Ready Or Not (Teen Wolf)

14. ¿Todavía viva?

Desperté una vez más entre sudores fríos y temblores, pensando que todo era una pesadilla. Había perdido la cuenta de cuantas veces mis ilusiones se habían hecho pedazos desde que desperté en este lugar la primera vez. Había perdido la cuenta de cuánto tiempo había pasado o de si era de día o de noche, estaba completamente desconcertada, con enormes lagunas mentales sobre lo que había ocurrido durante este tiempo.

Algo que no olvidaba cada vez que despertaba eran las caras de mis amigos, intentaba recordar como sonaban sus voces y cada vez me resultaba más difícil mantenerme fiel a la realidad.

Era imposible que no me viniera abajo cada vez que despertaba y sentía que jamás saldría de aquí, que jamás los volvería a ver y era incluso peor cuando me imaginaba lo que mi perdida había supuesto, me destrozaba pensar como estaría pasándolo Liam, pero después de un minuto de autocompasión volvía a recuperar la fe, iba a salir de aquí e iba a patearle el trasero al desgraciado de Thomas y a cualquiera que le haya ayudado en esto.

Estaba en mi fase de odio hacia Thomas cuando la alarma de apertura de puerta me interrumpió.

Todo este tiempo había estado viviendo en lo que parecía una habitación normal y corriente. Una cama, un armario completamente vacío, estanterías repletas de libros que había leído unas mil veces y una ventana tapiada.

Cada vez que despertaba tardaba unos segundos en escuchar esa alarma que se había convertido en el único sonido había oído, aparte de mi demacrada voz y una grabación que me ordenaba que hacer.

Al salir de la habitación recorría un largo pasillo de cemento, la única luz que veía eran unas diminutas luces blancas que indicaban el camino, me llevaban hasta una sala, más fría que la habitación y el pasillo y allí siempre había una bandeja de comida servida.

Eso era todo lo que recordaba de cada día, sé que después de comer las indicaciones me llevaban a una sala distinta, pero nunca recordaba salir de allí, simplemente volver a despertar en la habitación, con cada parte de mi cuerpo dolorida y desconcertada.

Había tardado en darme cuenta que el problema estaba en la comida, me echaban algo que me debilitaba terriblemente, así que cuando se trataba de intentar resistirme a las manos que me arrastraban a la sala de los terrores era incapaz de hacer nada, sin embargo desde que me di cuenta hacia un par de días que ese era el problema había estado pensando que hacer, porque había cámaras por todas partes que vigilaban cada cosa que hacía, no me dejarían pasar sin comer, por lo que aquel día decidí jugármela y fingir que comía, siempre estaba cabizbaja y eso me ayudó a que al meterme la comida en la boca y hacerles creer que estaba comiendo pudiera escupirla sobre mis sucísimos pantalones de pijama y de ahí espolsarla al suelo.

Temía que no fuera a colar, pero cuando aparté la bandeja vacía de mi la alarma sonó y la puerta se abrió, la voz me indicó que continuara y siguiera las luces, lo que significaba que mi plan había sido un éxito.

Seguí el camino marcado por las luces, dudando de si esto era una buena idea o no, si no conseguía algo sufriría lo que quiera que me hagan en esa sala y estaría en mi total plenitud y la incertidumbre de no saber qué era lo que me hacían me estaba matando. Si al menos tuviera mis poderes estaría más segura de mi misma, pero no funcionan.

Me detuve frente a la puerta metálica tal y como la voz me había indicado que hiciera, normalmente a esas alturas ya había empezado a ver borroso y a no tener muy claro que era real y que no, pero ahora que estaba perfectamente escuché en el interior sonidos que no me gustaron demasiado, como de maquinas pesadas, de sierras... algo ahí adentro no estaba bien.

Miré de reojo el resto del pasillo a mi derecha, a penas era visible, las pequeñas lucecitas comenzaban a desaparecer en la oscuridad después de un par de metros, podía ser un intento estúpido, desperdiciar mi única oportunidad, lo que tenia realmente claro era que dentro de aquella sala no estaba la salida.