dany...

Adriana lo dejó sin ni siquiera derramar una lágrima. Se despidieron por última vez en la puerta de su casa. Adriana vivía frente a una plaza. Ellos tenían como costumbre que cuando él se iba de la casa de su novia, ella se quedaba mirándolo detrás del vidrio de la entrada de su edificio, y cuando él iba más o menos por la mitad de la plaza, se daba vuelta y se volvían a saludar con la mano. Recién después ella subía a su departamento. Hicieron esto durante los cinco años que estuvieron de novios. Esa sería la última vez que cruzando esa plaza, Daniel giraría para saludar a Adriana.

El dolor que sentía era casi insoportable. Y digo casi, porque insoportable del todo fue cuando al llegar a la mitad de la plaza, se dio vuelta y Adriana estaba muerta de risa charlando con una vecina sin prestarle a él ningún tipo de atención. Se quedó con su mano levantada y quieta y con la mirada perdida sin poder creer lo que estaba pasando.

¿Podía él tener tan poca importancia para ella en ese momento?

Quince días después, su amigo Claudio le contó que estaba de novio y que su nueva novia tenía dos amigas que podía presentarle.

-Te agradezco, pero no estoy de humor. –dijo Daniel aún destruido por haber perdido hacía tan poco tiempo a su novia de cinco años.

-Dale boludo, mirá que están una mejor que la otra. Una es una morocha de ojos verdes que te juro que la vez y te morís.

-¿Cómo se llama?

-Adriana.

-¿Por qué no te vas a la mierda?

-Y qué querés boludo... si se llama Adriana. Pero es un bombón.

-No... no... si salgo con una Adriana, me pongo a llorar. ¿Y la otra?

-La otra es una rubia de ojos celestes que es un infierno.

-¿Rubia?

-Sí, sí, rubia.

-Pero... ¿rubia rubia?

-¡Sí Nabo! ¡Le mirás el pelo y es amarillo!

-¿Y de lomo?

-Una bestia.

-¿Buenas tetas?

-Impresionantes.

Eso motivó a Daniel un poco más, dado que esa parte del cuerpo femenino era su pasión y su ex novia, si bien él la quería mucho, no llegaba a las medidas anheladas. Fue así como el viernes siguiente salieron los cuatro.

Fue instantáneo. Fue conocerse y enamorarse. Había desaparecido todo el dolor por la mujer que Daniel había perdido. Sólo quedaba tal vez la bronca por tirar cinco años a la basura por la estupidez de querer ser modelo. Ella lo había lastimado. Y cuando él se alejaba casi llorando ella reía con la vecina. Y en quince días no llamó por teléfono ni siquiera para recuperar alguna boludez que tenía en la casa de Daniel.

Y Daniel se puso de novio con Carolina, la rubia infernal. Se sentía fenómeno y es más, al tener la mente más despejada pudo darse cuenta cuán para el culo estuvo con Adriana en más de una oportunidad, y él, por estar ciegamente enamorado, había hecho la vista gorda.

El regreso de Adriana se demoró un mes.

Porque como vimos anteriormente, cuando uno desaparece, ellas vuelven. Si nos quieren, siempre vuelven.

Y Daniel, dado que estaba muy de novio con Carolina, estaba más desaparecido que el Ital-Park. Ella, al no tener noticias por tanto tiempo, porque seguramente esperaba tenerlo al mes llorando, rogándole y pidiéndole perdón para volver a darle salida, se dio cuenta cuanto lo quería y cuanto lo necesitaba. Pero bueno, como dijimos al principio, el objetivo no es que ellas vuelvan sino sentirnos bien.

Y Daniel ya se sentía muy bien.

Se sentía muy bien sin Adriana.

Se sentía muy bien con Carolina.

El objetivo era sentirse bien. Dejar de sentir ese nudo en el pecho. Y estaba cumplido.

Adriana nunca más. Y la vida continuó sin dolor.

Esto también te puede pasar a vos. Ahora creés que sería imposible, pero Daniel también lo creía así.

Abrí tu mente. No te cierres. No te obstines en que la única solución es recuperarla.

No es así.

Mi novia (manual de instrucciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora